Poesias de Rusia

manosalarte.com

Poesia Rusa


PARA MANDAR VUESTRAS POESIAS PINCHA AQUI

0    1   2   3   4   5   6   7    8  9  10   11   12   13   14  15  16  20  21    24    Poesias cortas 2010    Poesias cortas 2010_2    Poesias cortas 2010_3
    Poesias cortas 2010_4    Poesias cortas 2010_5    Poesias cortas 2010_6   Poesias cortas_7    Poesias cortas_8    Poesias cortas_9    Poesias cortas_10    Poesias cortas_11    Poesias cortas_12    Poesias cortas_13    Poesias cortas_14   Poesias cortas_15   Poesias cortas_16   Poesias cortas_17   Poesias largas   Videos de poesias cortas   Poeias Angelita    Poesias largas   Videos de poesias cortas   Poesias Angelita    poesias cortas_18   poesias cortas_19   poesias cortas_20   poesias cortas_21    Adivinanzas    Poetas y poesias dominicanos    poesias cortas 22    poesias cortas 23    Poemas desde New York    Poesias de Navidad     Cuentos de Navidad    Poesias de Mexico

 

Poesia Rusa

poesia

Eduard Asádov

Fue usted con los cumplidos más que rodeada,
Sus ojos y su voz fueron alabadas,
Y su mirada cuan cuchilla peligrosa,
Más de una vez, seguro, le fue mencionada.
Dudo que alguna vez usted parara a pensar
En corazones que le fueron regalados,
Cuántos fueron los enamorados, los anillos,
Que en su dedito usted se enhebraba.
Está claro: está usted preciosa.
Y para el bebé también usted es una diosa,
Y, pues, el que no tiene usted el alma…
No se preocupe: no se nota tanto.

Tokareva, Kseniya traducciones

 

 

Canción
Yo camino y camino, y todo alrededor
Tu patria es aún: la lejanía del viento,
Camino y camino y se me olvida que
Antes conocí otros territorios.

Y qué lejanos ya de mí
Los grandes días del mar del sur
Las dulces noches de los ocasos de mayo
Allá todo es alegre y vacío pero aquí:
Dios oscurece…
el pueblo sufriente
Llegó hasta él y lo tomó como hermano.




Fuente Circuo de Poesia

Alexander Pushkin

A K…

Recuerdo aquel mágico instante:

Apareciste frente a mí

Como visión fugaz

Cual genio de la belleza pura.

En la angustia opresora de la desesperanza

En la zozobra del trajín escandaloso

Largo tiempo resonó tu dulce voz

Y soñé tus líneas armoniosas.

Pasaban los años. Tormenta de rebeldes

Temporales los sueños ahuyentó

Y olvidé tu cariñosa voz

Tus líneas celestiales.

En la espesura lóbrega de la prisión

Mis días silenciosos se estiraban

Sin la divinidad o inspiración

Sin lágrimas, sin vida, sin amor.

El alma un día se despertó:

Y otra vez apareciste tú

Como visión fugaz

Cual genio más puro de belleza.

Pulsa encantado el corazón

Para él nacieron otra vez

Divinidad e inspiración

Y vida y lágrimas y amor.

EL PROFETA

Ciego vagaba en tétrico desierto

Mi espíritu sediento padeció,

Alado serafín, de pronto,

En una encrucijada apareció.

Con leves dedos como sueño

Mis párpados tocó.

Se abrieron proféticos mis ojos

Ojos de un águila en peligro.

Rozó mis oídos,

De clamores se llenaron, de sonidos:

Oí las vibraciones del éter

Y el vuelo de los ángeles

El discurrir de los peces bajo el mar

Y el crecer silencioso de la vid.

Me apartó los labios, me arrancó la lengua

Maliciosa, locuaz y pecadora.

Con mano ensangrentada

Puso entre mis labios yertos

Bífida lengua llena de sabiduría.

Abrió mi pecho con su espada,

Arrancó mi palpitante corazón

Y un ascua ardiente en la herida me incrustó.

Exánime yacía sobre el desierto

Cuando la voz de Dios me despertó:

"Levántate, Profeta, abre tus ojos, tus oídos,

Y a través del mar y de la Tierra, de los pueblos

Tu verbo abrase el corazón".

