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Washington Benavides


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Washington Benavides

Poema Anda Un Amigo de Washington Benavides

Anda un amigo en medio de la noche.
Han cerrado los bares. Las persianas
de acero bajaron con estrépito. Los gatos
deslizan apetitos. Anda la luna
por ahí, velada. Pasan coches y luces;
sobreviene, después, un silencio
que mueve la plantita en la cornisa;
silencio que hace un chambelán
de un grillo -del canto de ese grillo-.
Anda un amigo en medio de la noche.
No lo conozco. Y él no me conoce.
Andamos cerca o lejos, nos cruzamos
-acaso- en una calle. Compartimos
un ómnibus, un cine, un banco de una plaza.
Anda un amigo y ando yo que soy amigo
de ese hombre. En órbitas distintas
-nunca ajenas-. Pero vamos a hallarnos.

En medio de la noche o con la aurora
de rosados dedos, vamos a hallarnos.
Y tenemos que estar preparados a ese encuentro.
Por ahora, susurra el viento oscuro,
graznan letreros viejos y el grillo mete lima.
Ya no pasan los coches. Pasan restos de diarios
y un cartel liberado zapateando en el polvo.
Estoy seguro. Nos encontraremos.

De “Murciélagos” 1981

 

Poema Canción De Los Lentes de Washington Benavides

El poeta envejece.
No ve la línea,
la delgada silueta
que, antes, veía.
La escritura le baila
una polkita;
se le van los matices,
las golondrinas.
Pero se puso lentes
y oh maravilla
se dibujaron netas
las golondrinas.
Apareció de nuevo,
-la delgadiña-
aquella del romance,
palabra limpia…
Los tipos de su máquina
la tinta china
por más que los limpiaba
no aparecían…
Se arrimaba a la hoja
cuanto podía,
su nariz borroneaba
la letra fina…
Pero se puso lentes
y oh maravilla
volvieron las “corrientes”
las “cristalinas”…
Y releyó a Pessoa
y a Carlos Williams
y anduvo con Sabines
por la cornisa…
Ahora es un “cuatrojos”
es un “lenteja ”
pero ve lo que escribe
y lo que piensa.

De “Finisterre” 1986

 

Poema Confusa Exaltación Y Representación De La Dama de Washington Benavides

a Nené

-«Estás igual..» No. -Claro que envejeces;
-horrible fuera: sola y detenida,
mientras brotan y siegan a las mieses,
y el tren se va y el corazón trepida…

«Si universo y si tiempo nos sobrara…»
-Lo dijo Marvell- en un nomeolvides
si «La púdica amada» titubeara…
Ronsard lo reiteró y hoy Benavides.

No temo por la pérdida segura
de aquella perfección, de aquella cara,
porque no es eso lo que al fin perdura.

Old Ezra bien lo supo. Rememoro
su lección (aunque tiemblo al deterioro):
«Si universo y si tiempo nos sobrara»…

De “Poesía” 1959-1962

 

Poema Cuando Se Vive Al Borde de Washington Benavides

Cuando se vive al borde
de una ciudad de conmovidas piedras-
a la que obviaron un destino
de naufragio y ceguera
y el invierno -que agobia oscuramente-
es la pared de su verdín cubierta,
no es fácil Garcilaso
ni la Egloga;

-aún el helado visitante filtra
su humor entre las piedras-
mírenlo -alumnos de poesía- y miren
el vaticinio de las quemas…

No es fácil ver
ando la calle llega
con sus volados árboles y muros
y entre hojas y lágrimas nos ciega.
Ni enviar un ramo de palabras tristes
cuando la carta obstina
en barajar sus fechas…

De “Poemas de la ciega” 1968

 

Poema Diferencias de Washington Benavides

vamos a escuchar las voces
sus diferencias
a oír
ponga el jilguero lo suyo
y el pirincho lo haga así

pero vamos a entendemos

que lo que quiero decir
no es opinión sobre gustos
dura tarea
o feliz
como un borracho que muere
ahogándose en un barril

yo vengo de un fondo viejo
con Berceo a la nariz
y endulzó la villanesca
el agrio son del país,

pero un puente de guitarra
fue lo que me trajo a mí

por eso no se sorprendan
si contrapuntean aquí
la guitarra de Gabino
y el arpa del rey David.

