Humberto Garza Cañamar , poemas y poesias


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Humberto Garza Cañamar

poemas

 


EXTRATERRESTRE

 

Como una viajera interplanetaria
que no comprendía los gestos de alegría
o de enojo,
así eras tú.

Con tus ojos mágicos y extraños
me veías llorar y golpear la tierra,
me veías rechinar los dientes,
en momentos raspados por higueras
que tirarían sus hojas en noviembre.

Mirabas el peso de la noche
cayendo lentamente
sobre mí,
aplanando mi cuerpo
sobre un pasto de voces y suspiros
que mi sangre teñía
gradualmente...
de gris.

Después,
el aire se impregnó con cenizas humeantes,
con ruidos de turbinas
y cantos de pájaros distantes;
y te alejaste...
dejándome entre el aire ionizado,
sufriendo la tensión y ambigüedad
que provoca desorden
y provoca desastre.

Me dejaste flotando en cotidianas preocupaciones,
amando tu rostro joven
y el desamor de tu medianoche.

En algún lugar te acordaste de mí
porque llamaste para decirme:
"Voy camino al astro zahorí
en mi nave de ausencia;
rodeada por madrugadas secas,
heridas por un ruido automotriz.
Espera mi regreso
en un día cargado con botones de azahar
henchidos de perfume
y dispuestos a reventar."

Yo te escuché,
aguijoneado por el ahogo febril,
contemplando largas páginas
que había por escribir.

Tal vez cuando regreses
tu apariencia y expresión sean más delgadas,
casi imposibles de leer.
Posiblemente seas una canasta
llena de alaridos salvajes,
un laberinto de funciones desconocidas,
un ruido que mendiga al aire
sonando inútilmente su cascabel.

Pero me intrigarán igual
tus dedos temblorosos,
tus miedos, tus desdenes...
y el inmenso misterio extraterrestre
de tu ser.

 

ABANDONO

 

Las tragedias anclaron en un lago de sueños
que bordean los arbustos donde duermen los pájaros;
nosotros lo supimos en un rincón del tiempo
oloroso a jazmines y a maderas de sándalo.

Yo busqué las estrellas fugaces en la noche
para colgar deseos entre sus caudas blancas.
Y en esa intransigencia que ya bien me conoces...
brillaba aún tu luz, inmarcesible y alta.

Después, como si el mundo se hubiese trastornado,
te hundiste en la borrasca de sombra prematura;
la metáfora herida no tuvo ya un halago
capaz de renovar tu infinita ternura.

Vibraba en nuestra carne la música del viento
con el ritmo pausado de metrópoli triste,
nuestro amor era un nido completamente ajeno
a todo lo que vive y a lo que ya no existe.

La niebla del camino se disipó, y con ella
se evaporó el encanto del hada refulgente;
se fueron los gorriones felices de mi fecha
y un mundo de nostalgias cayó sobre mi fuente.

Te busqué sobre el árbol de savia dolorida
y en la estrella gigante que sirve a Dios de trono;
pero ya te habías ido por la sombra, y aprisa,
en el aire emergía el vaho de tu abandono.

 

LOS MÚSICOS

 

¿De qué tierra vinieron estos músicos tristes,
con voces incisivas y ojos de lunas frías?
Su música tortura corazones felices
y hace llorar imágenes de mármol y de arcilla.

¿Qué nefario artesano les dio esos instrumentos
henchidos de quejidos e inmensas agonías?
Al oírlos, recuerdo las cosas que están lejos
y solitarias noches en cabañas vacías.

Todas las tardes llegan a esta posada lúgubre,
sus lenguas, cual flamas de inquietos candelabros;
hablan con el sigilo de una monja que encubre
de un amor juvenil los pasados milagros.

¿De dónde sacan ellos el sentimiento amargo
que impregnan en sus voces al emitir sus cantos?
¿Es que sienten más hondo, más profundo y más claro,
o es que tienen un timbre más perfecto y exacto?

Su música pausada gotea en la penumbra
y ataja los destellos en todas las miradas.
El daño de otro tiempo todo el espacio inunda
y en un rincón del mundo ¡Lloran todas las almas!

 

 

MORFINA

A todo renuncié, por ser tu amigo,
cuando eras flor de luz y de sorpresa;
mi confesión, tal vez no te interesa;
yo, de todas maneras te la digo.

Tu sinfonía de nardos y castigo,
mi piel rasgada en el dolor, no besa;
y como blanca nube hoy atraviesa
sombreando las espigas de mi trigo.

Hoy la sangre me fluye quedamente...
tal parece que edito mi agonía
en el rosado mármol de tu frente.

Espero... la aflicción de mi elegía
con el acento de su voz doliente
no empañe los reflejos de tu día.

 

DESAPEGO

Es la estepa sin luz lo que me aterra,
es la pesada tundra y el pecado
que yo no he cometido y he pagado
en esta lengua inhóspita de tierra.

Es el sollozo triste que se aferra
con lágrimas de piano enajenado,
es el haber perdido lo ganado
en la atrición de inexplicable guerra.

Es ver que ya no salta de improviso,
ondeante, la corriente de tu río
sobre este pétreo lecho a ti sumiso.

Es contemplar tu inmenso desvarío
adherido cual musgo en otro friso
que desgraciadamente no es el mío.

 

REFLEXIONES

Carne de begonias frías
en ráfagas de febrero,
policromada ignorancia,
dime: ¿Cómo te venero?
¿Quieres que agarre en mis manos
tu ebanístico poliedro
y con voz muerta de frío
le diga cuanto lo quiero?
¿O deseas verme errante
vagar como el gallo negro;
clavando en la madrugada
mis espolones de acero?

En el mar de maravillas
extiendes ya tu cabello,
gaviotas y golondrinas
lo contemplan desde el cielo.
Yo te quisiera poner
soberbio anillo en el dedo,
pero este, en guías del monte
se te ha quedado sujeto.
¡Otra vez llegan las horas
que adulteran los recuerdos!
¡Otra vez sube a mi voz
lo que repta por el suelo!

En los tallos de marfil
de los álamos eternos
tamborilean con sus picos
los pájaros carpinteros.
Y tú no quieres salir
para llegar hasta el huerto
donde canta la paloma
de mi triste sentimiento.
Te vas por la niebla fría
que flota en mares enfermos;
como una flor de tristeza
huyendo lejos, muy lejos.

En los pedregales fríos
se desplazan los cangrejos
apretando en sus tenazas
cosas que olvidar no puedo.
Y mi día se hace noche,
y mi noche se hace infierno,
y mi alma experimenta
¡por fin, el dolor perfecto!

 

YA NO QUISIERA CANTAR

Grabación en MP3 por María Eugenia

Ya no quisiera cantar
porque mi voz ha dejado
un rastro de sombra negra
en el blancor de tu paño.
Por ti, me volví poeta,
por ti, recorrió sonámbulo
el valle del sufrimiento
el trote de mi caballo.

Aquella luz mañanera
que se despertó llorando
sobre encendidos claveles
y delicados geranios;
era tu rostro, y el brillo
de las alas de tus pájaros
batiéndose en maceteros
de rojo y blanco pintados.

Hoy, es historia pasada
de algo que vivió en mis campos;
de algo que vibró en mis cuerdas
al soplar vientos helados.

Ya no quisiera cantar.
Los mástiles de mis barcos
no pasearán sobre el verde
de tus inmensos océanos.
Mis peregrinos tampoco
harán caso a los badajos
que pegan sobre los bronces
de tus campanarios altos.
La luz de mi plenilunio
al caer sobre tus lagos;
ignorará la presencia
de tu alma y de sus cantos.

Cuando aspires la fragancia
de las flores de amaranto;
dentro, muy dentro de ti,
comprenderás que te falto.
Y en tus pétalos rosados,
por lluvias ¡ajados tanto!
se reflejará el recuerdo
de mi evidente quebranto.
Y dirás: «Ferviente amigo
¡ven a mí, te estoy llamando!
hoy los pies de mi memoria
quieren de tu césped blando.
¡Ven a mí, ferviente amigo!
¡ven a mí, te estoy llamando!
quiero desandar caminos
que hoy estaba recordando».

Yo estaré lanzando redes
en relinchos de caballos,
con escalofríos inmensos
y los ojos extasiados.
Estaré soñando yeguas
de respiros agitados;
percibiendo de la luna
sus enfermos rayos claros.
El martirio de tu ausencia
traerá sabor amargo;
y el brillo de tu memoria
como un astro ya apagado;
no perturbará jamás
mi ser desequilibrado.

 

 

UN TIEMPO ESCONDIDO

Grabación en MP3 Carmen Feito Maeso

¿Y tu región? ¿Y tu región de lunas empolvadas
en pueblos sin auxilio,
descansará en la hondura
de Un Tiempo Escondido?

¿Y tu estrella? ¡Tu estrella de olvidos y desdenes!
Tu estrella barbada por hielo de abandonos,
llena de emblemas y de ensueños largos
¿Mascullará el prestigio de un pasado glorioso?

Con tu exiguo tesoro de madrugadas frías;
buscando eternamente lo esperado,
soñando que vas montaña arriba
¡Y cayendo en la ruina del barranco!

Irás cansada de mirar letreros
que viajan por el aire,
cansada de bailar al ritmo
de tus propios delirios;
débiles y flexibles como los viejos naipes.

Estarás recostada en las auroras
con la esterilidad orgánica que entiende
sólo un mar desarticulado
de poleas sin oficio,
de poleas que giran suspirantes
en un clamor de entrañas... fugitivo.

Mi corazón de cascabel,
vibrando secamente en el desierto
¡Antes retumbante
como lejanas aguas!
Oirás, y oirás en tus recuerdos,
y vendrá a tu garganta
un absurdo sollozo prolongado
como el que oye la tarde en cementerios.

Sonreirás en la amargura de los ecos
al recordar columnas primigenias
ahora convertidas
en tenues espirales.
Recordarás haberlas visto
de pie, por un larguísimo momento,
en tu bahía de barcos y almirantes.

Sentirás deseos nebulosos
de cubrir el pasado con tu pelo;
como cubrías un día los unicornios
qué neuróticos saltaban de tu espejo.

Tanto llorar a mares, en la sombra
del reseco pellejo de placentas,
gritando entre mórbidos gemidos:
¿Por qué Píndaro y Homero no regresan?

¡Cae en la noche de impiedad vacía!
¡Cae en la noche para estar conmigo!
Derruida silueta
con introitos de luz
y con aves volando en el camino.

Ven a mi región de sombras y de nieblas
a temblar desesperadamente
con la testarudez que tiemblan las estrellas.

¡No me abandones hoy, estoy llorando
y evocando la piel nevada y fría
de tu semblante blanco!
No me dejes en sótanos pestíferos
masticando pieles de proverbios
y gimoteando estérilmente como un niño.

No dejes caer
mi ulterior prestancia entre las rosas,
no la dejes caer
sobre encendidos pechos
de lunas fratricidas,
ni la dejes caer
sobre esta noche llena de rompeolas.

¡Apiádate de esta sangre,
por ti, excesivamente un día llorada!
Y del líquido abismo
que corre por los ríos de mi garganta
al no tener tu sombra ni tu abrigo.

Tanto tiempo mordiendo
el seco maderamen de bajeles
después de aquel naufragio
que tú misma provocaste
con la Generación del Veintisiete.

Tanto escuchar tu voz de antaño
en jardines y patios que se aburren
ya casi moribundos de cansancio.

Tanto mirar los besos que sin rumbo
una tarde salieron de tu boca
siguiendo a los astrólogos del mundo.

Hemos perdido todo en estos mares
donde el aire desteje rizos de oro
y escribe utilizando nuestra sangre.

Hemos perdido todo
en la fiabilidad de los resultados
y en la emigración de cangrejos que no acaba.
¡Hemos perdido todo,
ya no nos queda nada!

Estrella de madrugadas...
Tal vez tu gallo ha muerto
intoxicado en surrealismo.
Sólo he quedado yo...
vibrando dentro de tus llagas,
vibrando dentro
de Un Tiempo Escondido.

 

 

CUADROS PASIONALES

Grabación en MP3 Carmen Feito Maeso

Debimos haber amado
cuando empezaba la siembra
en aquellos surcos de oro
a la orilla de la sierra.

Pero seguimos los pájaros
y llegamos a una aldea
donde los rapsodas tristes
contemplaban las estrellas.

Allí, tu boca fue dulce
y tu mirada fue tierna,
y tus bellos ojos claros
libres de toda sospecha.

¡Cuán quietos ahí estuvimos!
Y nuestras voces… ¡Cuán trémulas!

Aún pasaba el aguador
por el borde de la acequia,
el viento aún sacudía
suavemente las caléndulas.

Aún subían mis versos
por un aceite de almendras
y con astrales fulgores
le daban brillo a tu trenza.

Todavía por la noche
con tus manitas de cera
sujetabas los atados
a los picos de cigüeñas.

¡Y la nube crecía grande!
¡Y tu imagen crecía inmensa!

Las gaviotas se convierten
en sombra sobre la arena
cuando ya nadie las busca,
cuando nadie las recuerda.

La gracia de los pastores
se cautiva ante la hoguera
y en las plumas fulgurantes
de gran colibrí se aleja.

Mi palabra sube al cielo
ondeando cual bandera
y tus ojos no la miran,
y en el sol ella se quema.

 

 

ÁNGELES CAÍDOS

Si es el ensueño el alma, del niño, cuando crece;
si es el rocío la lluvia de forma más serena,
¿qué cosa es el amor que nunca se disuelve;
de dónde se deriva su condición eterna?

Satán, era entre todos, tu ángel más preciado;
el único en tu cielo, con gracia verdadera;
su trágico destino, lo trajo el negro hado
que precede a la esencia de belleza perfecta.

Hoy estarás llorando por todo lo perdido;
por tu Luzbel hermoso, de grata refulgencia;
por tus querubes altos de perenne atractivo
y por todo lo que... arrojaste a la tierra.

Sus almas siguen siendo agradables destellos
que en la tiniebla humana tenaces reverberan,
mas van languideciendo en un mundo imperfecto;
cuando menos lo esperes... su luz estará muerta.

Si la forma transmigra en constantes renuevos
evadiendo el final que acecha en cada senda;
es justo que transmigren también tus sentimientos
y olvides el rencor que decretó condena.

¿De qué te sirve ahora el imperio divino
y la gran potestad sobre enormes esferas?
Si llevas en tu pecho, como pájaro herido,
un corazón que sufre por lo que más desea.

Con ojos empañados por un sin fin de auroras
perdidas en atisbos a desiertas veredas;
pasearás afligido de una en otra alcoba
buscando serafines que ya jamás regresan.

Un guante blanco cubre la mano tenebrosa,
y como niebla envuelve, disposición artera.
Después esclarecemos que lo que más traiciona;
es lo que no se va, lo que siempre se queda.

Lejos de ti, y en medio de grandes privaciones
y proyectos que implican difíciles tareas;
siguen ellos loando tu Sacrosanto Nombre,
reiterando que siempre ¡glorificado seas!

Los días de su oprobio pasan disimulados;
como agua discurriendo por acequias serenas.
Su esplendor fue por ti, cruelmente limitado;
ya nunca acudirán, cuando les grites: «¡Vuelvan!»

Vivir para recrear celestiales distritos
en la materialista geografía de la Tierra;
es la tarea noble de los fatales hijos
que sentenciaste ayer a la más cruel condena.


SEPARACIÓN

¿Escuchaste la voz del ángel nuevo
que Rilke mencionaba en sus poemas?
¿Aquel que lagrimaba con los temas
idénticos a este que ahora llevo?