ROSA

¿En dónde está nuestra rosa

Amigos míos?

Se marchitó la rosa

El bebé de la Aurora.

No digas:

¡Así se seca la juventud!

Ni digas:

¡Ésta es la alegría de la vida!

Dile a la flor:

¡Perdona, lo lamento!

Y condúcenos

Hacia el lirio blanco[6].

EL PESCADOR Y EL PECECITO

Vivía el viejo con su esposa

Junto al mismo mar azul

Vivían en choza de barro

Hacía ya treinta y tres.

Con su red pescaba el viejecillo

Y tejía la vieja con su hilado.

Echó el viejo al mar azul la red

Que con lama recogió,

Por segunda vez ya la lanzó

Mas con marina hierba regresó,

La lanza por tercera vez

Y la red llegó ahora con un pez,

No cualquiera, no pez simple, era dorado.

¡Cómo imploraba el pez de oro

Con suplicante voz de humano!:

– ¡Libérame en el mar, anciano

Valiosa recompensa te daré:

Todo lo que me pidas cumpliré!

Asombrado el viejo y espantado

(Pescaba ya hace treinta y tres

Y jamás oyó que un pez hablara)

Liberó al pez dorado

Y dijo con palabras cariñosas:

– Ve con dios dorado pez

No necesito tu rescate

Márchate al azul del mar

Paséate en la inmensidad.

Regresó el anciano con la vieja

Le contó la increíble maravilla:

–Hoy atrapé un pez

Que hablaba nuestro idioma,

Pez de oro, no cualquiera

Me pidió a casa regresarlo

Al mar azul, ofreciendo valiosa recompensa

Cualquier cosa que quisiera

No me atreví a aceptar su ofrecimiento

Y lo liberé en el mar azul.

La vieja al anciano insultó:

–¡Estúpido, tarado

No supiste tomar su recompensa

Al menos le aceptaras una tina

La nuestra por completo se rompió.

Así salió al mar azul

Vio al mar que alegremente retozaba

Y se puso a llamar al pez dorado

El pez nadó hacia él y preguntó

– ¿Qué se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

-Apiádese de mí, mi Señor pez,

Me regaña a mí la vieja

No me deja estar en paz

Quiere para ella nueva tina

La nuestra por completo se rompió.

Y contesta el pez dorado:

– No estés triste, ve con dios

Que tendrán su nueva tina.

Regresó el anciano con su vieja

Que tenía ya la nueva tina

Pero peor rugió la vieja:

–¡Estúpido, tarado,

Pediste una tina solamente!

¿Sacaste gran provecho de la tina?

Regresa tonto, con el pez

Inclínate y pídele una casa.

Y regresa el viejo al mar azul

(Se enturbió el mar azul)

Empezó a llamar al pez dorado

El pez nadó hacía él y preguntó

-¿Qué se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

–Apiádese de mí, mi Señor pez

Me insultó peor mi viejecilla

No me deja estar en paz

La gruñona quiere una cabaña.

Le responde el pez dorado:

–No estés triste, ve con dios

Así será: casa tendrán.

Regresó el viejo a su casucha

Ya no estaba su covacha, ni su huella

Frente a él una dacha[7]con buhardilla

De ladrillos, blanco tiro de la chimenea

Y entablado de roble, el portón.

La vieja estaba sentada bajo la ventana,

En todo lo que el mundo se sostuvo[8]

Lo regaña: -¡estúpido, tarado,

Pediste, imbécil la cabaña!

Regresa e inclínate al pez:

No quiero ser una sucia campesina

Quiero ser aristócrata noble.

Se fue el viejito al mar azul

(El inquieto mar azul)

Se puso a llamar al pez dorado.

El pez nadó hacía él y preguntó:

–¿Qué se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

–Apiádese de mí, mi Señor pez

Peor que antes la vieja se empecina

No me deja estar en paz

Ahora no quiere ser ya una campesina

Quiere ser una aristócrata.

Le contesta el pez dorado:

–No estés triste, ve con dios.

Regresó el viejo con la vieja

¿Y qué vio? Una alta torre

Y está su vieja en el zaguán

En corpiño de cara marta cebellina

En tocado: coronilla embrocada,

Su cuello de perlas retacado

En las manos sortijas de oro

En los pies rojos botines

Frente a ella diligentes mozos

Ella los golpea, los jala del copete

Le dice el viejo a su vieja:

–¡Buenos días noble señora, alteza-emperatriz

¿Ahora está su almita ya contenta?!