De “Las milongas” 1965

Poema El Corazón En Re Menor de Washington Benavides

Pensando en vos,
amigo-amigo, tengo
el corazón en re-menor…

Y guitarras se vuelven,
cables, antenas, ramas,
en el mundo exterior…

Una milonga suena
en tu voz tenebrosa
y le nace una rosa
a la mísera antena…

Canta una vidalita
la medianoche tensa
y el mundo entero grita
por esa voz inmensa…

Pensando en vos,
amigo-amigo, tengo
el corazón en re-menor…

Las hojas de los plátanos
susurran tus canciones
en el mundo exterior…

Un candombe entristece
lonjas de la Cuareim…
Un “lundu” lastimero
pregunta por “meu bem”…

Un pajarito ciego
canta hacia donde nace
el sol, el sol de todos,
cantando se deshace…

Pensando en vos,
hermano-hermano, tengo
el corazón en re-menor…

Y guitarras antiguas
trabajan en mis venas
en el mundo interior…

Pensando en vos…

De “Poesía” 1959-1962

 

Poema El Hombre De La Máscara De Hierro de Washington Benavides

Te vuela el alma o esa cosa que decimos:
el alma. Y tienes alas y aprendiste a volar.
Centellas de tus brazos o poemas
alzan al cielo ?adiós, adiós la tierra- la blanca catedral.

Un andamiaje de álamos nocturnos;
vas, en una calesa hasta el túnel lunar;
te vuela la camisa con el alma, y tu pecho
es todo el cielo, y una segunda realidad
-a la que se despierta en la vigilia-
te abre sus puertas.
Y cuando vas a entrar
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro
hallas al hombre de la máscara de hierro?

 

Poema El Jugador de Washington Benavides

supo jugar el ajedrez con el Diablo
sin abandonarle jamás ninguna
pieza grande.
Sir Thomas Browne

Necesito saber (Fausto, Sir Thomas)
sin influencias de Madona Luna;
sin la alquímica busca de fortuna;
sin salamandra o piedra en las redomas;

Esta hoja verde, el hueso recubierto
de fina piel y carnes deleitosas;
el grito desolado en aquel huerto:
¿sólo negras simientes de las fosas?

¿Es la Naturaleza el artificio
de Dios? ¿Y es ésta luz sólo su sombra?
¿Una entrega absoluta es fino vicio;

y qué del cátaro, del albigense?
He jugado con el que nadie nombra
y entablamos. ¿Quién vence, nos convence?

De “Poesía” 1959-1962

Poema El Viejo Loco Del Dibujo de Washington Benavides

Escrito a la edad de setenta y cinco años
por mí
antaño Hokusai
hoy Sakio Rojin
el viejo loco
del dibujo.
Dibuja lo que quieras
-no lo que sepas
(ya vendrán a enseñarte los maestros)
-pero se contradice-
el viejo loco del dibujo.
Pelea
samurai con tus pinceles
sobre papeles esteparios
ajústales
el recio bambú en los lomos blandos
a los que venden a sus hijas
reviéntalos

Mira después de todo ángulo
al seno azul del Fujiyama
(o de un cerrito de tu tierra
-¡el Batoví Dorado!-
cualquier cerrito
de tu tierra
con una gris calandria encima).

De “Hokusai” 1975

Poema Elogio De La Maga de Washington Benavides

Cuerpos desesperados del estío.
Con el sexo vibrando en las cigarras;
en úes de torcazas y guitarras
y en las fogatas alumbrando el río.

El ojo que descubre lo prohibido,
el halcón sobrevuela la ventana
y ve el flanco de púber porcelana
o de pura obsidiana.. Combatido

por el dogma, el prejuicio, la costumbre;
la venda, la censura, el anatema,
la letra púrpura, el auto de fe..

Todo por el hechizo y dulcedumbre
de la materia prima del poema..
Que aunque cierres los ojos, sigue en pie…

De “Poesía” 1959-1962

 

Poema Foto De Trovador de Washington Benavides

Probablemente, cuando su amigo
le sacó esta instantánea,
el trovador pensaba en inscripciones
de lápidas hebreas,
cisnes, bueyes perdidos.
Sentado en una silla,
lee un libro no determinado;
el cuerpo levemente en arco,
lentes de carey grueso, el pelo
corto (período de vacas flacas)
el buzo y pantalón -acaso- grises
(en el gris dominante de la toma).
La imagen, es imagen solitaria.
¿Leía en su retiro, esperando mejores
tiempos de la canción y de la alondra?
¿Leía en realidad? ¿O meditaba
el tono de aquel verso, aquel acorde,
en Alicia despojada de toda maravilla,
la relación filosa del tiempo y su trabajo,
esa segunda realidad que duele?
La delgada figura adolescente
(mano con cigarrillo)
absorta
es un detalle del friso. El friso
que no ves, porque eres parte
del mismo.
Fragmentaria
como toda aprehensión
de este terrible huevo.