Con todo lo que nace hoy me conmuevo,
y en medio de conflictos y dilemas
despierto confundido entre teoremas,
y textos que redacto y no promuevo.

Se fue la pulidora del lenguaje,
perdí mi sincretismo subjetivo,
y el asombro inherente a mi linaje.

Se quedó sin pronombre el sustantivo;
y después del saqueo más salvaje,
hoy parezco vivir… pero no vivo.

PRONTO

Debo llorar…
por todo el tiempo que se fue y no ha vuelto,
por las cosas que busco y ya no encuentro;
debo llorar.

¿Por qué reír?
si todo el mecanismo de los días
ha perdido sus formas y armonías;
¿Por qué reír?

Hoy ya no sé…
cuándo fui arado entre la negra tierra
para abonar una futura siembra.
Hoy ya no sé.

Pronto veré,
desde otra dimensión desinfestada
todo el esfuerzo que produjo nada.
Pronto veré.


SINFONÍA TRISTE

Este día... ¡Yo no sé!
siento que delira mi alma.

Van tres pobres caminando
rumbo a la verde montaña,
en sus vestidos morados
la lluvia fresca resbala.
Sin prisa, por los niveles
del corazón, alguien baja
resonando los tacones
y entonando una plegaria.
El gemir de los violines
se diluye entre las almas,
y un piano desesperado
armoniza con las arpas.
Toda la música implora,
toda la música estalla
¡Caen cirios encendidos
y la casa prende en llamas!

Yo tuve un amor ¡Tan grande…
que en el absurdo rayaba!
hoy, al saberlo distante,
siento que el aire me falta.
Quisiera extender mi mano
de pirámides y espadas
por la fría oscuridad
de las noches estrelladas;
y sujetar de las trenzas
las inmensas nubes blancas
para soltarlas de nuevo
antes de rayar el alba.

En el techo de mi cuarto
se extienden guías de parra
chispeando intensamente
formando otra vía láctea.
Cupido cae en el pasto
y las flechas de su aljaba
esencia de amor dispersan
sobre la hierba mojada.
Más que yo, nadie conoce
la indiferencia de tu alma,
es por eso que no tiemblo
cuando a mi puerta alguien llama.

¿De qué nos sirve hacer nidos
en penachos de altas palmas?
si no engendramos polluelos
que saben batir sus alas.
¡Cuánto necio hay en el mundo!
Un jinete, esta mañana,
por ir corriendo a su amor
se despeñó en la barranca.
Dicen que no era suicida
porque en su pecho llevaba
con el afán de su afecto,
persistencia y esperanza.

Estoy muriendo... ¡lo siento!
está delirando mi alma,
y no puedo contener
imágenes ni palabras.

La música está llorando,
mi locura inanimada
como vaporcillo nimio
por la tierra, libre vaga.
Y no puedo ver las luces
de tu galaxia lejana,
y todo me sabe ya
a urticante hierba amarga.
Al hablar con los espejos
el dolor de mis palabras
rebota y se desintegra
sobre las paredes blancas.
Mi quimera sube al cielo
por la gran noche estrellada;
entre coros de maitines
y redoble de campanas.

Este día... ¡Yo no sé!
siento que delira mi alma.

VISITA

Apareció y se fue…
dejando sombras de sus blancas alas
vibrando en el silencio adormilado
que reina sobre el piso resignado
de mi tranquila casa.

Mañana,
iré al lugar de nieblas que frecuento
en busca de monólogos tranquilos
que repiten los cedros y los pinos
cuando murmura poesía el viento.

¡Otra vez más;
herido por la ausencia de su nombre
en este laberinto solitario
de neurosis!


¿DÓNDE?

¿Dónde estarás ahora… dónde?
Espigada muchacha con andar de paloma.
Rezuma jugo el aire y en ese jugo un nombre
con sabor a nostalgia se revuelca y trastorna.

Los días van cambiando y muy pocos lo notan.
Todo el contento nuestro arribó y se pasó,
de quienes disfrutaron tu vida lujuriosa,
en el mundo que anda… solo he quedado yo.

Me dormí en tu cariño y nunca he despertado.
¡Yo, el que nacía y nacía en lechos de palabras
para luego volar de un labio a otro labio;
caí entre la espesura de tus lascivas ramas!

No eras otra tarde de llovizna en mi cuerpo;
personas como tú nunca dan mala espina.
Ahora es la importancia que le doy a aquel tiempo
lo que atiranta en mí la penúltima fibra.

Como errante banquete para placer de muchos;
venías cada tarde a ofrecerte completa.
Mis insinceras frases encomiaban tus triunfos
para extraer ventajas a tu conciencia muerta.

Falda de mármol tibio ¿dónde estarás ahora?
estos días egoístas dicen que ya no existes.
Tal vez hoy solamente vives en mi memoria
dándole besos largos a mis recuerdos tristes.

 

 

PLAN SENTIMENTAL

Íbamos a ser felices;
trabajando mutuamente en nuestro afecto,
ahorrando diariamente las ganancias
para luego...
especuladoramente el superávit
ir reinvirtiendo.

Íbamos a ser felices;
a costa de algunos sacrificios,
sin malgastar en cosas redundantes
ni disipar en vicios.

Teníamos formulado ya el proyecto
que nos daría completa autonomía
después de algunas privaciones;
un poco de paciencia,
y... agonía.

Eran los días del amor y euforia,
-soñábamos igual que adolescentes-.
Nos veíamos en un breve futuro
coexistiendo entre las buenas gentes.

Pero se fue a pique el presupuesto,
y llegaron la neurosis y el enojo
a dar al traste con aquella empresa
que no pudo sortear un saldo rojo.

Por no tener recursos suficientes;
se fue nuestra ambición corporativa
a una irremediable bancarrota
dejándonos boqueando panza arriba.

Los besos y caricias que nos dimos
fueron desembolsos invertidos,
irreflexivamente,
en inútiles pagos
a un activo fijo.

Fuimos dos socios
calculadores y llenos de temor.
Y así no se conduce en los negocios
del amor.

 

 

 

A UNA AMIGA

No puedo confesarte lo que siento,
ni describir la cruz de mi agonía;
preciso es ocultar el sentimiento
que aspira solo a amarte... ¡Vida mía!

Este secreto desespera mi alma,
no existe forma de apagar el fuego
que desconcierta el orden de mi calma
cuando examino tu cordial apego.

Ningún ardor en tus pupilas veo,
solo amistad tu corazón abriga;
si revelara mi febril deseo,
podría perder a mi mejor amiga.

En vano aspiro a que tu juicio advierta
lo que esconde mi voz... por cobardía.
Eternamente quedará encubierta
la obstinación intensa que me guía.

La paz que experimento al contemplarte
y el gozo que me brinda tu presencia;
me obligan a vivir sin declararte
la más voraz y tierna confidencia.

Cuando cercano tu respiro escucho,
mis labios tiemblan y mi voz se trunca;
y encubro todo porque te amo mucho
y no quiero perderte ¡Nunca... nunca!

Cuando en la cumbre de apacible sueño
escuches voces, sin saber de quien,
será mi acento que en rebelde empeño
porfiadamente te susurra "¡Ven!..."

Continuamente a la mortal pelea,
desesperado, suelo regresar;
como Sísifo vuelve a su tarea,
como el agua revierte siempre al mar.

Si te molesta lo que ahora escribo,
olvida mi espontánea claridad;
prefiero la tibieza que recibo
a perder por completo tu amistad.

 

 

SIRENA

Cuando entonaba la cigarra
resecas canciones de verano,
te volvías mujer
cerca de mí.
Dije que te llamaría; "Sirena"
por tu olor fresco de agua,
porque eras tú, y no eras
en mi casa de luces, la habitación pequeña
que el tiempo y yo buscábamos
en los domingos largos
para poder vivir.

Hoy dicen que está hueca y despoblada mi alma,
que por eso no tengo ya cósmicas palabras.
Dije muchas locuras sin que nadie me oyera,
luego me fui doblando idéntico a las velas
que arrían los marineros
antes de la tormenta.

Ya nunca vino alguien que me supiese a ti,
y tus lozanos brazos y tus lozanas manos;
como todo lo orgánico un día maduraron,
y después del estruendo... ya nunca más te vi.

Nos iban a nacer espejos en el rostro,
se iban a abrir ventanas con síntomas de alivio;
cuando tú me dijiste: "Puede que yo me vaya"
Y todo se hizo oscuro... y te tragó el destino.
Ahora... es muy poco lo que tengo de ti.

 

 

 

LAS MUJERES DE MARGARITA

Donde todos se burlan del otoño,
de las puestas de sol y de las albas
que hubo ayer,
tengo mi harén.
Me lo dio Márgara…
antes de volverse loca,
antes de marcharse a investigar
el humano genoma,
antes de lanzarse a construir
bombas atómicas,
antes de irse a buscar a un recién muerto
que se llamara Lázaro.

De las huríes que me dio,
algunas están ya muy besadas;
otras tienen genuina piel morada,
pelo lila o rosáceo…
y ojos que adivinan mis palabras.

Nunca se enfadan
si llego tarde a casa,
ni me engañan
con hombres de frases enmieladas,
cuando salgo con mis bueyes de silencio
a cultivar almácigas.

Ahora, tengo un norte;
ojalá nunca Márgara
recupere su salud mental
como Don Quijote.
Ni regrese a pedir
que le devuelva sus mujeres.
Ojalá Márgara…
sea como esas abejas que se pierden
en los campos de alfalfa.

En mi alrededor…
la tierra ahora respira,
sube y baja su pecho
lleno de flores y de espigas.
Música de flautas de carrizo
corre por mi serrallo,
sale por los postigos
y busca altoparlantes
para decir al mundo
que las mujeres de Márgara
son felices conmigo.

 


GEODESIA

Todo me hizo solitario
como al Rey de los Miedos,
como al autor de la prosa que resbala
sobre líneas geodésicas
para caer desde las faldas de los globos
hasta la tierra.

Me quedé solitario
en mi casa de verbos.
Solitario;
como aquellos búhos de mi pueblo
que lanzaban por sus ojos
rayos de luz fosforescente.
¡Últimas muestras de su vida antigua
en este gran hervor de desaliento!

Nadie tiene un mañana.
Nada tiene un mañana;
ni siquiera el hermosísmo poema
que le escribí a Nazaria.

Tengo un pánico nuevo
que no saben curar los religiosos,
ni saben atender
mis amigos de lejos.
En días como este, me pesa el estar solo
y lejos de mi reino.

Ya no ondean frente a mí
las banderas de flores,
ni banderas de voces
jóvenes, de otro tiempo.
Me quedé solitario
y lejos de mi pueblo.

 

RÍO PILÓN

Este lugar del río,
tiene el espectro de mi voz herida.
En las noches de frío
recuerda la suicida
llamarada celeste de mi vida.

Por eso vuelvo a él
-sin que me agobie sed devoradora-,
a plasmar en papel
el prisma de la hora
más irisada y alta de la aurora.

Navaja de palabras,
corta de nuevo luz a las estrellas;
que miran cuando labras
la obra en que destellas,
admirando la forma en que la sellas.

En este sitio largo
que se prolonga hasta alcanzar el mar;
hubo un momento amargo
que se dignó a esperar
las rosas de esplendor crepuscular.

Refulgencia distante
no comprendí mi daño cerebral,
ni el ondular constante
de la savia inicial
aprendido a este río inaugural.

DECAÍMIENTO POÉTICO

Ya no tienes la fuerza tenaz de los judíos,
eres piel encubriendo sentimientos amorfos.
Por débil, un azor, altamente agresivo;
con su pico ganchudo te sacará los ojos.

El momento cansado, el momento del hombre,
el momento que rumia silencio en las montañas,
el que examinan todos cuando llega la noche,
ha perdido el poder que le daban tus alas.

Arrabal de respuestas en negro desconcierto,
eres caldo anodino burbujeando en el día.
No te sirve de nada lo que llevas adentro,
eres un artesano desperdiciando arcilla.

Todo lo que aprendiste, no servirá a tus hijos,
les dejaste una herencia de cifra agonizante.
Debes dormir ahora en el pecho sin ruidos
de aquella pitonisa que bendecía tu sangre.

 

A RUBÉN BONIFAZ NUÑO

Ha llegado tu voz como débil canoa
flotando sobre el agua de río imaginario,
vadeando los arbustos de la inútil zozobra
y el cenagal tranquilo donde arraiga el milagro.

Para ver su llegada, pájaros demenciales
han tomado la cresta de los viejos sabinos,
y las ranas croando mil excéntricas frases
urbanizan el aire que golpea sus oídos.

De las cuevas cerriles, históricos jaguares
han llegado a esperarla al pie del arco iris;
se mueven en espejos reflejando su clase,
pero su paso es lento, subterráneo y difícil.

Tu voz llega de pueblos, donde cantan los gallos,
ondeando en las caderas de fabuloso río;
da lecciones de esgrima a todos los muchachos,
es un farol en medio de un kiosco pueblerino.

Admiro su luz clara porque soy cuento negro
que arrastra en la neblina una capa de sombras,
me apoya la sonrisa de una madre, allá lejos,
al andar el camino del fatigado idioma.

Tu voz de obligaciones me encontró en la intemperie
que se amplía y amplía y luego se reduce.
¡Inadvertidamente! así todo sucede;
por quererlo el destino y por ser la costumbre.

Tu voz vino ya tarde, pero quizás a tiempo,
el retraso del bien es tal vez aleatorio.
Eso no interesó porque vine al evento
no necesariamente, como un menesteroso.

 

A VICKY

Lleva tus inquietudes a carnavales grandes
y a fronteras lluviosas donde existen los ruidos;
que escuchaba Altazor en el pico del Andes
y escuchaba Tarumba en su rincón de olvidos.

Te miraba de lejos y cerca te sentía;
preñaba tu razón con mi larga experiencia,
vigilaba tu cosmos, y vigilar quería
el murmullo febril de tu corta existencia.

Esos mundos de gloria que soñaste, eran uno.
El momento ideal se nos presenta a veces
cual cielo encapotado, cruelmente inoportuno,
al ir a ver al mar iridiscentes peces.

Inventa otras visiones de matiz adecuado,
lo que abraza el afecto, si se marcha, no vuelve;
es lluvia que las nubes se llevan a otro lado
y el distraido sol en el aire disuelve.

Ve por los corredores de viejas galerías,
con diurno desahogo, sujetando miradas.
Advierte que tu noche es luz de claros días
vagando por el bosque de fantásticas hadas.

 

 

WALPURGIS

(Grabación en MP3 por Rafael Taibo.)
Composición musical y acompañamiento al piano de:
Josué Bonnín de Góngora.

Un Duende estaba soñando
que tomó un camino largo,
siguiendo a los pavorreales
de plumajes irisados.

En la marea de sus ojos
se presentaron dos magos;
dos ancianitos barbudos
airadamente... gritando.

Sobre la copa de un árbol
aparecí yo flotando
¡Y esfumé a los hechiceros
con mis poderes de encanto!

Esparcí unas "luces malas"
en el tenebroso espacio,
y lentamente en el duende
fui mi cuerpo transformando.

Huummmhhh! ¡Oooommhhh!
¡Arieeeeeeeeeeeel iiimaaahooo!
¡Huuummhhh! ¡Oooommhhh!
¡Arieeeeeeeeeeeel iiimaaahooo!

Metamorfosis de luna,
primer huracán de mayo
¡Este cuerpo de leyendas,
por mí, se encuentra ocupado!

Pedí que ¡Presto! Vinieras...
y con el cuerpo inclinado
te revelaste en el cielo
con hermoso pelo largo.

Con amuletos de hierba
cortada en un Viernes Santo,
por tu bienaventuranza
conjuré a todos los pájaros.