Le gritó la vieja

(Y lo mandó a servir a las caballerizas).

Así pasa otra semana y otra

Y peor la vieja se emperró

Y lo manda al pez de nuevo:

–Regresa e inclínate ante el pez

No quiero ser señora de palacio

Quiero ser una zarina todopoderosa.

Espantado el viejecillo implora:

–¡Qué te pasa vieja, te atascaste de beleño?

Ni caminar, ni hablar tu sabes

Vas a hacer reír a todo el reino.

Se enojó aún peor la vieja

Y le da un bofetón.

–¿Cómo te atreves campesino a discutir conmigo

Una noble aristócrata?

¡Ve al mar, te lo ordeno en buena forma,

Si no vas te mando a fuerza!

El viejo se dirige al mar,

El mar azul estaba negro,

Empezó a llamar al pez dorado

El pez nadó hacia él y preguntó:

–¿Qué se te ofrece anciano?

Con una reverencia el viejo le contesta

–Otra vez mi vieja se revela

Ya no quiere ser aristócrata

Quiere ser una poderosa zarina.

Le responde el pez dorado:

–No estés triste ve con dios

¡Bueno, será tu vieja una zarina!

El viejecillo regresó con esa vieja

¿Y que pasó? Frente a él: aposento de zar.

En el trono vio a su vieja

A la mesa se sienta cual zarina

La atienden nobles y boyardos[9]

Le sirven vino ultramarino

Los aflige con melindres

Severa guardia alrededor de ella

En sus hombros las hachas se sostienen.

En cuanto la vio, ¡el viejo se asustó!

A sus pies se inclina y dice:

–¡Buenos días terrible zarina!

¿Ahora su almita está contenta?

La vieja ni lo vio

Sólo ordenó sacarlo de su vista,

Corrieron boyardos y nobles

Tomando y empujándolo del cuello,

A la puerta llegaron vigilantes

Por poco y lo descuartizan con las hachas

Y el pueblo ríe de él:

–¡Ten tu merecido viejo malcriado

Ten para ti, ignorante, esta lección:

No te sientes donde no está tu lugar!

Pasa otra semana

Y peor la vieja se empecina

A los cortesanos manda por su esposo.

Buscaron al viejo y lo trajeron

Dice la vieja al anciano:

–Regresa y te inclinas con el pez

No quiero ser una gran zarina

Quiero ser la soberana del mar

Para vivir en la mar océano

Para que me sirva el pez dorado

Y esté bajo mis pies.

El viejo no se atrevió a contradecirla

No pronunció palabra alguna

Y se dirige al mar azul.

Ve en el mar negra tormenta

Así se hinchan las olas enojadas

Así andan y aúllan en coro y en manada.

Se puso a llamar al pez dorado

El pez nado hacia él y preguntó:

–¿Que se te ofrece anciano?

Inclinándose el viejo le responde:

– Apiádese de mí mi Señor pez

No sé que hacer con mi maldita bruja

Ya no quiere ser zarina

Quiere ser del mar la soberana

Para vivir en el océano

Para que tú mismo le sirvas

Y estés bajo sus pies.

No dijo nada el pez

Sólo con su cola chapoteó

Y se fue hacia el profundo mar

Largamente esperó el viejo la respuesta

No pudo más y con la vieja regresó.

Y ve: otra vez frente a él la choza,

En la entrada su vieja está sentada

Y a sus pies… la tina rota.

Borís Pasternak[10]

TRISTEZA

Para este libro como epígrafe

Enronquecían los desiertos

Bramaban los leones y hasta las auroras de tigres

Se extendía Kipling.

Secándose el terrible pozo de la tristeza abierta

Se mecían acariciando y castañeando

Lana helada.

Ahora, arrullándose continuamente

En versos fuera de rango

Aparece soñando el Ganges

Y arrastra a la niebla con el rocío de pradejones.

Amanece con frío escarnecedor

En el foso y en las junglas repta

La humedad del réquiem y el incienso.

Mi hermana la vida y ahora desbordada

Se hirió -lluvia de primavera contra todos-

Pero la gente enjoyada, altiva gruñe

Y amable muerde como las víboras en la avena.