De “Fotos” 1986

 

Poema La Revelación de Washington Benavides

Deodoro pisó el marco
de la puerta y allí quedó, tieso.
En la penumbra de la sala vislumbró
las visitas: ropas oscuras (faldas)
y, de pronto, (aparecida) vino hacia él
y le besó en la mejilla, una niña
vestida de blanco (zapatos, medias,
falda) de pelo renegrido (en trenzas)
y ojos como azules.
Deodoro volvía de una -infructuosa- caza
de cardenales, en los talas del cerco.
Ante la niña, se le cayó el frasco de “pega-pega”.
La jaulita vacía. Perdió los pies,
el pecho se le hizo humo, se le soltó la cabeza
como un globo con gas. Y si no se volvió,
allí mismo, en el marco de la puerta,
un montoncito de ceniza,
fue porque -todavía- le quedaban dos años
para soñar y despertarse
sudando frío en la madrugada.

De “Tía Cloniche” 1990

 

Poema Negativo De Una Canción de Washington Benavides

Esa calle es la misma
con la persiana verde
con el jardín sombrío
por las altas paredes
y el piano que malrota
sonatas de Clementi
esa calle es la misma
tiene una gata y tiene
la misma luz de otoño
los árboles de siempre
esa calle
no digas
que es la calle de siempre
ni es su jardín rotoso
ni su persiana verde
reseca y carcomida
ni sus viejas paredes
a veces suena un piano
pero muy pocas veces
no es la misma esa calle
que es otra
indiferente
sembrada como todas
de pisadas estériles
esa calle
no digas
que es la misma
no sueñes.

De “Los sueños de la razón” 1962 – 1965

Poema No Es Un Tigre De Papel de Washington Benavides

El tiempo está en los otros.
Al acecho.
(Y el tiempo no es un tigre de papel)
Hasta que salta de un rostro conocido
Y como quien revela una fotografía
lo vamos descubriendo (sin espejo).

El tiempo está en nosotros.

Que nadie pierda tiempo cerrándole las puertas
Que nadie crea alejarlo porque no se le nombre
(ni metiéndote bajo de la cama
ni perdiendo la fe).
Queda otra instancia aún.
Cuando descubres que ralea el ejército
de los conocidos.
Y alguien dice:
“Ha muerto Helena”
-y eres tú que has muerto-
“Ayer murió Ramón”
-y con él mueres-.

El mundo (tu mundo) se despuebla
y el compañero de la infancia
te contempla con lástima y con miedo
porque él también lo ha descubierto todo:
la muerte está en nosotros.

De “Fontefrida”1979

 

Poema No Es Un Tigre De Papel de Washington Benavides

El tiempo está en los otros.
Al acecho.
(Y el tiempo no es un tigre de papel)
Hasta que salta de un rostro conocido
Y como quien revela una fotografía
lo vamos descubriendo (sin espejo).

El tiempo está en nosotros.

Que nadie pierda tiempo cerrándole las puertas
Que nadie crea alejarlo porque no se le nombre
(ni metiéndote bajo de la cama
ni perdiendo la fe).
Queda otra instancia aún.
Cuando descubres que ralea el ejército
de los conocidos.
Y alguien dice:
“Ha muerto Helena”
-y eres tú que has muerto-
“Ayer murió Ramón”
-y con él mueres-.

El mundo (tu mundo) se despuebla
y el compañero de la infancia
te contempla con lástima y con miedo
porque él también lo ha descubierto todo:
la muerte está en nosotros.

De “Fontefrida”1979

 

Poema Nuevo Jardín De Las Delicias de Washington Benavides

Puesto entre pitonisas y modernos;
entre aguafiestas y entre barreminas;
entre paces huidobros y esterlinas;
entre caretas y entre posmodernos..

Como en un cuadro de Ensor o Solari
sumido en un bestiario junto al Bosco,
vas, entre muros derruídos, hosco,
en un café bebiéndote un Campari..