-Por el aire de la noche,
por las regiones de abajo,
por los picos de la sierra
y por el llanero caos.

Conjuro a todas las aves
y al quinto sello del hado;
para que guíen su persona
y dirijan... su caballo-.

Sin que tu madre lo viera;
con diestra y siniestra mano,
yo mismo ensillé el corcel
más alto que tiene el diablo.

Sujeté bien tus espuelas
al talón de tus zapatos,
y ceñí unas chaparreras
a tus muslos abultados.

Ascendiste a la montura
con ligerísimo salto,
y en el centro del corral
grité yo, desesperado:

-Ve a buscar a las montañas
corazones desterrados,
ve a buscar proselitismo
para tu mágico encanto.

En el árbol de la sal
¡Hunde tus dedos amargos,
y saca los dioses grandes
para que pueblen los campos!

Te fuiste desvaneciendo
entre remolinos blancos,
y entre filos destellantes
de brillantísimos rayos.

Velozmente por el cielo
iban las nubes volando,
la noche se destruía
en el canto de los gallos.

Cuando llegó la mañana...
tu madre estaba llorando;
con alas de mariposa
le secaba yo su llanto.

-¡Anoche escapó tu hija
montada en negro caballo!
Hoy andará por la sierra
en aquellos picos altos.

Se hundió en aquel horizonte
de cañadas y barrancos,
donde vuelan las cenizas
de espíritus emplazados.

Andará en los manantiales
que alimentan estos lagos,
despertando exaltaciones
en ojos atormentados.

¡Los seres de la montaña
tienen corazones malos!
¡Traen la suerte miserable
de "Estebanico el Hallado"!

Pero los ama y los busca
con renovado entusiasmo
¡Ojalá, cuando regrese,
ya no pueda recordarlos!

Cuando el duende despertó
del fantástico letargo;
como dos fantasmas grises
nuestras almas se cruzaron.

Yo dejaba un aquelarre,
él dejaba sueños largos;
para intercambiar los cuerpos
en la arteria de milagros.

En sus ojos había pavos
de plumajes irisados.
En mis ojos, una imagen
montada sobre un caballo.

Crecieron como la hierba
recuerdos grandes y amargos,
en la huerta solitaria
de alucinados naranjos.

Luego llegaron los cuervos
y en el pico se llevaron
el sueño que me inspiraba
poemas extraordinarios.

En profunda soledad
dos elementos quedaron;
uno, gestante de olvidos;
otro, siempre recordando.

 

TRANSFORMACIÓN

Emergeré apacible en el mundo del sueño,
con el rostro azotado por nieblas fantasmales;
y vagaré en el cielo, cubierto de silencio,
llevando entre mis ojos las hogueras de antes.

No tendré ya la fiera potencia de los rayos
que dan a las tormentas segundos abusivos;
y dejan la corteza, blanda, de los pantanos;
envuelta entre los gritos de árboles caídos.

No seguiré la noche con horribles jaurías
de colmilludos astros y lunas descompuestas,
ni golpearé la espalda de la tierra dormida
con ardientes meteoros y colas de cometas.

No fundiré perfiles de las cosas pequeñas
que guardan la semilla de mi brillante cosmos,
ni sembraré en el mundo castigos y tragedias,
ni execrables momentos de cosas en trastorno.

Estaré en la armonía, con sonrisa oportuna,
pegado a los vitrales históricos del tiempo;
recordando praderas donde la virgen bruma
a nadie permitía ver las puertas del cielo.

Con gesto reposado, con cara alucinada,
buscaré manifiestos de los últimos pactos;
sin poder explicar los estados del alma
que jamás encontraron caminos en los campos.

No trataré de hallar desvanecidos puertos
al ir por el recinto de las grandes estatuas;
todo habrá terminado sin grandes argumentos;
entre riñas triviales e inútiles batallas.

 

EL POTRO

El potro se fue a la mar
y la mar estaba en calma,
soñando con barcos nuevos
y griteríos de piratas.
Potro que sin brida llega
con la crin enarbolada,
con estrellas en la frente
y lunas en la mirada;
pisa mantos de coral
con pezuñas de obsidiana
y al pisarlos manifiesta
la danza de la mañana.

En sus ojos resignados
lleva empuje que desata
la trepidante violencia
de fuerzas huracanadas.
Su potente resoplido
al inmenso valle de agua
con juvenil imprudencia
desafía y amenaza.
Mas... potro que se desboca
sin bridas y sin albarda,
ya sin sujeción alguna,
inminentemente... ¡Estalla!

Al ritmo de su trotar
quiere dar afecto y calma
una tarde borrascosa
que llega desesperada.
El meditabundo sol
con enrojecida cara
por enrojecido cielo
hacia el occidente marcha.
Y se presenta la noche
de galaxias coronada,
y encuentra al potro en el mar,
en el mar de pentagramas.
El viento se desmenuza
exhalando quejas largas,
enviando al potro mensajes
con ardientes bocanadas.

El potro ya nada escucha,
tiene la mente embriagada;
lo propulsan acordeones
y rasgueos de guitarra.
Llena de espectros y duendes
la arena de melodramas,
llora pensando que el potro
nunca volverá a pisarla.
El sonido de los cascos
y desgobernada gana,
ha despertado maligno
deseo en esferas altas.

En la tiniebla infinita
sin indicación de alarma;
un ruido de escaramuza
vino a perturbar el agua.
Mil relinchos inocentes
se escucharon en la playa
cuando la perversa noche
extendió su mano larga
y tomó al potro que fue
a la mar, estando en calma.
Se desvaneció del mundo
la adolescente pujanza;
y la techumbre del cielo
tuvo más puntas de plata;
cuando El Potro se perdió
en las geodésicas rayas
para ser constelación
en las noches estrelladas.

 

VERSOS ANODINOS

En este amor de museo
dos almas analfabetas
partieron a ver el mar
por distintas carreteras.
Una, llegó a los escollos,
otra, a dormidas arenas,
una declamando versos
otra escudriñando perlas.
Ambas reptando en la noche
como dos ciegas culebras;
ajenas completamente
a su propio ecosistema.

La clase que practicamos
no la imparten academias,
lleva fría oscuridad
donde cantan las estrellas.
Es un vago simbolismo
con imágenes y temas
que nos revelan prodigios
donde ríen polichinelas.
Lleva oculto magisterio
como las historias griegas,
y un azar lleno de cosas
sin mucha delicadeza.

La técnica del silencio
era triste flor de menta,
que yo olfateaba por dentro
y tú ignorabas por fuera.
Me dolía vivir lejos
considerándote cerca;
ahí en los árboles grandes
de mi apartada alameda.
Me dolía en las entrañas
ser como un reloj de arena
que ya nadie utilizaba
y al cual nadie daba vuelta.
Me sentía un ser burlado,
y ponzoñosas afrentas
de mi boca resbalaban
para llegar a tu fiesta.

¿Escuchas cantar los gallos
en el fondo de la huerta?
¡Es el trajín de la noche
que se acerca y que se aleja!
El rocío está cayendo
como una llovizna lenta
sobre dormida intemperie
de vasta piel indefensa.
Cuando llegue la mañana;
el árbol de los que sueñan
borrará de las memorias
las huellas de la tormenta.
Y concederá un abrigo
al gorrión de las leyendas
que narra historias felices
y a los que sufren consuela.

Hoy no vendrán los rancheros
porque lloviznó en la sierra,
tal vez salgas a buscarlos
llevando un cordero a cuestas;
él, con balidos distantes,
estrujará la corteza
de las almas que están lejos
y las almas que están cerca.

¡Dios mío! ¿Por qué no hiciste
mi corazón de madera?
¡Para vivir sosegado
como el agua de la acequia!
Y para estar solitario
como una de aquellas piezas
que al terminar algún juego
sobre los tableros quedan.

El embrujo de los montes
abandonará tu aldea,
no estará presente, cuando
el encantamiento muera.
La luna y el girasol
no se persiguen ni mezclan,
son almas desconectadas
en la histeria de una fiesta.
Engranes trituradores;
las moscas, sólo frecuentan
en dulcificados tiempos
de suculentas moliendas.
El viento dice que pases;
¡Que no entres! Dice la niebla,
y en ninguno reconoces
la voz que ahora me queda.
Y luego te desvaneces
en una llovizna lenta
que golpetea la calle,
escribiendo... una leyenda.

 

 

TU PUEBLO TAMBIÉN

Tú sabes bien que llueve
en este pueblo,
esa luna mojada
y el sol enfermo
van a causarle daño
a tu cerebro.

Juegas a la inocente
por largo tiempo,
sin bosquejar más planes
y yendo al templo,
pervirtiendo tu mente
en el silencio.

Este villorrio tiene
aburrimientos
donde cantan los gallos
y los jilgueros
e intermitentes balan
los corderos.

Hice mal en traerte
a este suelo,
porque en todas las frentes
ves un lucero;
eso roba a tus noches
quietud y sueño.

Tienes la mala suerte
del deshonesto,
y la fiabilidad
del embustero;
eso, a mi corazón
causa desvelo.

Nuestra miseria a veces
es un ejemplo
casi desconocido
por fuera y dentro.
Eso, muy lentamente
nos va perdiendo.

 

 

CABALLERANGUITA

¿Adónde vas amiguita
sin armas en la cadera,
sin maquillaje en el rostro
y sin pintura en las cejas?

Espoleas tu caballo
por las faldas de la sierra
donde pinos misteriosos
murmuran, callan y tiemblan.

¿No temes a los bandidos
que asaltan en la frontera?
¿No temes a los fantasmas
que pueblan la noche negra?

Es triste mirar volar
la cola de tu montera
en atajos peligrosos
y peligrosas laderas.

Yo me quisiera afligir
al verte así, bandolera;
pero me cansó el trastorno
de tu vida aventurera.

 

PROFETA

Empecé a olvidar los nombres de las cosas
un día, sacerdotalmente, tranquilo,
tranquilo y blanco como el bórax;
el bórax, que volaba en el camino.

Busqué la rama literaria
con mirada de anciano y voz de niño;
de niño cruel que destruía el árbol,
el árbol del druida que no vino.

Después anduve organizando flores
que gente le llevaba a Jesucristo;
Jesucristo, el poeta de la tarde,
de la tarde ambarina en que vivimos.

 

RIADA

Sólo un pequeño aroma queda de nosotros,
de la bestia que había entre nosotros
buscando el tórax de las flores.
Sólo un pequeño aroma que ha trepado
buscando luces celestiales
que ayer brillaban en la piel
de nuestros nombres.

Un poeta
vibra cósmicamente en una choza,
escribiendo una epístola
que habrá de ser leída
en el nostálgico y apesadumbrado matrimonio
del Después y el Paradigma.

Las aguas están desparramadas
sobre un valle lejano de colchones,
y sobre un mar de vientres
con estridencia de cigarras.

El fango resbala
por gavetas de armarios sin reacciones,
por gavetas que albergaban
la ropa perfumada
de jovencitas con integridad Judeo-Cristiana.

Los árboles cayeron
bajo el narcótico instantáneo que se extiende
por el plan inmenso de las sombras.
Cayeron bajo el golpe de la riada,
observando las nubes que en el cielo,
innecesariamente, andaban.

Vengo de hablar con otros y me han dicho:
-Vimos pasar el agua
felizmente diciendo
que iba rumbo al mar
a besar las bocas irisadas
de langostas y peces
que tienen muchas almas-.

También me dijeron
que el pueblo agoniza arrinconado
en los añosos troncos de sabinos
pensando en las cosas
que hay por hacer mañana
cuando el sol haya horneado el barro en los caminos.
Y que una perra,
nutrida por tristezas,
se ahogó en la suspirante noche
por no querer abandonar sus hijos.

Y que se ahogaron
los siete hermanos nonagenarios
de Juan sin Tierra,
pensando en los besuqueantes labios
de mi traidora amada.

La lluvia,
llegó de noche y embozada,
estuvo cayendo sin cesar
sobre el pellejo azul de la montaña.
Luego...
empezó la riada.

Unos dicen que vieron
flotar en su morena panza
al dragón de Merlín
tatuado en la piel de una naranja.

Yo también lo vi todo
desde mis pesadillas altas.

 

 

ECLIPSE

Me dijeron que todos volvieron ese día
trayendo una paloma que hablaba de los montes;
andaban en el pueblo de la Azul Sinfonía
paseando cual manada de jóvenes bisontes.

Todos buscaban algo y tenían estrellas
en el pecho, en los ojos y también en las manos.
Todos amaban algo, mas no dejaban huellas
de sermones; en pueblos, metrópolis ni llanos.

Yo seguía en el eclipse, meditando callado.
Ellos eran peldaños de mi firme escalera;
tal vez sin darse cuenta afilaban mi arado,
también fertilizaban mi antigua sementera.

El día que me brindaron innumerables cosas,
me hablaron de procesos con sus bocas hostiles.
Decidí confiscar sus flores luminosas
para formar con ellas más radiantes abriles.

Quiero imponer la forma de la nota que llevo,
en la fresca membrana de todas las semillas;
y ubicar el sistema que rija un Mundo Nuevo
donde resuene el eco de las obras sencillas.

Empiezan a bullirse las jóvenes serpientes,
otras siguen durmiendo aún entrelazadas;
soñando con escritos de frases incongruentes
y escuchando consejos de Bretones y Dadas.

Los términos, cambiados; van desapareciendo,
poco a poco la cara más grave y malherida;
va adquiriendo la fuerza de potente berrendo
y el pergamino blanco empieza a cobrar vida.

Macbeth en su palacio, observa desafiante,
una arboleda grande que avanza decidida;
no sabe cuántas horas le quedan por delante,
mas sabe que está cerca su inminente caída.

Esta vez el engendro brotará de tal suerte
que no habrá quien detenga su fuerza destructiva,
habrá conflagraciones, donde quizá la muerte;
después de la hecatombe, tampoco escape viva.

 

EL ÁRBOL

Se está vaciando el árbol por la herida más grande,
por esa herida vieja que ya no cicatriza.
Los caracoles suben como vendajes largos
por la dura corteza, a salvarle la vida.

Se está quedando solo en la llanura verde,
allá en el desamparo de oscuros mediodías.
Un tesoro de ritmos le llega desde lejos
y un aroma impreciso le cae desde arriba.

En medio del silencio que satura a la tarde,
burla sufre y desprecio de extrañas comitivas;
al querer explicar sus agudos misterios
las palabras del árbol se manifiestan frías.

De caridades vive, pero tal vez lo ignora,
poco a poco la sombra deja de ser su amiga;
su languidez proyecta sobre la fresca hierba
una ilusión que a todos causa piedad y risa.

Sopla para los otros abanico del aire,
este árbol perdió su piel de melodías;
la falda de la noche ocultará su viaje,
estas últimas horas que vive... son las mías.

 

POEMILLAS

Esta noche no duermas.
Grupos de niños y mujeres
vuelan por encima de las calles.

Es muy extraño todo…
yo no puedo explicarte.
Algunos me dijeron
que se ha enfermado el aire.

Esta noche no duermas,
no salgas como antes;
defiende bien tu nombre.
Hasta oír aleteos
de querubines y ángeles.

II

Un sol cansado
veía desde el oriente
mujeres sin arreglo.
El amor había muerto
entre sus pechos.

Mi vida se iba con el tiempo.
El último minuto,
tercamente
volvía sus ojos
como un duende rebelde.

Yo seguía adormecido
sobre un óleo joven,
observando un fantasma
terriblemente enorme.

III

Hoy asumí la forma
de un pájaro prehistórico
y volé con las aves
que empuja el frío al sur.

Azul,
inexplicablemente azul,
iba yo;
a buscar norias
y azahares de naranjos,
a buscar fragmentos
de un pasado hostil.