Los mayores para esto tienen su razón

Sin duda, es cómica la tuya:

Que en la tormenta los ojos y el prado sean lilas

Y el horizonte odore con húmeda reseda.

Que en mayo, el horario de los trenes

Que lees en el camino, en la bifurcación de Kamishinkaya,

Sea más grandioso que la Sagrada Lectura

Aunque desde el principio lo releas.

Que apenas el crepúsculo alumbra a las aldeanas

Eleva un enjambre fogoso en el andén,

Oigo, estación equivocada,

Y el sol, sentándose, de mí se compadece.

En el tercer chapoteo flota la campanilla

Con sus eternas disculpas: lo siento, no es aquí.

Quemándose en la noche arranca el tren bajo la cortinilla

Y se derrumba la estepa, desde el peldaño a la estrella.

Parpadeando, cintilando, pero duermen todos dulcemente

En un lugar. Y sueña mi amada Fata Morgana

La hora en que el corazón, ardiendo en las plataformas,

Las puertas de los vagones derrama por la estepa.

DEFINICIÓN DE LA POESÍA

Es el silbo súbitamente madurado

El chasquido de hielitos apretados

Es la noche que congeló a la hoja

Y el duelo entre dos ruiseñores.

Es el guisante dulce ahogado

Son las lágrimas del universo en vainas

Es fígaro de atriles y de flautas

Y se derrumba con el granizo sobre el huerto.

Todo, lo que es tan importante de hallar para la noche

En las profundidades de las certenejas

Y llevar a la estrella hasta el parterre

En las húmedas palmas temblorosas.

El calor sofocante más plano que tablas en el agua

El firmamento que cayó con el alisio

A las estrellas les sienta hacer reír a carcajadas

Es un lugar abandonado el universo.

DEFINICIÓN DEL ALMA

Con la pera madura volar en la tormenta

Con su hoja indivisible.

Es tan fiel, dejó su rama

E iconoclasta se ahogará en sequía.

Con la pera madura, con el torcido viento.

Es tan fiel: "¡A mí no me revuelca!"

Le digo que voltee pues dejó de tronar en la belleza,

Dejó de arder, se regó por la ceniza.

Fulminó la tormenta a nuestra patria

Polluelo, ¿reconoces tu nido?

Hoja mía, más medrosa que el jilguero,

Mi tímida seda, ya no tiembles.

No temas, canción inseparable,

¿Hacia dónde podríamos partir?

"Aquí", adverbio mortal, ni te imagina

Nuestro indiviso palpitar.

DEFINICIÓN DEL ARTE

Desordena las solapas de las camisas,

Velludo como el torso de Beethoven,

Cubre sus fichas con la mano

Y es el sueño, la conciencia, la noche y el amor.

Y con qué pieza tan negra coronada

Con qué frenética tristeza

Prepara las presentaciones de la luz

Con el caballero sobre los terrestres peones.

Y en el jardín, al pie del sótano, desde el témpano

Las estrellas derraman su perfume

Y exclaman con el Ruiseñor: sobre la tumba de Isolda

La helada de Tristán se atragantó.

Y es los jardines y estanques y verjas,

Y hierve con blancos clamores,

El universo: sólo descargas de pasión

Acumuladas en el corazón.

TEMAS Y VARIACIONES

(1916-1922)

Por aquí cruzó la uña misteriosa del enigma

Es tarde, mejor me iré a dormir

y con las luces del alba

Lo comprenderé. Mientras no me despierten

Tocaré a mi amada, como nadie sabe.

¡Cómo te tocaba!

Incluso con el cobre de mis labios te tocaba

Como una tragedia conmociona a su auditorio.

Te tocaba. El beso era un verano

Se venía en agostado día estival que tardaba y tardaba

Y de pronto derramaba la tormenta.

Bebía como las aves, dilatándose hasta perder el conocimiento.

Lentas corrían por la garganta las estrellas

Y los ruiseñores temblando, con los ojos en blanco

Apuraban gota a gota el firmamento.

POEMAS DE YURI ZHIVAGO

(1946-1953)

VERANILLO DE SAN MARTÍN

Los groselleros cuecen sus lenguas de aspereza.