La mujer te sostiene, un hijo claro,
algunas instrucciones de camino,
(te aguardan el pretor junto al avaro)..

Bosques de ahorcados, humo de las quemas;
feudos de yuppies, bandos de cretinos:
aférrate al rosario y tus poemas…

De “Poesía” 1959-1962


Poema Oído En Un Teléfono de Washington Benavides

El poeta es un apóstata,
inevitablemente. Está
marcado para la apostasía
Su búsqueda incesante
le obligará a colgar
más de una fe en el perchero
(ni a César lo que es del César
ni a Dios lo que es de Dios)
Traspasará las puertas
de marfil 0 de cuerno
las del cofre-fort
las de la cabina telefónica
de la cabina espacial.
Descifrará en el palimpsesto
de los días
otros días que igualmente
fueron o serán suyos.
Traducirá las páginas etruscas
de las muchas realidades.
El poeta es un apóstata.
No tiene otra salida. Está
obligado a descubrir
lo que le espera a la vuelta
de la esquina. Y esto no le
acarreará
ni seguridad ni prestigio.
El poeta es un apóstata.
Pelada la última capa de la cebolla
debe imaginar la cebolla
platónica
que en un plato -fuera de su alcance-
lo espera
para recomenzar el trabajo
de quitarle una a una sus pieles
y encontrarse con otra cebolla
reluciente
idéntica a un lucero.
El poeta es un apóstata.
Debe serlo. Para acompañar
a los que se atreven por el salón
de los pasos perdidos
a los que conversan con sus sombras
a los que alientan desde una cárcel
la liberación de los hombres.
Poesía
se llama
Apostasía.

De Lección de exorcista” 1991

Poema Prontuario de Washington Benavides

1
Soy un viejo que fía en sus neuronas,
un calamar sañudo, un nigromante;
mientras tiemblan las mitras y coronas
en la noche del lobo y del mutante.

2
Borges no puede verse en el espejo
porque se enfrenta al marco de un retrato.
No es sólo error del cristalino viejo
ni de un sensual oculto en un pacato.

3
Macedonio que esconde en un ropero
la bombilla de luz del pobre cuarto,
corrije, una vez más, su nacimiento,
harto de ser y de razón más harto.

4
John Donne oye disculpas de la dama
porque tus huesos con los suyos nunca
ató la crencha de color de llama;
bien que te dicen de la vida trunca.

5
¡Salud! Gonzalo de Berceo. El vino,
duras jornadas de cuaderna vía
escritas en román del paladino:
-Salva al pobre ladrón, Virgen María-.

6
Profesor de nostalgia y mal de amores,
del susurrado verso,Garcilaso.
Después vinieron otros resplandores:
Elisa o Isabel y aquel flechazo.

7
Bernart de Ventadorn, tú me enseñaste
la aflicción, la belleza del segundo;
del amor que no borra ni el desgaste
ni los ejecutivos de este mundo.

8
Pound permanece en Pisa y en la jaula,
sólo un soldado negro lo conforta,
Escribe, porque el hilo ya: se corta,
contra la usura, contra el falso, el maula.

9
Sabines ya no puede con la vida:
-hay tanta muerte, hay más que un mar de muerte!-.
El cacto permanece, no el suicida:
hay que arrancar la muela, hacerse fuerte.

10
En la tercera estrofa el verso cojo
denuncia el son que en el oído apaga;
y la muerte previene, cuando amaga:
-no mires mi puñal, mírame el ojo…

11
Soy un viejo que duda de su sombra
Que advierte su doblez y su ignorancia.
Escribo -alucinado- por constancia
y por una mujer que aquí se nombra.

De “El molino y el agua” 1993

 

Poema Soneto Dos Al Borde Del Milenio de Washington Benavides

¿Cómo te sientes, entre tantas cosas,
súbitamente, vueltas diferentes?
Mas, tú no las cambiaste. Si, ominosas
o justicieras, descubrieron dientes,

mordiendo, líderes o presidentes;
ayer cantados bajo palio y rosas.
Hablo de corazones y de gentes,
de muros derribados y de prosas.

Pero ¿están derribados esos muros?
Mozos de pelo al rape, con cadenas,
al extranjero invitan al infierno;

las esvásticas vuelven a los muros,
arden las sinagogas y colmenas..
¿Y tú, cómo te sientes, Posmoderno?

De “Poesía” 1959-1962



 

 

 


 


 


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