A buscar el texto defectuoso,
iba volando yo,
frío... azul... feliz.

IV

Te amo,
reverberas en letras,
nunca te apartas de mi alma;
abres puertas y ventanas
a las palabras.

Te amo,
eres una lámpara
con una mecha lengüeteando
la textura diáfana
del corazón humano.

V

Mantuve este sentimiento,
para volar.
Lo defendí porque lo quiero,
nunca le hice mal.

Glándula del aire,
crin llena de perdones;
distorsionada hierba en un baile
sin insectos comentadores.

Maullaré otra vez entre las cosas,
graznaré otra vez entre las noches,
croaré otra vez entre rosales
viendo morir las flores.

 

MAREA

Eras un gran presente en las manos del arte,
mis voraces pupilas te veían con anhelo;
amando los contornos de tu marmórea carne
y ahogando tu recuerdo en constante desvelo.

Tu nombre aparecía en lugares previstos
mi enflaquecida voz irrumpía en tu senda;
el flujo y el reflujo eran siempre los mismos,
tirando y empujando a la inútil contienda.

Estábamos los dos en el mismo universo,
bajo la misma sombra y las mismas estrellas;
con el mismo lenguaje, dentro de un mismo cuerpo
coincidiendo en las horas formidables y bellas.

Hoy eres sólo un cauce definitivo y largo
donde ya no verdea la planta de la flor,
señoreas la noche desganada, y el canto
es una piel sin brillo en la fiesta de amor.

Dulcificado el aire buscaba tus reflejos,
innumerables voces usó para llamarte;
pero el desecho rumbo lo encaminó al desierto
y nunca más ya pudo vivir para adorarte.

Jamás adivinaste la sílaba torcida
que llegó a tus jardines, con estructura alterna,
ella ahogaba tus flores; pero como el Mesías...
propulsaba tu imagen hacia la Vida Eterna.

Nada comprendo ahora, vago por un camino,
apoyado en las reglas de antigua geometría;
llevo la indumentaria de un extraño bandido
que roba a los viajeros al crear Poesía.

 

JINETE

Yo quería destrozar con rayos de mis ojos
todo lo que escondías en la matriz del cielo;
para verte en la noche, casi toda de hielo,
prodigando a la tierra solamente despojos.

Con los que te adoraban estuve yo de hinojos
admirando grabados de un hermoso pañuelo
que contemplaron pocos, porque tú con recelo
lo volvías al Cuarto de los Siete Cerrojos.

Venir yo de tan lejos con esta voz suicida
en busca del Edén que tu alma refería
en una historia larga por todos conocida...

Y encontrar en tu juicio muerta la luz del día;
¡Porque comiste el fruto del Árbol de la Vida
y un hechizo cayó en tu sabiduría!

 

DESTRUCCIÓN

Tu luz… tu tibia luz… tu luz de siempre,
huyendo por la boca de la noche
para volver después más delincuente.

Tu voz… tu agria voz… la que conoce
agujas que existen en mi lengua
y el estilete adjetivesco... enorme.

La noche sigue haciéndose perpetua;
es un ramillete de alaridos,
y es líquida memoria ya sin temas.

¿Has visto mi sonrisa en los caminos?
¿Verdad que te parezco un ángel blanco?
¿Verdad que soy tu hijo más querido?

Mi afable oído te estará escuchando
en el velorio del "Espurio Eterno"
¡Cuando este se derrumbe en el quebranto!

¿Verdad que te parezco un ángel bueno?
¿Verdad que te parezco un ángel blanco?
¡Atento siempre, tu respiro oyendo,
todo el furor de tu rencor amando!

 

INDIFERENCIA

¿Quieres saber en donde la ternura
vio malogrado al fin su último intento?
¡En el filón de sombra y descontento
que desplegaste ayer en la llanura!

Voy a encerrar mi voz en la clausura
penosa que regala el sufrimiento;
para anular lo absurdo de este evento
qué fue otro testimonio a mi locura.

El tiempo traerá indiferencia
y la pasión se quedará dormida
en el mar del olvido y de la ausencia.

Tú en mis recuerdos vagarás perdida
como otra flor llegada a la existencia
por el costado erróneo de la vida.

 

 

 

ALMA

En la tierra de luces;
patria de Alma,
hay norias que reflejan
nubes que pasan,
nubes viajeras,
proclamando en el cielo:
"Ella... se ausenta."

Alma nació mirando
un sicomoro,
que se agitaba en sombras
llenas de polvo,
llenas de olvidos,
sobre cántaros grandes
hechos añicos.

Hoy ha crecido y tiene
en la mirada
una provincia grande
llena de calma,
con arboledas
casi sentimentales
como las huertas.

Lleva inmóvil estrella
sobre su rostro,
y resplandor de hierba
fijo en los ojos.
Los surtidores
en irisadas aguas
muestran su nombre.

Alma, dirá algún día:
-Poeta ausente
hoy recuerdo tus charlas
y afuera llueve.
Mi vida escucha...
¡No es la lluvia de antes,
es otra lluvia!

Yo la veré de lejos,
mientras declamo
para jóvenes tristes
de pelo largo,
mi Poesía...
¡En el espacio grande
de la otra vida.!


INSANIDAD

-Se burlan de ti-...

¿Quiénes se burlan?
¡Ah! Sí... esos fantasmas blancos
con la soga en el cuello, con el hacha en el cráneo
y el cuchillo en el pecho;
esos fantasmas infartadores
que llegan por las noches a turbarme,
por las noches que hicieron
las estrellas
con chapopote negro.
Me han dicho que vienen de poblados
surcados por caminos donde todos se pierden;
son gente charladora y cabezuda.
¿Qué modisto transvesti' les haría esos trajes
con alburas de luna?

-¡El pueblo entero se burla!-.

Tienes la cordura
descuartizada por navajazos estrelleros;
siempre me ves desmusculadamente
con tu mirar burlesco.

Por todas partes veo columnas
de ominoso y norteado vapor negro;
me estoy volviendo loco, no duermo.
Qué cuartelera salió mi esquizofrenia,
no me deja dormir… sólo sesteo.

-Sospecho que te estás haciendo-…

Algo se reproduce en medio de las huertas,
algo con parranderos ojos;
y no es hierba amargosa
ni es zacate johnson.
¡Sal -te digo- a investigar!
¡Pero tú qué investigas?
No tienes curiosidad,
no tienes balance ni poder,
de esos que da el Zen.
¡Perdónala Señor…
así llegó a esta zumbidera vida!
¿Por qué no saliste indagadora,
simbólica... psicótica... y exótica...
y comadreadoramente móvil?
Debido a tu falta de neurosis
todos se dieron cuenta… ¡Menos tú!
que llegaron los Ovnis.

-¡Dice el pueblo que eres un lunático!-.

¡Pero el pueblo qué sabe de los ágiles iones,
o del ácido ascórbico que hago con cumeno?
Ellos prefieren leer en los periódicos;
golizas' que dieron sus equipos
o resultados de boxeo.
Ellos nada saben de substratos
ni de las reacciones exotérmicas
que el cobalto
causa en el syn gas y el propileno.
Llega hasta mí…
dame caramboleros besos…
besos salseros…
de esos que intercambian las domésticas
con los domésticos.

-¡Deberías ver un psiquiatra!-.

Trajeron la nodriza de labios nacarados
a besar a la niña,
esta traía flores de cristal
en su frente, mejillas y mandíbulas.
¡Hundimiento de cunas!
¿Porqué casi todo lo que críamos
contesta con un "¿Eh?"
a nuestras preguntas?
Ya no copularemos en días de esquizofrenia,
ni a la sombra de pinos que cantan como tiples.
Hay delitos encumbradores.
Un gran mistificamiento se nos fue con Mambrú
a la guerra lisérgica.
Ha de saber usted que ya tengo sesenta
y soy de los 'sesentas'.
Mi mano cultivaba parchecitos de 'hierba'
escondidos en huertas.
¡Así serán los querubines que amas!

Grueso racimo de uvas es tu pelo.
Igual que las bacantes; con aullidos velludos
destripas congaleras pesadillas que tienen todos
los… de podridos sueños.
Resulta que su acta amarilla le dijo
a esta loca madona
que había nacido hombre
y se llamaba: Anselmo.
¿Qué haremos con la niña,
si aún está en lactancia?
No se puede quedar
con este absurdo ser
que cree ser la Artemisa
que adoran en Efeso.

-Adiós-…

Vete… vete…
tú no supiste defender mi nombre
de las ideas que achican
y hacen todo…
ruralmente…
deforme.
El viento se irá a regar palabras
sobre audiencias sin oídos,
y en la tierra de plástico y papel
que tragó la resonancia de mi corona al caer
una niña siempre jugará…
y yo siempre la escudaré de la cordura
de los hombres.

CERCANÍA

La compasión del sol hoy me concierne
porque puse las letras de mi nombre
en plantas que se elevan como pinos.
La euforia de la forma se recobra
muy lejos de los climas familiares
cercana a todo lo que ya no oprime.
¿Porqué no morirán estos momentos
que zumban en rincones de mis labios
con ruidos de un tumulto de elegías?
Tal vez perdí mi sitio entre banderas
izadas en ayeres sin mañanas
por teorizantes manos de los sueños.
Mis rayas limítrofes aún cruzan
con piernas temblorosas, cumpleaños
que debieron perderse en laberintos.
No quiero terminar restauraciones
donde nada hay pintable o reintegrable
ni dios a quien rendirle pleitesía.

Ha muerto mi interior dentro de placas
que bendicieron curas ordinarios
con agua de sarcasmo e ironía.
No propongo con lengua de gatillo,
hoy mi voz se desliza dócilmente
por delgados resquicios de ventanas.
Simulo ser lenguaje acicalado
que apedrean miradas enemigas
ignorando que soy inmune a burlas.
Todo es infructuoso en este mundo,
soy letra de canción que no quisieron
baritonos, tenores ni sopranos.
Estoy a punto de abordar el rato
que ha de llevarme al pueblo de silencios
que esconde nuestra imagen a memorias.
Morir con la dialéctica aplastada
por hordas de cegados delincuentes
es un destino que perturba a Dios.

Los gallos peregrinos se llevaron
mis guías y los mapas de caminos
que llegan a las cuevas solitarias.
Actuales persuasiones no fascinan,
fumaredas vocálicas se pierden
en la pseudo-importancia de su centro.
Es inútil crear, todo es inútil...
nuestra apatía huele a bancarrota
y a facciones de rangos desprovistas.
En la porosa boca del olvido
terminan las artísticas desgracias
y las sombras de quienes las forjaron.
Imposible es guardar lo inarchivable
con la pompa ridícula de epígrafes
que intentaron un arte defender.
Debo llorar un rato, cuando pueda...
el minúsculo rato necesario
que estas situaciones ameritan.

Rían por mí cuando se encuentren solos
oyendo el carcomer de las especies
en el arca de lágrimas y flores.
La musa que se fue no ha regresado
me ha dejado un abismo de respuesto
en donde bosquejar con impotencia.
Ya no sigo caminos verticales,
he abandonado el novelero cuerpo
en reinos del ajenjo y de azahar.
Sonámbulo... con alma desalmada
y fuerte adrenalina de pasiones
construyo la tendencia que divide.
Hoy la ciudad que vive enmascarada
por eternas murallas de la lluvia
democráticamente me requiere.

Polémico y alegre quiero ir
ahora que ya empieza a oscurecer.
¿Porqué será que en la agonía suprema
nos invade el instinto de emigrar?

 

EN LA ETERNIDAD

Algún día…
en una tarde ramajuda
llena de cerdas y ceniza blanca;
vas a llegar etéreamente
a acariciar mi calavera extraña.

En ese mundo fantasmal
donde ya nunca llueve,
y el ojo frío y funeral
acecha como búho amenazante
pero a nadie conmueve.
Me tocarás con tus huesudas manos,
y no podré verte.

El tribunal de tus caricias
me habrá perdonado,
en una corte espectral
sin fiscal ni jurado.

El silencio ahí será más hondo,
y mis ruidos humanos
habrán quedado lejos…
resquebrajados...

Disfrutaré el manoteo tuyo
escuchando el sermón
de quien fue mi verdugo.

En esa vida,
en esa casa de ónice,
seré únicamente para ti…
Y mi esqueleto blanco pensará
que fue mejor así.

El gran amor que me negaste
durante el viaje accidentado
de esta existencia breve;
ahí...
¡será mío eternamente!

Mi calavera blanca pensará:
que fue mejor así.

VOCES

¿Cuándo desperté?
¿Cuándo oí el grito
bajar por los canales de mi alma?
¿Cuándo llegaron esas voces
que hablaban sopranamente alto
con el ritmo aburrido de las lluvias
que hablaba Tláloc?

"Ven ahora, –dijeron- ven ahora,
quédate con nosotras por un rato;
te dictaremos una fantasía..."
No sospeché que "el rato"
¡Sería más largo que mi vida!

La momia de placeres formativos
peinó su pelo frente azogue de astro,
y la noche de ángeles caídos;
cansada de astrólogos en tránsito
y ahíta de anís languidecido,
fingió maternidad…

Su feto era débil,
incapaz de ocupar antiguos litorales
proteicos y vastos como el mar.

Los que avistamos el cuadrángulo
desde el cerro del arte elemental,
ocupamos la silla del congreso
para mutar su parte medular.
Habilitamos: el ágata de estrellas,
la niebla con olor a yerbabuena,
el misterio encerrado en los capullos
y la magia de hermosas coincidencias.
Entonces... mi tiempo fue mi tiempo,
y el llameante y resinoso monasterio...
¡Por fin tuvo un Abad!

 

 

APOCALIPSIS

¡No fumen! ¡No beban! ¡No coman grasa!
¡Háganse exámenes médicos anuales!
¡Cuiden su peso! ¡Eviten el estrés!
¡Eviten las guerras!
¡Duerman ocho horas diarias!
¡Creced y multiplicaos!
Y cuando hayan terminado
con el último árbol
seguid oyendo
la voz del "Espurio Eterno"
Él llegará para salvarlos.

El mundo, ahora está vacío.
El fuego,
es en cubos de llamas congeladas;
estático y perpetuo.
Sólo tiene un presente,
no tiene pasado ni futuro.

El alma de la lumbre,
ahora… tiene otro orden;
se ha petrificado en ámbar
y en la más fría y absoluta soledad.

No rehuso vivir.
Existo por vanidad
en la fibra sintética
de este último presente.
Existo en proyectos afines a mí mismo
debido a mi gran capacidad.

¡Llora, llora, por el ministerio que fue nuestro!
Llora en este lugar donde no existen
el placer ni el dolor,
ni la efervescencia
del continuo renacimiento.
Llora, llora… Se acabó nuestro tiempo.

 

CANCIÓN

Nohemí...
¿Por qué dejaste el gran amor que yo te di
en la juventud que se nos fue?
El desdoblar y el empalmar de aquellas olas en el mar
entre mareas... Ya jamás ha de volver.

Nohemí...
En el presente aún tu imagen llega a mí
con voz delgada de mujer.
La vida entera se nos fue en mucho amar y desamar
y ya ni cómo retornar al tiempo aquel.

Nohemí...
Lo que me diste, íntimamente lo sentí
en el corazón que tuve ayer.
Fue el ensayar a madurar en tiempo limpio y sin piedad
con miedo fijo en la razón... lo que fue cruel.

Nohemí...
Hoy amanece y todos ríen como reí
cuando creí que eras fiel.
Ya tu dudar e imaginar que en mí existía hostilidad;
¡Qué fue irreal e insubsistente... sabrás bien!