Las risas tintinean en los cristales

en la cocina se trincha y se sazona

con clavo con pimienta se adoba se marina.

Y el bosque como enano se divierte

lanzando estos rumores contra los espinazos:

tatemados al sol los avellanos

dejaron la piel viva en el brasero.

En una torrentera terminó el sendero

la tristeza bañó las viejas cepas

tan resecas- y al otoño -en harapos-

que todo en el torrente ha ido amontonando.

Da pena sea tan simple el universo

más de lo que supone el que es muy listo

que el bosque parezca sumergido en agua

que el fin anegue ya las cosas.

Y que de nada sirva los ojos restregarse

cuando todo se quemó junto a tus labios

ya la neblina blanca que el otoño trajo

lanzó su telaraña a la ventana.

La cerca derruida del jardín abrió un espacio

se pierde por la senda de abedules.

A las risas, riachuelos y ruidos del trabajo casero

lejos, el cosmos, responde con eco cristalino.

MAGDALENA

Apenas llega la noche y aparece mi demonio,

Pagaré por mi pasado.

Llegan sorbiendo mi cuerpo y el alma

Recuerdos de mi depravación

Cuando era la bruta poseída

La esclava del capricho de los hombres

Y mi refugio era la calle.

Quedan unos instantes

Y vendrá un silencio sepulcral.

Pero antes que terminen con mi vida,

Vaso de alabastro que sació su borde,

A tus pies lo haré pedazos.

¡Dónde estaría yo

Maestro mío, mi Salvador,

Si en las noches, a la mesa,

La eternidad sensual no me esperara

Como en las redes de mi profesión

Un nuevo visitante atraído por mi sed.

Pero explícame qué es el pecado,

La muerte, el infierno, la azufrada llama,

Si ante los ojos de todos

Como el retoño del tallo

Uní a tu talle mi tristeza inmensa.

Cuando aprietan mis rodillas

Tus firmes pies, Jesús,

Tal vez aprendo a abrazar

La recta viga de la cruz

Y perdiendo los sentidos me arrojo a tu cuerpo:

Te preparo para la inhumación.

Marina Tsvietáieva[11]

Seré feliz si Usted no siente mi dolor[12],

Y que yo tampoco sienta nada,

Que nunca el pesado globo de la tierra

Se escurra bajo nuestros pies.

Me gusta, que pueda ser ridícula, perversa

Buscar palabras adecuadas,

Y no ponerme roja con ola sofocante

Si apenas nuestras mangas se rozaran.

Me gusta, que delante de mí Usted pueda abrazar

Tranquilamente a otra mujer,

No me condena arder en el infierno

Por no besarlo a Usted.

Y que mi cariñoso nombre, mi Cariño

No recuerde ni en la noche ni en el día…

Que nunca sobre nosotros, en el silencio de la catedral,

Cantarán el Aleluya.

Gracias a Usted -con mi mano sobre el corazón-

Que no sabe lo mucho que me ama:

Por mis noches tranquilas,

Por los raros encuentros de las crepusculares horas,

Por nuestros no paseos bajo la luna,

Por el sol que no existe encima de nosotros,

Por el dolor que no siente, lamentablemente, Usted por mí,

Por el dolor que no siento, lamentablemente, por Usted.

3 de mayo, 1915

MAGDALENA (3)[13]

Sobre tus caminos no voy a interrogar

Querida, todo se realizó

Yo iba descalzo y tú me arropaste

Con aguaceros de tus lágrimas y de tu cabellera.

No pregunto a qué precio

Se compraron tus esencias

Yo estaba desnudo y tú una ola

Con cuerpo y pared me ceñiste.

Tocaré con mis dedos tu desnudez

Más silencioso que el agua

Y más bajo que la hierba.

Yo era recto

Y tú me inclinaste apretado a tu cariño

Cávame un foso en tus cabellos

Cúbreme sin lino, apaciguadora,

Para qué quiero el mundo[14]

Si tú como una ola me lavaste.

31 agosto 1923

Osip Mandelshtam[15]

No escuché los cuentos de Ossián[16],

Ni probé el antiguo vino:

¿Por qué se me aparece el claro del bosque

Y la sangrante luna de Escocia?

Y el contrapunto del arpa y el cuervo

Me suena en el silencio maldito.

Con el viento agitando las bufandas

¡Pendones de guerreros fulguran con la luna!

He recibido una bendita herencia:

Los sueños errantes de extraños cantores.

El parentesco y la aburrida vecindad

Nosotros despreciamos libremente.

Y puede suceder: más de un tesoro

Saltando a los nietos, pase a los bisnietos

Y de nuevo el escaldo componga esa canción extraña

Y la interprete como si fuera propia.

1914


Insomnio, Homero, tensas velas.

Leí a mitad la lista de las naves:

Tal, larga cría, el tren de grullas

Que un día se alzaron sobre la Hélade.

Cual parcela de grulla en extrañas fronteras,

Divina espuma sobre la cabeza de los zares.

¿A dónde navegan si no fuera por Helena,

Para qué quieren una sola Troya, esposos aqueos?

El mar y Homero: todo lo mueve el amor.

¿A quién escucharé? Homero está callado,

Elocuente el mar negro rumorea

Y con pesado estruendo avanza hacia mi cabecera.

1915


En la polifonía de un coro de doncellas[17]

Todas las iglesias cariñosas cantan con su voz

En los arcos de piedra de la Catedral del Arrullo[18]

Se me aparecen arqueadas y altas cejas.

Desde la valla fortificada por arcángeles

Veía a la ciudad con deslumbrante altura.

Me consumía la tristeza en los muros de la Acrópolis

Por ese nombre ruso, por la belleza rusa.

Ni el milagro de milagros que soñamos: el Edén.

Donde canturrean las palomas en el ardiente azul,

Canta las notas ortodoxas una monja:

El dulce Arrullo, Florencia en Moscú.

Y las pentacéfalas[19] catedrales moscovitas,

Con su alma rusa e italiana,

Recuerdan la aparición de la Aurora

Mas con el nombre ruso y el abrigo de piel.

Irremediable es esta noche[20]

Y aún ustedes tienen luz.

A las puertas de Jerusalén

Salió un sol negro.

El sol amarillo es más terrible

-Duerme mi niño, duerme-

En el templo iluminado los judíos

Sepultaban a mi madre.

Sin tener la bienaventuranza

Y del sacerdocio marginados,

En el templo iluminado los judíos

Oficiaron los restos de la esposa.

Sobre mi madre resonaban

Las voces israelitas.

Yo me desperté en la cuna

Con el sol negro iluminado.

1916

MEGANOM[21]

Todavía están lejos los asfódelos[22]

De la primavera transparente y gris.

Aún por el momento, en realidad

Murmura la arena y hierve la ola.

Pero aquí penetra mi alma

Como Perséfone en ligero círculo,

Y no existen en el reino de los muertos

Bellos y bronceados brazos.

¿Por qué confiamos a la barca

El peso de la fúnebre urna

Y la fiesta de las rosas negras celebramos

Sobre aguas amatistas?

Mi alma ahí se precipita

Tras el túmulo de niebla de Meganom

Y regresará la negra vela[23]

De allá, después del funeral.

Qué raudos cabalgan nubarrones

Sobre arriates en penumbra

Y los copos de las rosas negras vuelan

Bajo borrascosa luna.

Y el ave de la muerte y el lamento

Con su orla fúnebre arrastra,

Tras la popa de cipreses,

El inmenso estandarte del recuerdo.

Y con el susurro se abre

El triste abanico de pasados años

Hacía donde con sombrío estremecimiento

Se entierra en la arena el amuleto,

Mi alma ahí se precipita,

Tras el túmulo de niebla de Meganom,

Y la negra vela vuelve

De allá, después del funeral.

1917

A CASANDRA[24]

En instantes floridos no busqué

Casandra ni tus labios ni tus ojos

Pero ahora, cómo nos atormenta la memoria

De las solemnes veladas de diciembre.

Y en diciembre del año diecisiete

Perdimos todo amando

A uno lo despojó la voluntad del pueblo

Y el otro a sí mismo despojó…

Algún día, en la loca ciudad

En la fiesta de escitas, del Neva a las orillas

Al son de un baile abominable

De tu bella testa la toca alzarán.

Si esta vida es un delirio necesario

Y los leños de los barcos altas casas

Alza el vuelo, victoria sin brazos,

Peste hiperborreica.