 

 

CAMINO
(poema para dos voces)

Ya no queda muy lejos el bello caserío...
lo sé porque es aquí donde tengo visiones.
Aquí es donde me lleno de extraño escalofrío
y miro salir hadas en los sauces llorones.

Toma tú la garrocha y guía la carreta,
desde aquí regirás el paso de los bueyes;
aquí es donde aparece la madre del poeta
envuelta en paranoia a instituir sus leyes.

'Legislador del mundo'… no creas interesante
lo que dicen las cosas que bordean los caminos;
hablan como un gentío que está cerca y distante,
utilizando voces de aristócratas finos.

Unas pueden hablar con la gran claridad
educada y afable que tienen los Hasburgo,
y pueden dialogar con una habilidad
que te hace recordar al mejor dramaturgo.

-¡El cerebro me tiembla… estoy enloqueciendo…
es gigantesco el ruído que este lugar encierra!-.
¡Debes tener control, eso estuvo sufriendo
el druida Merlín cuando anduvo en la tierra!

Ahora todo escuchas... ahora miras todo...
la flor de esquizofrenia es el dragón perdido.
Alarga un poco más este breve periodo
y no destierres nunca esta prueba al olvido.

-Esa roca platica de grandes mariposas
que volaban aquí, al ser muy joven ella,
con metálica voz esas piedras ferrosas
dicen haber nacido cuando explotó una estrella-.

No hagas caso a nada y conduce los bueyes,
apura la carreta mientras yo me organizo.
Ignora los quejidos de cosas que atropelles
y mejora el semblante… ¡Amateur enfermizo!

En las bocas hambrientas cansadas por el tedio
ahora cae la lluvia perdurable de pan;
eso contemplo ahora con ojos sin remedio,
mientras trances descienden, circulan… y se van.

-¡Ah, me has engañado! ¡Me has invitado al orbe
de ofuscados delirios que nutren tu locura!
¡Quieres aniquilarme para que no te estorbe!
¡Profeta de espejismos en la humana cordura!-.

¡Cae en la medianoche de mi cruel evangelio
y llora bajo el árbol más triste de la vida.
Aquí es donde yo nazco y encuentro mi sepelio,
aquí es donde yo extraigo mi sabia adolorida!

-¡Aquí está tu garrocha… sigue tu desvarío,
estos no son lugares en los que yo profeso!
No quiero conocer tu bello caserío...
es más corto el camino que conduce al regreso-.

No te alejes... ¡Retorna! ¡Vas directo al ahogo,
y a las fuertes corrientes de los ríos crecidos!
¡Yo siempre prevalezco porque nunca subrogo
mi intuición a las artes de los seres perdidos!

La noche se hizo joven entre ruidos y voces
y en la flor del trastorno... creció largo pecíolo.
Siempre crece, infalible, en momentos feroces
cuando todos me dejan... depresionado y solo.

La mañana siguiente... me encontró en la carreta;
temblando de pavor ante toda la gente.
Mi alrededor giraba como extraño planeta
mientras decían algunos: "Dicen que está demente…"

 

 

REGRESO

Ramas altas del día, donde cantan los pájaros
canciones que lastiman dolientes corazones,
mis poemas se mueren en los brazos del sábado
cuando el aire dormita en la piel de las flores.

Yo no quiero volver una noche de luna
y encontrar mis calandrias y mis pobres gorriones
ateridos de frío en la palabra: "Nunca",
recordando la magia de la palabra: "Entonces".

No quiero resbalar en ranuras del tiempo
y perderme en los ecos oscuros de la vida,
quiero habitar el rostro del formidable espejo
que el porvenir presenta en las puertas del día.

Quiero llevar fanfarrias a míticos edenes
que muestran espejismos y rayos de esperanza,
y estar bajo del árbol que vive para siempre
vedado por el filo de flamígera espada.

Y cuando las alondras de los bosques festivos
lleguen a los contornos de mis prados mejores;
declamar solamente para viejos amigos
lo escrito alguna vez... no sé cuándo ni dónde.

 


BARQUERITA

 

Al atisbar la tarde, miro las nubes grises
flotando en el silencio del oscuro marjal,
ahí estás barquerita con los ojos felices,
diciendo que las cosas no parecen igual.

En saco de tiniebla guardaste mi memoria,
no escuchaste, de lejos, mis angustiados gritos;
cubriste con ceniza la mañanera historia,
y en el jardín crecieron los cardos infinitos.

Tu imagen ha emigrado al fondo del recuerdo,
ya no alumbra, no huele, ni emerge en mi pasión;
hoy es difuso embrollo en total desacuerdo
y pesadumbres grandes ahogan su razón.

Profanaron tus luces caminerita ausente,
¡dieron muerte a tu gallo las madrugadas frías!
Se te desploma el mundo y tu alma no lo siente
pronto vendrán las noches a llevarse tus días.

Oírán tus oídos mil extraños rumores,
y el círculo sagrado que habitamos los dos...
quedará en tu memoria como un jardín sin flores
donde plácidos vagan los ecos de mi voz.

RECORDÁNDOTE

Ahora estoy cantando en el país del sueño
donde vuelan cortinas de nieblas olvidadas.
Envejece mi voz en un reino pequeño
bajo un frío diluvio de lágrimas aliadas.

¿Eres tú, maravilla, que en esta lluvia cae,
y con tamborileos no me busca ni llama?
¿O eres un reflujo que se atrae y retrae;
ajeno totalmente a mi ordinario drama?

He vuelto a los resguardos de estos corredores
con los grandes agobios que me dio la distancia;
vine a ver si te encuentro rodeada por flores
en este antiguo patio repleto de fragancia.

Aquí es donde empezaron las altas melodías
y el fuertísimo brillo de grandes espejismos,
aquí fue la "salida" de magnas fantasías
que tenían por meta grandes vanguardiarismos.

En este punto cumbre brotó la sinfonía
que hoy parece llegar al sitio concluyente;
su ritmo no es el mismo, ha perdido energía;
hoy vibra en el espacio y muere lentamente.

Quedaron bajo el peso del amor, inclinados,
los versos que escribí ¡Y siempre aborreciste!
Y ya no me interesan los ojos asombrados
que llegan a mirar el estrago que hiciste.

 

MAÑANA

No bordaste el pañuelo
que yo pedía,
voy a marchar sin él
por esta vida.
Si llego al cielo
no llevaré de ti
ningún recuerdo.

Sombra de naranjales,
azul del cerro;
oprimiendo palabras
me voy del pueblo.
Lluvia de cera
cubre y preserva todo
hasta que vuelva.

Éxtasis mañanero
ve por el viento,
que mi suspiro en llamas
te irá siguiendo.
Levanto el ancla
para seguir el rumbo
de mi esperanza.


FINAL

Mantel de centro intacto,
yo escribí un poemario
que está en alguna parte de este cuarto.

Sudoroso florero,
he regalado el tiempo,
ya no tengo objetivo ni recuerdos.

Fresca risa de agua,
me jala una palabra
al ver que amanecí muerto de nada.

Envejecidas flores,
se ha marchado mi nombre
a la membrana tibia de la noche.

Sólo ustedes me quedan,
y el norte del poema
que ha de llevarme al centro de la selva
donde el ruido de lluvias siempre suena.


DILUVIO

Ayer fui con los curas de mi pueblo
a exorcizar el angustiado azogue
del misterioso plano de tu espejo.

Se disfrazó la rosa con tu nombre
y su perfume trastornó mi rito,
en un conjuro de la medianoche.

Subiste al barco del antiguo mito
sin llevar la pareja necesaria,
y por cuarenta días no ha llovido.

La invocación nocturna fue una araña
bajando por los húmedos cabellos
del probo cabalista que nos falla.

En vano se enmascara tu evangelio
y se vuelve proteico como el agua.
A ti te va siguiendo un hechicero
con el poder azul de la palabra.


SIN RUMBO

Vamos sin paradero como todas las cosas,
tropezando en los cuerpos de minutos vacíos;
nos oprime el fulgor más actual de las rosas
y el faraón vehemente que oprimió a los judíos.

Enloqueció la noche al saberme contigo,
luego besó la estatua del ángel congelado.
El resto de la historia quedó en el tibio abrigo
del girasol que brilla en mi verso extenuado.

Al norte de mis ojos brillan menos las lunas,
allí es directa y simple la torpe humanidad;
nace en la incertidumbre de solitarias cunas
y nadie se adjudica su patria potestad.

De niño hice trabajos en madera labrada
y cubrí ciertas partes con azul terciopelo.
Hoy mi navaja blanca por el tiempo afilada
esculpe otras figuras en pedazos de cielo.

Se va poniendo el sur... de un brillante más claro,
mientras lluvias irrigan la fiebre de la mente.
Todo principio ha sido; frígidamente raro,
tímidamente gris, y ásperamente hiriente.

Se quema la mañana de mi angustiada aurora,
nadie puede salvar su cuerpo de neblina.
El abdomen de nubes de sombra protectora;
hoy con ardientes rayos me busca y asesina.

Hemos perdido todo sin renunciar a nada;
lo nuestro fue combate de esfuerzos infinitos.
Porque yo fui tu adepto y tú mi eterna aliada
jamás abandonamos nuestros mutuos circuitos.



SÓLO YO

Grabación en MP3

Se van muriendo tus palabras,
mi viaje termina sin tu voz.

¡Solo yo!
En el peñón altivo de tu alma,
en el silencio grande de tu alma...
¡Solo yo!

Tu mano cruza por el aire y deja
vorágines de amor en la creación,
luego hiere mi piel y mis tejidos
con abatidos tonos
de una escala menor.

¡Solo yo!
Sobre la cresta hermosa de tu imagen
¡Solo yo!

¡Yo, nada más!
¡Nada más yo!
Vibrando en el alma de tus cosas,
rodando sobre el eje de tu mente,
creciendo en el abdomen de tu sombra
y amando el blanco mármol de tu frente.

¡Yo, nada más!
en la armonía de tu canción.
Enloquecido en el vaivén de tu alma
¡Solo yo!

Dentro de todo lo que huele a ti,
cubriendo todo lo que sabe a ti,
dentro de cada letra que te busca
desde un clavel que escribe sin saberlo
¡Solo yo!


PET SHOP

Están lloviendo gatos en mi rancho,
parece que nunca va a escampar,
sombras y luces cruzan mi ventana;
hacen muecas, me gritan y se van.
Llegan maullidos de las milpas
y llegan maullidos del corral.
¡Qué noche! Esta noche, ¡Galileo!
Llegó a la tierra bruta Satanás.
¿Quién hizo poros grandes en las nubes?
¿Por qué esta segundona tempestad?
Está lleno de gatos mi potrero
y está lleno de gatos mi jacal.
Darude en un Remix llega de lejos
tocando el tibio y espinoso vals
que yo bailaba cuando estaba sano
con princesas más blancas que la cal.
¡Qué gran acobardada estoy sintiendo!
Ovinos y caprinos ya se van
guiados por mis perros ovejeros
y el chivo, de mis cabras, semental.
Emerjo delirante y voy con ellos
a encumbrarme a los cerros de la paz,
me guía la ternura de Ifigenia
y su miedo infinito al más allá.
Los gatos me persiguen con sus ojos,
ya sus pulgas me empiezan a picar.
Lejanas carcajadas de cisternas
me siguen por el bosque fantasmal.
Los gatos me rasguñan... el rebaño,
camina testarudo sin parar.
Las nubes descubren una luna
que exhibe un turbante musulmán.
Los gatos me destrozan con sus uñas...
¡Mi cuerpo lejos del rebaño está!

¡Piedad! ¡Piedad! A la engendrada voz.
¡Misericordia, Dios de Abraham!
¡No dejes la flama de esta mecha
abandonada en esta tempestad!
Los gatos me devoran... estoy solo,
vuelvo a ser indefenso una vez más.
¡Apiádate de mí, Dios de Israel!
¡Apiádate de mí, augusto Jehová!
Signore, pietà Signore, pietà
Cristo, pietà Cristo, pietà
Signore, pietà Signore, pietà
¡Aaaaaay! ¡Aaaaaay! ¡Aaaaaay!


EVOCACIÓN

Grabación en Mp3

Nos amaremos más cuando la hierba crezca
y envuelva los caballos que asustaban al aire,
y envuelva aquellos potros que iban cual cometas,
convulsionadamente, en un macabro baile.

Le robaré tus besos a meteoros de Australia
y a electrónicas lluvias que bañan pastizales,
y gritaré, radiante, que la suerte no es mala,
porque la suerte tiene, para andar, muchas calles.

Buscaré tu figura en los ríos del tiempo
¡Mitológico aspecto de excéntrico donaire!
Buscaré tu figura para llevarla lejos
a mirar los canguros a la tierra de nadie.

¡Persistente locura! En los días aciagos
cobra vida el fantasma disuelto en la memoria,
y empieza a galopar como hacen los caballos
después de haber pastado en los campos de euforia.

¿Llegan a tus oídos las palabras de mi alma?
¿Llegan a ti las voces de viejos caminantes?
No me respondas hoy, respóndeme mañana,
cuando esté más tranquila tu celestial imagen.

Ayer, al recordarte, sangró la vieja herida.
En esta gran planicie ¡No te deseo menos!
Pienso: ¿Estará soñando como estaba Cristina,
sentada en la llanura, mirando siempre lejos?

Amazona vehemente cabalgando en el río
donde purpúreas alas de cardenal se baten;
libera la serpiente que muere en el delirio,
hazla volver de nuevo al trópico de antes.

Te sigo imaginando en la cara del agua
proyectando a la vida ambarinos colores.
Te sigo imaginando, conflictiva adversaria,
dentro del receptivo cóctel de medianoche.

 

HA DE SER DE LA UVA

La hebra de mi paño
ha desgastado el tiempo,
en mis dedos abstractos
el aire sigue enfermo.
Tengo aprensión dormir
y caer en un féretro
que se lleve mi alma
para siempre, muy lejos.

Ha de ser de la uva
el efecto maléfico.

El viento encoleriza
máscaras de silencio,
los muchachos pernoctan
en campamentos, ebrios.
Como tranquilas aves
sin levantar el vuelo;
van los días por atajos
picoteando misterios.

Ha de ser de la uva
el efecto maléfico.

Huidizo placer,
ayer ardiendo en celo;
hoy mórbido muriendo
en mi angustiado verso.
¿Quién embrujó mi carne?
¿Quién secuestró mi sueño?
ahora soy caverna
repetidora de ecos.

Ha de ser de la uva
el efecto maléfico.

Qué pavor a dormir
en el jardín del tiempo.
Ya ni las esperanzas
me sirven de remedio.
Alguien le puso al día
vestidura de hielo,
y no calienta ahora
mi cobija de tedio.

Ha de ser de la uva
el efecto maléfico.

 

AGONÍA

Grabación en MP3 por Humberto Garza

Grabación MP3 en la legandaria voz de Rafael Taibo

Dondequiera, ya no es alguna parte,
ya no es hotel, ni plaza, ni alameda;
ya no es un restaurante
ni una casa friolenta,
donde todos acechan;
amargando el frescor de la sorpresa.

Se terminaron todos los lugares,
los destruyó la vida sin decirme,
los destruyó el destino sin contarme;
los destruyeron, para destruirme.

El éxtasis, no corre por mi carne,
crucificaron todos los momentos,
y mi vista no es nave
bregando en las ondas de tu cuerpo.
A veces, la llovizna,
trae aroma distraído de tu aliento,
y emigro a los túneles de octubre
a fumar y a degollarme en tu recuerdo.

No ha pasado la crisis,
y no podrá pasar, es lo que siento.
En ninguna parte
te encuentro.
Tenemos que buscarnos mucho, mucho,
con deseo fuerte y pensamiento;
desgarrando las casas con la vista,
viajando en la alfombra del afecto.
Tenemos que buscarnos,
en el pecho y la espalda, si es posible,
del tiempo.

Yo, te miraba de reojo,
mostrándome discreto.
El ámbito aceptaba mi soborno,
y sentía que el momento
y la vida...
¡Por fin, valían un poco!

Voy a peinar la ciudad de arriba abajo,
voy a poner en la nariz de mi sabueso
la parte tuya que dejaste en mí,
para que rastree tu recuerdo;
en la tierra y el cielo,
para ver
si te encuentro.

 

FERIA

Grabación en MP3 Ilustracion

Los caballos giratorios,
blancos y de crines negras;
con ojos inexpresivos
y frentes llenas de estrellas.

Subiendo y bajando van
con los niños vespertinos,
con los niños de alegría,
con los niños distraídos.

Un ángel ensimismado,
sopla, sonriendo, de lejos;
y una dulce canción brota
en las hojas de los fresnos.

La tarde llena de gloria
sonríe como una madre;
meciendo niños felices
en el regazo del aire.

En vano los campanarios
cansan lenguas amarillas,
recordando que ya es hora
de pasar a oír doctrina.

Con beatífica sonrisa
y continente radiante;
El Mesías se maravilla
con los niños de la tarde.

 

PROFECÍA A UNA MODERNA PENÉLOPE

Grabación en MP3

Negarás para siempre los recursos alternos,
y espiarás en el agua, galaxias reflejadas.
Escucharás secretas canciones de los remos
y suspiros de naves bregando en la distancia.

La patrulla distante arrestará tu boda
y en una jefatura la mantendrá en secuestro.
Después escucharás la funeral paloma
que zurea en los escollos de tu glaciar enfermo.

Las delicadas voces reptarán por el suelo
evadiendo el abdomen de tu jarrón dorado.
En la fiesta del aire esconderás tu anhelo
reacio a paladear hasta el último trago.
El temblor de tu sueño planeará por el tiempo
lleno de cicatrices, y ojeando de soslayo;
hasta que la memoria y el ladrido de un perro
presenten a tu espera el ansiado milagro.


ACUARELA

Respirabas en mí, en mí; pero muy dentro,
como los tiernos brotes de una planta pequeña.
El aire de tu vaho llegaba al pensamiento
dándole vida al canto del pájaro que sueña.

Corrías en la sangre de mis noches ingrávidas
y en los ríos crecidos de minutos sin fin;
después, como una lluvia perdurable de lágrimas
caías en el golfo que ronda mi delfín.

Piel rizada en la tibia caricia de otras manos,
verbo de la neurosis deshecho en el trastorno;
brújula sin imán, dirigiste mis barcos
en una travesía que no tuvo retorno.

El derecho al amor que ejercían tus ojos
era el escrito largo de una pluma inexperta;
buscando pertinaz, maravillas de un cosmos;
y percibiendo sólo... mi geografía desierta.

Las mágicas reuniones de mis dudas antiguas,
inexplicablemente, llegaban como niños
a desatar la enorme borrasca de tu risa
sobre el casto pelambre de enero y sus armiños.

Debí cansarte mucho, sin notarlo siquiera.
A los reinos de abajo mis reyes han caído.
La historia de sus vidas las sepultó la arena
del médano más grande que levantó el olvido.

 

ESPRONCEDA

Naciste en forcejeos de noches desalmadas
con la voz de un cosaco en graves ascendientes.
Llegaste de mesetas regidas por espadas
ofreciendo holocausto a guerreros valientes.
Bailaban en tu juicio pesadillas ahorcadas,
y dentro de tus ojos, calaveras sonrientes.
Y en la ación de la silla que la historia embelesa
traías el retrato de tu amada Teresa.

El Paladín del Cielo que a todos nos protege
-degollando implacable la perversión del sueño-
venía con tus frailes y ejército excelente
en medio de beato y militar estruendo.
Espoleabas ijares de místicos corceles
entre las pandas aguas donde respira el verso,
vibrabas en redobles de mágicos tambores
con el ritmo perfecto de tus estrofas nobles.

Los tosidos de sol y bostezos de luna
regían la dirección de tu inmensa fragata,
y en los espejos grandes de marina fortuna
destacaba furiosa tu imagen de pirata.
Las naves del tesoro caían una a una
cuando tu cañoneo les daba serenata.
Y el divino celeste que a Judíos embelesa
te hacía recordar los ojos de Teresa.

Manifiesto a la orilla de las épicas grandes,
arena de proezas que engendró la mañana,
español fantasmal de los tiempos de antes,
europeo Quijote, con europeas armas:
tu arcabuz demencial resonaba en el aire
con el macabro grito de funerales arias.
Corrían las estrofas por tus largas arterias
como el vino furioso que marea a la tierra.

La óptima energía de tu sangre española
era un extenso mar donde nada se estanca;
ahí se concibieron Elvira la manola
y el Estudiante cruel, que vivió en Salamanca.
Tu estrofa se irisaba en la parroquia sola
donde monjes cantaban su plegaria más blanca.
¡Tu pluma destellaba con la finura expresa
que obtuvo del semblante de tu amada Teresa!

Los árboles dormidos, sin luces en las copas,
soñaban con el beso lejano de los aires.
Tu efigie desataba fervor en otras bocas
que no eran la soñada por tus ardores grandes.
La creativa llama de productivas horas
llegaba a la presencia de tus jóvenes tardes;
y al hundirse en la sombra de tu negra melena
surgía como otra llama en melena más negra.

Marea roja de estrellas, tu espíritu fecundo,
oraba intensamente como judío converso.
Tu centelleante ritmo en el ardor profundo
sacudía las fibras de todo el universo;
y el joyel negro, alado, de tu gran "Diablo Mundo"
en un mar de penachos fulguraba diverso.
Tu amarga voz llegaba a la eterna tristeza
de aquel rostro afligido que llamabas: "¡Teresa!"

Pájaro grande, enorme, al extender tus alas
exhibiste poder tirano en la Poesía.
Cruzaste la frontera de pasiones humanas
llevando el contrabando de oscura pesadilla.
Dejaste el cargamento en las llamas que abrasan
puertas de los instantes donde nace la vida.
No sentías fluir la sangre por tus venas;
pero sí luz de rayos dictándote poemas.

Movimiento inventado en ruidosa bahía
donde el eje amoroso es único testigo.
¿Escuchas desde afuera al giratorio día?
¡Tú no rodaste al fondo del último castigo!
En el otro hemisferio, sonríe con alegría,
el tiempo sigue siendo de tu genio el amigo.
Y el sol descomunal que todo lo emboveda;
custodia tu escritura... ¡Genial José Espronceda!

 

NOSTÁLGICO

¿Por dónde me derrumbo?
¿Por dónde estoy cayendo?
No me sujeta el aire
ni la mano del cielo.

Con mi clarín agudo
pitando siempre lejos.
Murciélago del aire;
salgo a cazar insectos.

Revuelo panteones
donde el clangor de huesos
bebe aguamiel de caña
el Día de los Muertos.

La hora viste gris,
es un borroso espejo
donde se arreglan viudas
frente a sus hijos huérfanos.

Planeo sobre ramos
de flores, y mi vuelo
zigzagueante es turbado
por ladridos de perros.

Un águila chillando
termina con mi sueño.
Despierto en una mesa;
poemas escribiendo.

Y mis versos parecen
discriminados huevos
que gallinas rebeldes
en el monte pusieron.

Con los ojos cansados
por el andar del tiempo,
apago interruptores
para seguir cayendo.

Para morir, tal vez
regrese yo a mi pueblo;
como mi tío Jesús
con la guitarra al cuello.

El pensamiento va
rumbo a Montemorelos
en busca de azahar...
¡Y derrumbe completo!


CAÍDA

Neutrónica señora del paraíso,
debilitada irisación de prismas,
paradigma viviente de un sol envejecido...
¡Mira donde he caído!

Murió la febril oscilación
de tu cuerpo magnético;
y fuimos cayendo, sí, fuimos cayendo;
-sin que tú lo supieras-
en la gradación onírica
que registran lancetas jeroglíficadoras
de escribas que trae y lleva el tiempo.

Catálisis geométrico,
en mi vaso de iridio
bebí el amonio de tus genes,
bebí líquido amniótico
especiado con runas
que saqué a la placenta delineante
molecular del estro.

Hoy, paladeo el absenta,
y me harto con hongos mazatecos;
para informar a las síquicas estrellas
con aullidos nucleares
que nuestro arte a muerto.

 

 

 

AÑO NUEVO

Tal vez tú me recuerdes en los poemas largos
que abrieron dimensiones en tus sabidurías.
Tal vez experimentes el temblor de otras manos
que se agitan con ritmo diferente a las mías.

En otros Años Nuevos cubrirá tu mirada
rosados horizontes con nubes en reposos,
Y vibrará tu cuerpo, y vibrará tu cara;
lejos de mis gemidos y mis suspiros hondos.

En la tenue llovizna que siempre trae diciembre
alguien dirá algún nombre con relación al tuyo,
y buscarás la voz que repetidamente
decía, tiritando; que te quería mucho.

La misma lluvia lenta, devorándolo todo...
la distancia, los sueños y el entusiasmo adicto;
devorará el recuerdo de mis besos miedosos
y los ecos lejanos de mi violento grito.

 

LLAMADA

Con demenciales dedos y terquedad molesta...
¿Quién golpea mi puerta en esta hora sombría?
Mi inspiración ahora se encuentra manifiesta;
debo escribir 'dictados' que me reporta el día.

-¿Es la costumbre ahora no abrir a los viajeros
que llegan fatigados de andar por los caminos?
Debes darnos albergue, no somos extranjeros,
venimos de tu pueblo, ayer fuimos vecinos-.

Es imposible ahora brindarles hospedaje,
mi cuantioso trabajo no requiere testigos.
Debo escribir los rasgos del notable paisaje
que perciben mis ojos al abrir sus postigos.

-¡Abre! ¡Loco de atar! ¡Morador del infierno!
Deja la esquizofrenia que obstruye tu sentido.
No puedes continuar con ese desgobierno;
¡Profeta oscurantista! ¡Asceta retraído!-.

La casta ave de luz está bregando ahora...
con afiladas uñas el universo escarba.
Su creador le acompaña en esta impropia aurora,
con fatigados ojos y encanecida barba.

-¡Misántropo chiflado! ¡Excéntrico aburrido!
¿No tienes rudimentos de noble cortesía?
Quédate ahí insensible, solitario, perdido;
escribiendo 'dictados' que te reporta el día-.

¡Váyanse lejos, lejos! No quiero oír los ruidos
familiares de antes, en esta quieta casa.
Llévense la jauría de momentos perdidos
a instalarse en lugares en donde nada pasa.

-Quédate con la fuerza de tu expresión judaica,
renuncia a todo lazo de altruista sentimiento.
Da tu pan cuaresmal a la mente prosaica
que algún valor perciba en tu innoble talento-.

Eso haré con premura... incoloros transeúntes,
dejen de molestar con su ruido de grillos.
debo ir a reforzar los grandes descoyuntes
que en mis planes abrieron vuestros gritos sencillos.

Lleven la ordinariez de sus charlas triviales
a casas, donde espero, sea mejor recibida.
La quietud y el espacio hoy son elementales
para grandes tareas que me exige la vida.

Sigan por el camino desprovisto de gloria,
váyanse a departir con gente como ustedes.
Esfumen esta puerta de su terca memoria
y que Dios salvaguarde vuestras rudas mercedes.

 

 

HIPOCAMPOS

Alguien me dijo una vez:
"El matiz del hipocampo
sólo tiene irisamientos
para el ser enamorado."
Eso me dijeron antes,
eso me dijeron cuando
serenamente vivía
dedicado a mi trabajo.

Uno persiguiendo a otro
igual que fantasmas blancos;
iban insípidos días
tranquilamente pasando.

Al casi salir otoño
y el invierno ir empezando;
en un momento reactivo
¡Se desfondó mi letargo!
Y todos me vieron ir
calle arriba y calle abajo;
terca y repetidamente
por un nombre preguntando.

En mi pecho resonaba
como resuena en los llanos;
un trepidante galope
de trastornados caballos.

Hoy lucen bajo las aguas
cual destello de milagros
los matices encendidos
de todos los hipocampos.
Pero es como ver maduro
el fruto de los damascos
y no poder con las manos
ni con los labios tocarlo.

 

GRILLO

Yo no cantaba anoche...
El cantor era un grillo
quien hace varios días
vino a vivir conmigo.

¿Crees que yo cantaba?
¿Cómo voy a cantar?
Si desde que te fuiste
se me ha ido en llorar.

Porque me abandonaste
en el frío de diciembre...
Ahora en esta casa
sólo el grillo está alegre.

 

 

UN RECUERDO

El tiempo fue estirando sus retoños pequeños
y fue haciendo más anchos los minutos soleados.
Me estiró a mí también, por afuera y por dentro;
más de lo imaginable, más de lo necesario.

Crecí joven y fuerte debajo de los fresnos,
y debajo de aquellos naranjos hechizados.
Pero aún mi cerebro se mostraba incompleto
hirviendo en la maraña del primitivo caos.

La voz de una paloma, como las nubes, blanca,
me dijo con el ritmo de pausada llovizna:
"¿Recuerdas al anciano? Él, tenía una espada;
hoy eres tú más fuerte ¿Por qué no se la quitas?"

Descendí al festival de nocturnos ahogos,
al valle donde nadie sonríe ni incorpora;
y encontré al pobre viejo con los ojos absortos
contemplando la danza marginal de las sombras.

Le dije: ¡Qué reuniones... traen pasadas batallas!
Vengo a cerrar tus ojos y apagar tu candil,
vengo a llevarme lejos tu legendaria espada;
así... en el otro mundo, te acordarás de mí.

Él extendió su mano llena de pesadumbre,
larga como los siglos que en la vida cargaba.
Y entre nosotros dos... surgió la densa nube
que separa la noche, de radiante mañana.

¡Adiós, y para siempre! Adiós, para no vernos,
regresa a la montaña que vislumbró el pecado,
ve a esperar el maná caer sobre el desierto,
el orden de lo Nuevo, lo tengo ya en mis manos.

Esta espada que siempre recargaste en los fresnos
en las noches de fiestas y vanas alegrías
¡Se vestirá de gloria, no creas que vino a menos!
Porque ahora se encuentra... ¡Por fin, en manos mías!

TRISTEZA

Si hay algo que me enferma, son los otoños viejos,
los de amarillas hojas que veo tras los vitrales,
los que nunca me dejan escribir madrigales,
y que mi alcoba inundan con pálidos reflejos.

En ellos me parece que todo tengo lejos,
y que voy a morir sin ver los naranjales.
El sol de otoño cruza los nítidos cristales
y en círculos de luz rebota en los espejos.

El otoño es de oro, de rojo cobre y plata;
es atuendo que luce una adulta alameda
que llora estremecida si el aire la maltrata.

El otoño es un monstruo que con manos de seda,
todo lo que tenemos, febril nos arrebata;
sin fuerza en este mundo que resistirle pueda.


TIEMPO EXTENDIÉNDOSE

Como heladas estrellas
tomando caminos bifurcados,
hendiendo el imposible de las cansadas sombras...
así eran nuestros ánimos.

Dolor hidrogenado e insensitivo
en el canal axial donde resuena
el galope purpúreo
de cinco litros antagónicos de sangre...

¡Atiende... Ruego inmóvil... Veraz...
casi apagado!
¡Atiende!
¡Ya he muerto!
¿Acaso no leíste mi obituario?