En la plaza de vehículos blindados

Veo a un hombre: asusta

A los lobos, con las brazas encendidas

De la libertad, la ley y la igualdad.

1917

TRISTIA[25]

Yo aprendí la ciencia de la despedida

En las quejas nocturnas de los cabellos sueltos.

Rumian los bueyes, y se demora la espera

La última hora de las vigilias de la ciudad.

Y honro el rito de aquella noche de gallo,

Cuando alzando el peso del pesar del camino,

Veían a lo lejos los ojos llorando,

Y el llanto femenino se mezclaba al canto de la musas.

¿Quién puede saber con la palabra despedida

La separación que nos espera?

¿Qué nos presagia la exclamación del gallo?

Cuando el fuego arde en la Acrópolis,

Y en la alborada de una nueva vida

Cuando en el pajar con flojera el buey mastica

¿Por qué el gallo, pregonero de la nueva vida,

Golpea con sus alas los muros citadinos?

Yo amo la simpleza del tejido:

La lanzadera corre, el huso zumba.

Mira: a tu encuentro, como plumón de cisne

¡Descalza Delia vuela!

¡Oh, el escaso fundamento de nuestra vida

La pobre de alegría, la lengua!

Todo fue antaño, todo se repetirá otra vez

Y apenas nos endulza el conocimiento del instante.

Pues, así sea: la transparente figurilla

En el limpio platillo está de barro

-Como piel desprendida de una ardilla-:

Inclinada encima de la cera, la muchacha ve.

No se dio a nosotros adivinar sobre el Erebo[26] griego,

A las mujeres la cera, para los hombres el cobre.

Sólo en la lucha a nosotros la suerte nos designa

Y a ellas ya les fue otorgado morir adivinando.

1918


Toma, para el goce, de mis manos,

Un poco de sol y algo de miel

Como nos ordenaron las abejas de Perséfone.

No se puede soltar una barca a la deriva

Ni sentir en la piel la sombra de una bota

Ni vencer al temor en la dormida vida.

Sólo nos quedan los besos

Felpudos como pequeñas abejas

Que mueren al salir de la colmena.

Ellos murmuran en la transparente espesura de la noche,

Su patria: el profundo bosque de Taiget[27]

Su alimento: el tiempo, la menta y pulmonaria.

Toma, pues, para tu goce, mi regalo salvaje

Este seco y burdo collar

De abejas muertas: la miel que se convierte en sol.

1920
Iguales son las señas de la hermana: ternura y gravedad.

Avispas y pulmonarias liban de la rosa.

El hombre muere. Se enfría la arena caliente

Y en negras camillas se llevan al sol de ayer.

Ah, pesados panales, tiernas redes

¡Más fácil levantar la piedra, que tu nombre repetir!

En el mundo me queda sólo una inquietud:

Un dorado cuidado: cómo el fardo del tiempo descargar.

El aire turbio bebo: agua oscura.

Arado el tiempo donde la rosa era la tierra.

Tiernas y pesadas rosas se mezclan lentamente en el arado

Que anudó en doble corona, el peso y el cariño de la rosa.

1920


Porque tu mano no supe sostener[28]

Por traicionar tus labios dulces y salados

He de esperar la madrugada en la frondosa acrópolis.

¡Cómo odio las antiguas y olorosas cortes!

En la oscuridad, los varones aqueos aparejan el caballo

Con las sierras dentadas muerden vigorosos la estacada.

No aplaca aún el ruido seco de la sangre

Y no hay para ti ni molde, ni nombre, ni sonido.

¿Cómo me atreví a pensar que volverías?

¿Por qué me desprendí de ti antes de tiempo?

Aún las sombras no se desvanecen, aún no canta el gallo,

El hacha ardiente no clava los maderos.

La resina resuma en las paredes como una lágrima pura.

Y siente la ciudad sus costillas de madera.

Pero la sangre ya brotó en las escaleras, y se lanzó al asalto

Y tres veces soñaron los varones la seductora imagen.

¿Dónde la querida Troya? ¿Dónde la casa del rey, dónde las de las doncellas?

Ella será destruida, pajarera alta de Príamo.

Y lluvia seca de madera caen las flechas

Y otras crecen en la tierra como el avellano.

De la última estrella, sin dolor, se apaga una punzada.

Y con la gris golondrina el alba toca a la ventana.