La cigarra intermitente, su estridencia...
cipreses en el atrio de la iglesia,
y yo con una esfinge entre mis manos.

El golpe adherido a los reactores
iba fustigando decibelios
que hacían pandemóniums.

¡Paz...!
¡Quería paz!
Y mi grito era tragado por un ruido
más denso y angustioso que el olvido.
Mi grito entre tú y yo
¡Mi último grito!

El sueño del azahar
se acercaba a buscarme
con zureos nocturnos de paloma.

Luego...
se extinguía de improviso
como luz inocente;
tragándose las sílabas deformes
que balbucía la gente.

He agobiado mi vida
con viajes ingenuamente tristes,
con tallados informes en pueblos azufrosos,
y con labios hostiles.

En las húmedas rosas
he dejado los versos
temerosos de inviernos
y heridos por la voz
de un conjuro de pájaros.

He ido malhumorado
gimiendo en las estancias,
y pastando en los cuerpos que se extienden
como alas de milagros.

Pero yo,
como el "tiempo"
-vocablo que inventamos los humanos-
¡Sé asimilar estragos!.


PENSANDO EN TI

Este día es largo y mío como siempre,
me palpa con destellos de sol que glorifica;
y me ofrece el ahogo de llevarte en la mente
con el gran atractivo de tu inmensa sonrisa.

Estoy ahora escribiendo mis versos naturales,
estoy siguiendo el rastro que de tu aroma queda
bajo un cielo molesto por el hervor de aves
hasta el cual, cada tarde, la vieja luna trepa.

Hoy, por las siete cuerdas de mi angustiada lira
se desliza la sangre de mis llagados dedos.
La magia de tu afecto le ha costado a mi vida
perderse en el ensueño que tiene todo lejos.

¿De qué te sirve ahora el indefenso nombre
que voluntariamente por los caminos rueda?
Extremo de tristeza ¿De qué sirvió a tu noche
el haber conquistado el brillo de una estrella?

 

FIN

Observa mis palabras, se han distraído un poco
al seguir los rumores que dejó la mañana.
Ahora no interesa cómo lo digo todo
porque he reconocido que mi lucha fue vana.

Antes, apariciones, en delirantes noches;
llegaban infalibles ejecutando danzas,
y el verso crecía largo como pestaña joven
vibrando con la fuerza de un asombro de alas.

Vendedora ambulante; soy la última calle
donde retumba el eco de tu voz lastimada,
vas desapareciendo en la hora de sangre
como antorcha andarina, como errante fantasma.

Los planes que forjamos, disolvió el imposible;
y en el tren de los días se fue nuestra esperanza.
El pasajero triste de corazón infirme
se perdió entre la niebla robusta de la playa.

¿Cuántas preguntas tengo qué responder ahora
en este mar que exhibe dientes de espuma blanca?
En este mar que ahoga tu llanto de magnolia,
y el canto más luctuoso que brotara de mi alma.

 

 

HABLEMOS

Confidencialmente,
con la voz de otros pueblos,
como en los templos de Isis
hacían los viajeros;
nárrame tus historias
y recurrentes sueños.

Expresa lo que gustes
con tu dialecto interno...
Háblame de aquellos terremotos
que hicieron de tu alma el epicentro.

Hemos dejado atrás los paralelos
que obstruían regresos,
y ya se fermentaron nuestras voces
después de largo tiempo.

Mis oídos hoy quieren escuchar
tus histéricos verbos.
Esta es la simbiosis esperada
para empujar muy lejos los confines
de la polar blancura del invierno.

 

 

VIGILIA

¡Volveremos por ti!
desde ambarinas luces otoñales,
gritando enloquecidos y felices
por estas largas calles.

Atiende los furtivos cuchicheos
manifestados a mitad del cielo.
Pon atención a la propicia estrella
y a niños que cantan desde lejos.

No vueles como pájaro asustado
cuando una fuerte lluvia de palabras
irrumpa en el Ángelus Domini
quebrando de tu iglesia las ventanas.

¡Volveremos por ti!
No atiendas voces del pasado,
ni atiendas el presagio fraudulento
que te augura fracasos a mi lado.

 

 

ESCRIBIENDO

¡Vuelve a la vida!
y busca al apóstol de la tarde
cuando tus ojos rasguen la distancia
evocando semblantes familiares.

¡Vuelve a la vida!
Termina con la fiesta de tus sueños
y el crónico dolor de la canción
que flota en agonías crepusculares
desde que nace hasta que muere el sol.

Ven con tu ritmo y con tu acento
a matizar la magia en mis palabras;
palabras que vuelan en el polvo
grisáceo y claro de las almas.

Estoy, infatigable en el destello
de papeles antiguos que no acaban
haciendo correcciones que me cansan.
Estoy usando plumas que proyectan
textos a nuevas y distantes albas.
Estoy temblando convulsivamente,
mirando las espaldas mansas
de incansables escribas
que redactan, como yo, en las madrugadas.

No me toques ahora,
me harías inhabitable
a la hacedora luz de inspiración,
y sobre tu piel amplificada
caería inevitable Armagedón.
No me toques ahora, es muy temprano,
entrégame el mensaje de tu amor
cuando el delirio de estos ángeles que ofician
haya terminado
de hacer conmigo dilatada comunión.

 

 

RETORNO

En los bancos de bruma
el brillo es raramente distinguible,
y mi anémico oficio,
difícilmente apetecible.

Mi trabajo en la tierra
se arremolina como hambrientas aguas,
para luego rodar y ser tragado
por arenas resecas en las playas.

Mueren mis productos iniciales
en estos espectrales territorios,
luego expiran mis textos conocidos
en lugares estériles y anónimos.

En agitada oscilación
tiemblan vidriosos ornamentos,
y vuela la flor de mi canción
hacia el rostro sin ojos del desierto.

Poesía...
hoy ha vuelto la fiebre
a trastornar mi quijotesca mente;
y a decirme, burlona;
que has vuelto a repatriarte a estos lugares,
y eres mejor persona.

 

 

CARMEN

Transatlánticamente ondulando en tus aguas
los barcos de mis ojos te iban recorriendo.
En tu fondo el verdor de marítimas algas
culebreaba mecido por oceánico viento.

Entonces eras joven y tenías manos blancas
y tu cara era fresca y dorado tu pelo.
Hablabas con miradas y dóciles palabras
que me domiciliaban en el centro del cielo.

Me encontrabas en calles y plazas sombreadas,
y entre fiestas del día que exaltan pensamientos.
Tu presencia solar con sus vírgenes llamas
lengüeteaba efusiva mi romántico infierno.

Tu submarina flora creció desenfrenada;
como fertilizada por negro sortilegio.
Sus marginales brazos ahogaron mi esperanza
antes de coronar al monarca del beso.

¿A qué sabrían tus labios que acabaron en nada?
¿Cómo sería tu voz -íntima- en mi silencio?
Tu insípido raigambre se convirtió en fantasma
para desvanecerse lentamente en mi sueño.

Dicen que quieres verme... ¿Qué huella de mí guardas?
Como víbora cruel se ha deslizado el tiempo.
Hoy vives en el bosque de las infirmes hadas...
¡Y no quiero que vuelvas del reino del recuerdo!

 

 

 

CELESTE

Mi pluma está de beneplácito.

De Celeste a Materia la voz fluye como agua,
coincidiendo con todo lo gloriado,
sin paisaje aristado con niebla o vaguedad,
o cielos que exhiban
farsante ruido de campanas.

Palabras resbalan por nevados de papel
como barcos sobre un mar agitado;
sobre un mar que aún no se despierta
porque busca vanamente repetirse
en sueños recurrentes.

Resido en griteríos y balbuceos plenos de arrobamiento.
Verano husmea casi en la agonía
de esta caída noche;
confuso ante el paisaje de árboles sin ruiseñores,
y oscuridades sin luciérnagas.
Intento volar al universo, desde este punto de agasajos,
(donde un perro destruye la sequía del sonido)
pero el follaje de los astros es denso para este fervor engrandecido
con Celeste a mi lado ofreciéndose al hambre de mis besos.

Aprendí, por osmosis,
su dilatado repertorio de aspavientos
al tenerla constante junto a mí;
rehabilitando formas, comisionando sueños;
y cuidando y maltratando brotes de una planta
que vivía en lobreguez y frenesí.

Su refulgencia de manzana
se infatuó con incertidumbres
allá en el plan de un río de precámbricas piedras,
donde hambrientas visiones andaban errabundas
y el sanguíneo emisario era un púgil infante.
La luna, llegó a la cumbre de una loma
para adornarse con las máscaras
del orbe de los muertos.
Y una marea de andarines cometas
cruzó por el espinazo de la sierra
que tiene muchos pinos
e incontables secretos.

Nuestro romance olía a vaho de meteoros,
vivía en melodías que no se iban del aire,
se percibía en besanas donde infecunda hierba
veía en pesadillas una hoz delirante.
Yo distinguí su aroma y carne bendecida
en los días de lluvia y de frío constante;
cuando llegó cantando: "¿Quién es quien nunca muere?
¿Quién es quien no abandona? ¿Quién es quien sólo nace?"

Celeste de mis días y mis noches…

Azúzame con bocanadas de neutrinos
ahora que zurzo con hilo de tus ríos
el árida epidermis de lomas y montañas.
Transpórtame al festivo hogar del filarmónico
para abatir los goznes de sus puertas
con mi ariete de aullidos y palabras.
Remíteme a las puertas de nuevas mancebías
para robar mujeres transitorias de otros
en mis últimas noches y en mis últimos días.

Ahora que los sordos jeroglíficos del ardor me pueblan...
Llévame a la fría Nube de Oort
para atisbar la vestimenta nívea
que te prohíbe nuestro padre el Sol.
Purifícame en esta parte ególatra del sueño
que llega precediendo al triunfo y la agonía
del heredero.

Hoy renuncio al mérito de experiencias estatuarias,
y renuncio a la fuerza de la fuerza
que tenía cada verso con mi nombre…
¡Para adorar tu imagen!


TRANSMIGRACIÓN

Pronto...
dejaremos la fibra que llevamos
para habitar el mundo de los sueños
que pueblan fantasmas desterrados.

Ya nunca viviré en tu pensamiento,
en la matriz del mío
tampoco vivirás,
seremos parte de un coágulo
que envuelve todo lo que ya no está.

Ahí no buscarás el pintalabios
ni adorno que poner en tu cabello,
seremos dos barcazas que han llegado
al esperado abrigo de su puerto.

Dios mirará
la inmensa cicatriz de nuestras almas;
la cicatriz que muestro cuando escribo,
la cicatriz que exhibes cuando hablas.

Y tal vez...
a nuestro amor asignará un templo
en la parte más lumínica y florida
que hay en el cielo.

 

ANONIMATO

Escribo diferente en esta parte
donde vislumbro cerquedad de un siglo
con ojos incendiados por el arte.

Los consejos infames se marcharon
como lobos de niebla por pinares,
regando espumarajo que envenena.

Imagen sin retorno y sin descanso,
hospédate en la hoja
de este papel blanco,
respira junto al hombre que recuerda,
apegado al decir y desdecir...
que en ocasiones tiene permanencia.

A la continua y grata exuberancia
el minuto sin fe va persiguiendo;
a ese temor, a ese fantasma;
ahora dejo
la palpitante fiebre de mi lengua,
la reflexión de lo que soy
y el bouquet de palabras que ahora tengo.

Sentado en el piso de este cuarto
donde nadie me busca ni me nombra,
visualizo veredas
con rumbo hacia el monte irremplazable
que encierra desde entonces tu presencia.

Para que yo te bese y acaricie
cuando estés sola;
recuerda la desgracia de mis manos,
y la frialdad enorme
de mi olvidada boca.

 

 

FUGA

No murmurabas nada,
eras el ocio enfermo
que salía a tomar sol,
con semblante amarillo
y una vara de hada.

Decías otros nombres,
después te diluías en tardes nubladas.
El peligro del mar, era muy poco entonces;
y con hijos del miedo llegabas a las playas.

Fuiste a ver los canarios que salvarían al mundo,
y de oscuros hangares sus voces te gritaban:
-¡La filicida boca del hambriento Saturno
acecha nuestras almas desde nubes que pasan!-

Esa crónica amarga desarregló tu vida
cuando en las otras costas tu nombre yo exhumaba.
Luego, llegaron aves
volando en espirales
y con fuertes graznidos
mi alegrador poema
herían y sofocaban.

Escapé a la mirada temprana de tu augurio;
con el trote ascendente que a los caballos cansa.

Te perdí cuando estabas por conocer el drama,
y vine a recobrarte
cuando empezó la riada.

Hoy tiemblas junto a mí,
hoy la creación me agrada...
Regálame un momento para tocar tu alma.
Antes que de las cuevas, todos los diablos salgan;
en especial... los míos,
qué tanto daño causan.

 

MI CASA DE LA HUERTA

Siempre me despiertan con las mismas canciones...
no puedo decir nada.
Se terminó mi voz al charlar con estrellas
en aquellos espejos demenciales
que figuras borrosas reflejaban.

Ignoro cuánto pesan los espectros nocturnos
que traen en sus espaldas.
Gritan frases inmensas como el aire
detrás de cada árbol que hay cerca de mi casa.

Tal vez entre sus cantos la vida les renace
y con sonoros gritos masajean sus entrañas;
y hallan equilibro en el día ni en la noche.
Son polvo de los granos
molidos por un beso
que espolvorea en el aire sus almas tasajeadas.

Ya no quiero escuchar a esos hijos de nadie,
voy a dejar el vientre de esta apacible casa.
Las guías de madreselvas crecerán por las puertas
crecerán por el techo y cubrirán ventanas.
Mientras, allá en mi pueblo
estaré descansando en la huerta tranquila,
donde están mis naranjos
y está mi otra casa.

 

 

DÍAS PASADOS

¿Qué karma nos tejían aquellos días malos
velludos como tallos carnosos de borrajas?
Si nunca estaban limpios ni puramente blancos
y sólo tenían ruinas y punzantes neuralgias.

Ahí en el manicomio de hambre y precipicios;
te sabía a sal el mar de todas mis ternuras.
Y en la casa de infamia borrabas los vestigios
de imprudentes robots con sus frases absurdas.

También borraste el mío con tu lengua de fuego,
no quisiste ya verme en el pantano de ascos;
tus rojas pesadillas luego tuvieron miedo
de ver otro organismo que portara mis rasgos.

Nunca supe intuir la víspera del odio,
mis médiums no expulsaron advertidores gritos.
Y en el canjeable tiempo un oasis de agobio;
sin yo pedir albergue, me dio su domicilio.

Aerosol plaguicida, dueña de mil entrañas,
con el tiempo se vuelven los días más pequeños;
y en la tarde otoñal descubres que esperaban
por ti, la gris inercia y los fatuos recuerdos.

Desterramos la fiebre sin fecha en las estrellas,
no quisimos el signo guardador de los llantos.
Los ojos de este mundo no querían ya poetas
ni mujeres centauro zanganeando en los campos.

Dábamos poemarios con runas elegantes;
escritos por druidas de mi genealogía,
pero todo era en vano, tú estabas ya distante
y por verdugos negros la tierra era barrida.

La verdadera ciencia del serio encantamiento
se escapó de tus manos y llegó hasta las mías.
¿Qué debo hacer con ella si no estás en mi reino
con tu mural de engaños fascinando mis días?

 

BUSCA

Busca el alma de las cosas,
y el ruido simbólico del viento
a orillas de caminos que florean.

Te observará un ángel tartamudo
desde una vieja nube
que vaga errante por el mundo.

Él cuidará tus pasos
en los días que tiemblan,
y él velara tu alma sofocada,
cuando vayas, romera, por la niebla.

Él te guiará a chupar razonamientos
en las ubres que lloran.
¡Eso requiere el prohibido cuerpo
de tu arrastrante historia!

Tus preguntas irán por noches sin respuesta;
y lo que buscas, pasará dos veces,
antes de perderse para siempre.

Luego,
olvidados en el frío
como dos caballos sin establo
andaremos, tú y yo, sobre la nieve.

 

EL NIÑO MUERTO

El niño amaneció muerto, sentado en el columpio.
El aire lo mecía, dándole un ritmo justo.
Ayer gustaba mucho en este territorio,
ahora, es difunto.

La escarchada mañana
se despertó con gritos
que hacían poros en el cielo,
con ruido de altavoces
y rugidores vientos.

Fui a caminar al mar, para olvidar al niño;
los gansos pasaron
en ordenado vuelo,
trayendo a mi memoria
otros niños ya muertos.

Cuando abrieron los bares,
actores y cantantes habían vuelto;
-enviados por los Hombres del Oeste-
todos entonaban la canción
que me asustó a principios del milenio.

Nadie comprendía mis palabras
cuando alzaba mi copa
brindando por el alma
del niño muerto.

 

 

NÓMADA

No me pidas limosna,
si te doy lo que tengo,
ambos seríamos pobres bajo el cielo.

El tesoro que buscas,
está escondido en campos de la tierra.
Tal vez lo encuentres
si alguna vez ayudas
en tiempos de la siembra.

La verde clorofila
abandonó las hojas de los árboles,
quedaron la roja y amarilla
con que se adorna la estación llameante.

Pronto vendrá el invierno
para llamarnos por el nombre triste
desde un viejo brasero.

No le diré que andas
perdido en los caminos que no acaban,
porque sólo se pierden
quienes tuvieron patria.

 

 

LEJOS DE ELLA…

Ímpetu de locuras,
ímpetu de grito en sanatorios;
ya no importa del beso el mecanismo,
ni interesan pasiones que se ahogan
en las quintas del agua
y en labios que se hacen esperar.

Rápidamente devenían palabras
haciendo sacrificios
una, y otra, y otra vez más.

En ese reino de figuras
me iba levantando poco a poco;
igual que la famélica neblina
en terrenos que yacen junto al mar.
El espectro del sueño
parecía dulce.
Mi piel dejaba de podrirse entre la lluvia
y ensayaba a esconderse en el azahar.

Sombras flotando en el frescor del berro
tercamente llamaban con su voz.
Yo no podía acudir;
porque mis huesos proseguían blanqueándose
en la quieta llanura
que había quedado atrás...;
junto a la misantropía,
y junto aquellos poemarios de infortunio
que levemente parecían
la fealdad de mi alma revocar.

Todos ignoran que la muerte empieza
en el momento en que ordinaria gente,
ya no puede pensar ni acariciar.

A veces tiemblo porque aún existo
en el mundo del sueño
ya sin mirar el sol.
La demencia es una madre que no llora
y no avanza;
porque anda hacia delante y hacia atrás,
envuelta en una sabana de sombras,
mirando sin mirar.

Mis ejércitos
están lejos del arrobo;
como un ofidio talismán se arrastran
por veredas que no llegan a nada
y por hierba indigesta de esperar.

Ante el color punzante del acero
no temblaré ya nunca más.

Sorda a la falta y al deseo que grita
irá la farsa que me trajo al mundo;
la que llevó inmadura ostentación
de trágicos y fríos pavos reales
al orbe que esperaba, y al conjunto
de fiebre, ruido y furia,
que se movía insistidoramente
como el mar.

Hoy, la extraña mujer no entiende lo que dice.
Ya no puede ejercer dentro de mí
con sus largos dictados de capricho.
-La arena de los años ha pulido su piedra-.

¡Me seguía enloquecida!
Como si el único tiempo
fuera el de las hembras.

Un poco más…
tiritando en la frialdad de este refugio
y en el gran latrocinio de la espera.

¡Le irá de gloria!
pero nunca tendrá la certidumbre
de haber hecho de mí…
Otro poeta.

 

 

ESPERA

El tema saborea
una afectación de preceptos
en el tumulto grande
del belicoso tiempo.

No vienen ministros de la noche
con esplendor de lunas imperiales
a cautivar paisajes
dormidos en motivos del invierno.
Las formas excelentes de elocuencia
no invaden el discurso
ni lo esclavizan en su propio trono.

Con negros caireles de ternura
la noche me cobija
en las horas más altas de los sueños.

Escucho retumbos de pisadas
que da la madrugada de memorias
en el sopor adverso.
Al oírlas, recuerdo;
tropeles de yeguas espantadas
y duendes con aspecto de viajeros.

En variantes antiguas
que pueden cautivar al pensamiento
espero al corazón de los lectores,
pero su andar es lento.

Ignoro dónde estoy…
con mi sollozo grande y mi silencio;
y qué efecto tendrá
la peregrina y diferente voz
que abre las puertas del misterio.

Si mis luces existen… ¿Dónde están?
Ellas, que soles altos persiguieron.
Ellas que a tranquilos mediodías
con flores de nubes coronaron
al ir andarinas por un rito
memorable en el pliego de los cielos.

Actores y cantantes arribaron
para ejercer dominio sobre el pueblo;
y por refugio sólo me dejaron
la oscuridad de confundidos versos.

El Ángel de la Muerte con su amparo,
aletea en la sombra de las rocas:
-un aire fresco con olor a musgo-
respirando…

 

FRUSTRACIÓN

¡Paralizada iglesia!
iré a la vecindad de grandes mares,
a la pugna violenta de las aguas,
a suprimir imperfecciones bautismales
con enjambres de rayos
que extirpan la inmundicia de las almas.

Desgastaré mi voz en las canciones
que aprendo en el gozoso cautiverio
de múltiples especies de entusiasmo
y trances de histórico provecho.

Destruiré la confusión de ideas
con esta cordura universal
que hace girar del mundo las poleas.

La erudición de tóxicos vapores
activa delincuentes pensamientos
al encomiar sofísticos profetas
que extravían a misioneros inexpertos.

Luego ordena jerarquías y diferencias
enalteciendo la voz de aberraciones
y trágicas fiebres del infecto.

Melancolía de cantos flagelados,
desecación de pecadoras manos,
transgresión de alternativos humos,
muestra de arte sin vida en los esclavos...
¡Serán volados a las islas
que barren los vientos putrefactos!

Lanceteadora muerte,
con luces de nébulas y estrellas
y horas frías, de agobio, que me restan;
hilé para tu cuerpo estos vestidos.

¡Es la señal de contrición que ofrendo
en esta larga noche de alaridos!

Escucha, intercediendo, a mis obispos,
y olvida los pecados cardinales
que ayer con vigor involuntario
cometieron mis hijas y mis hijos.

No los dejes gemir entre tus brazos,
no dejes que los trague el Padre Tiempo,
hazlos brincar en llamaradas limpiadoras
que tienen los alientos de lejanas galaxias.
Aíslalos de todo lo inferior,
no los dejes caer
en el Contagio que preside a este momento.

Ya todo ha corrompido un mal principio,
el absurdo confuso es un empeño
que trae literaturas detestables
a mi sueño.

Diariamente transitan por la calle
gusanos en largas procesiones
y en danzantes manías;
descarriados proclaman
un risible progreso.

Voy a cerrar las puertas de la vida,
hoy desconecto, al fin, mi pensamiento.
Las paladas de tierra sonarán
en mi féretro hueco:
como un "adiós" del que a su hogar regresa
en alas pacíficas y tristes
del silencio.

 

DOBLEGAMIENTO

Porque te quiero igual, paso temblando
por la calle invernal en donde vives;
llevando entre mi pecho el contrabando
de un afecto ilegal que no recibes.

Una mirada trajo el perdurable
embrujo, que aparenta ser delito,
¿Cómo puede un segundo deleznable
forjar algo que alcanza el infinito?

¿Quién eres tú para robar mi sueño,
cuando en sublime enormidad te expandes?
A veces, el abismo más pequeño
es menos eludible que los grandes.

¿Cómo cuidar esta versión sencilla
de luz, excitación y arraigamiento?
¡Si cuando más reluce y maravilla…
encuentra una vereda al descontento!

No hay otra forma ya para rogarte
en esta vertical de medianoche.
Iré al resguardo triste de mi arte
a expresar el dolor de mi reproche.

Fuiste pasto de todos, menos mío.
A todos te entregaste y mi pasión
dejaste en el eterno desvarío
que no pudo lograr tu devoción.

 

 

PROMESA

Vida,
lo que resta de este mar sin pescadores
y esos pétalos flotando sobre el agua;
no remiendes jamás
sobre el largo vestido de tus dramas.

¿Cómo creer en ti?
¡Si has robado mi óleo de confianza!
Hoy eres una niña ante mi ruina,
una niña que punza mi silencio
con infecundos ruidos de sonaja.

Ayer compuse la canción gigante
que iba a ser cantada
por ríos de voces formidables
en los teatros situados al Oeste
de tu espalda.

Esa canción remitiré al olvido
para vivir mañana.
No esgrimas jamás otra promesa,
ni confundas de nuevo mi apariencia
con rasgos distintivos de otra cara.

Te invito a los heroicos esponsales
que celebra mi Fe con la Fatiga.
Y espera de mi caos el retorno;
Porqué...
Aún no termina de tocar mi lira!

 

EN MI PUEBLO

Son mías las tristezas de las casas que lloran
en este suelo viejo de proyectos pequeños.
Y son míos los ahogos que padecen en sueños
los duendes provinciales que en esta parte moran.

Es mía la nostalgia de rostros que enamoran
con ojos somnolientos y con labios risueños.
También es mío el azahar que manifiesta empeños
en perfumar las frases de las voces que imploran.

Es mío todo eso… Con procesos complejos
ha intentado el destino mis pasos confinar
en sitios que se encuentran de Gil de Leyva lejos.

Pero en sueños felices… acierto regresar
-como voz de zenzontle rebotando en espejos-
a ese paraíso que un día fue mi hogar.

 

 

PARA M.E.

¿Quién te enseñó a llorar
esas rosas pequeñas
y agrisadas que tienen
perfume de lamento?
¿Fue la nostalgia grande
que exhibes cuando sueñas;
amantes recostados
en el césped del viento?

¿Quién te enseñó a escribir
con tu mágica pluma
esas frases que expresan
un fogoso : "¡Te quiero!"?
¿Fueron aquellos hombres
que besaste en la bruma,
y después, distraídos,
de tu vida se fueron?

Voz de conflictos grandes
y pecho enardecido,
nunca viste el dolor
que en el galeón venía.
Candorosa exaltada,
al soñar, en tu nido,
no viste la aflicción
que desde el mar volvía.

 

 

TEMPESTAD

No será tu naufragio maniobra de injusticia
porque Dios sabe donde su crueldad imponer,
serán; tu sed de hazañas y tu gran impericia
quienes lleguen fatales tu viaje a detener.

Llamarás, Capitana, con tus gritos de lluvia
cuando estés en el centro de la bestial tormenta;
habré de responderte: «Aquí también diluvia
y la pugna en que vivo es cada vez más cruenta».

De babor a estribor correrás por tu nave
exigiendo que arríen las abultadas velas;
pero tus marineros, en ese trance grave,
oirán tus demandas, sin poder responderlas.

Al escuchar bramidos de ráfagas australes
abrazarás un mástil para no ser volada
al sitio donde esperan las faunas abisales
tu enardecido cuerpo, tu mente alucinada.


DEFUNCIÓN IGNORADA

Vengo evadiendo las pequeñas muertes que traen los bandidos del camino en dagas de magnifica aleación.
Porto en mi seno mágica mandrágora para que no me toquen ni destruyan; humanos que no son igual que yo.
Monturas se levitan y dirigen a viviendas de próximos difuntos, pero eso no me causa turbación.
Mi existencia se encuentra recubierta por lógicos poderes de la tierra y muros que levanto con mi voz.

En álgidas palabras mis poemas elevan admirables oraciones al solio majestuoso del Señor.
Habito la guarida de las letras, en medio de criadora efervescencia y fértiles ardores de labor.
Avanzo por la hierba estremecida que no ha sido tocada por las manos nocivas que propagan infección.
Golpeo sobre el yunque, delirante; desbasto indignado e incansable; desde que nace hasta que muere el sol.

Trabajo sin consignas deferentes que hagan valederas las pequeñas monedas de mi gran resolución.
La orilla inaccesible de mis mares no recibe solemnes desembarques como en otras edades recibió.
Trajino con figuras desquiciadas que salen de mi pluma enaltecida, maltrechas por efectos del alcohol.
Y gozo cuando el hado conflictivo malgasta vigores en ponerme; adversarios en cada pantalón.

La madre que nombro y me precede; anémica, transita carreteras, sin muestras de su prístino vigor.
Avanza carente de inmanencia, llevando una celada en la cabeza, que ya no brilla como brilla el sol.
Su espíritu sin cuerpo es ahora monarca sin voz y sin encargo, errático vagando en la creación.
Yo sigo incorruptible en su compaña, evitando el peligro de caer en uno de los poros del panteón.

 


VIDA…

El aire trae deberes que dejamos
en el cóncavo amparo de la noche.
Brotan reclamaciones en el caos
y todo exhibe incertidumbre enorme.

Un poco más en la cambiante celda
que el movimiento diario descompone,
un poco más en el licor que rueda
por la arteria agradable de tu nombre.

En la última etapa de mi viaje
debo poner arreglo en mi desorden.
El ansia de crear es incurable;
pero hay error y confusión enorme.

Cuatro grafías cederán el paso
a cinco runas que precepto imponen,
después vendrá la floración del campo
regado por memorias de los hombres.

 

NOCHE TRISTE

Muy quedamente ahora penetra en mis oídos
el rumor inasible de los que ya no están.
Hay en el patio un mundo de fantasmas caídos
y flores que se fueron y no regresarán.

Respiro débilmente porque me siento triste.
La caricia amarilla del moribundo sol
al llenarme de ti, en escribir insiste,
pero mis versos llegan sin forma ni control.

¿Cuántas largas contiendas he de librar de nuevo
en estos reinos grises de fuerte depresión?
¿Cómo debo servirte... Cómo encumbrarte debo?
Si ya no hay pedestales para tu adoración.

Aun cuando me dictas, el sueño me despuebla;
aún tísicamente paseas como ayer,
levantando pequeñas figuras en la niebla
que suaves vientos tocan y logran deshacer.

Verbo del verbo inmenso, nadie podrá encontrarte;
morirás sin el pulso que otorga vida al mar.
Y marchará contigo el milagro del arte
que ya a ninguno instiga por venir a buscar.

 

SOLDADITOS

Algo prosigue a veces en las ramas del cielo,
en esas copas altas donde observa la Virgen.
Con fresnal armonía expresarlo no puedo
y busco precipicios para en ellos hundirme.

Doy vueltas en elipses buscando tus memorias
en el cuarto vacío de fantasmales arpas;
me acompañan zureos de lejanas palomas
y el recuerdo feliz de recientes palabras.

Voy a marcharme lejos para no serte infiel,
me llevaré la tropa a vivir en exilios;
diré a mis soldaditos que dejen tu cuartel
aunque sea media noche y estén semidormidos.

De mi ruido, el silencio, ha de borrar las huellas;
no quedará sonido de constantes redobles.
Dormirás apacible sin oír estridencias
ni rumor lloviznoso de pequeños tambores.

Irán mis soldaditos por valles y cañadas,
con marchas y con dianas marcando alegre paso.
Tal vez mueran de frío en las sierras nevadas
recordando tus besos bajo un sudario blanco.




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