Y lento el día, como buey que despierta entre la paja,

Avanza, en los almiares hirsutos del largo sueño.

1920


Cuando Psique la Vida a las sombras desciende

Y hacia el traslúcido bosque a Perséfone sigue,

Una ciega golondrina se echa a sus pies

Con la ternura Estigia[29] y con la rama verde.

Hacia la fugitiva corre miríada de sombras

A recibir la nueva compañera con lamentos.

Y sus débiles brazos rompen ante ella

Con desconcierto y tímida esperanza.

Quien un espejo ofrece, y quien un perfume:

Como el alma es mujer, gusta de naderías

Y el bosque sin hojas de diáfanas voces

Secas quejas rocía como pequeña llovizna.

Y en el vaivén cariñoso sin saber qué hacer,

No reconoce el alma el transparente robledal.

Su aliento empaña al espejo y se demora en dar

La moneda de cobre[30] al nebuloso cruce.[31]

1920

GOLONDRINA

Olvidé la palabra que quería decir.

Regresará en el aposento, al esplendor de la sombra, la golondrina ciega

En alas recortadas para jugar con transparencias.

En el olvido se canta la canción nocturna.

No se oyen las aves. La siempreviva no florece.

Traslucen las crines de la caballada nocturna.

Por el río seco flota una barca vacía.

Entre los grillos la palabra desvaría.

Y crece lentamente, cual pabellón o templo.

O de pronto finge ser Antífona[32] demente,

O golondrina muerta, a los pies se lanza

Con la ternura Estigia y con la rama verde.

Oh, si se pudiera volver al pudor de los dedos videntes

Y al júbilo sinuoso del reconocimiento.

¡Yo que tanto temo el llanto de las Aónides[33],

De la niebla, del hiato, la abertura y el sonido!

A los mortales fue otorgado el poder de amar y de reconocer,

Para ellos el sonido fluye de los dedos,

Pero ya olvidé lo que quería decir,

Y la idea incorpórea al aposento de las sombras volverá.

La palabra transparente siempre desatina

Siempre golondrina, Antífona, amiguita…

Y en los labios arde como hielo negro

El estigio recuerdo del sonido.

1920

AL HABLA ALEMANA

Cual polilla en la nocturna vela

En la contradicción estoy perdido

Salir me gustaría de nuestra lengua

Y tanto eternamente ya le debo.

Tenemos alabanza sin lisonja

Tenemos amistad recta y sincera

Tomemos algo de la honra y seriedad

Del Occidente en la familia ajena.

Recuerdo un militar tudesco

(¡Te adornan las tormentas, Poesía!)

En cuya espada se enredaban rosas

Y Ceres en su boca florecía.

Aún los padres en Francfort dormitaban.

De Goethe nada entonces se sabía.

Al son de himnos danzaban los corceles

Y como letras en papel corrían.

¿En qué Walhalla[34], amigos míos

Del mismo plato nos alimentamos?

¿Qué libertad ustedes poseían

Qué rutas señalado ya me habían?

Y de la hoja del fresco almanaque

De la blancura del primer escrito

Bajaron escalones de la muerte

Como al hostal por un vaso de vino.

Un habla ajena será mi envoltura

Pero mucho antes de nacido

Fui una letra, una línea de vid

El libro fui que en sueños has leído.

Dormido sin imagen ni concierto

La amistad me despertó con un disparo.

De Pílades[35] concédeme la suerte

Dios Nachtigall[36] o prívame del habla.

¡Dios Nachtigall! Me arrastran a otras pestes

De siete años nuevas guerras,

Silban rebeldes las palabras, el sonido se encoge

Pero tú vives, y me salvas.

1932

Joseph Brodsky[37]

LA MARIPOSA

I

¿Decir que tú estás muerta?

Tan sólo viviste una jornada.

Cuánta tristeza hay en la broma del Creador

Apenas puedo articular "vivió":

Unidad de la fecha del nacimiento

Y de cuando en mi mano te deshiciste.

A mí me desconcierta restar

Una de las dos cantidades

A los confines del día.

II

Después que los días para nosotros

No son nada -sólo nada-

No los atrapas

Y de pitanza para los ojos no los tendrás:

Ellos

En el fondo blanco

No tienen cuerpo, son invisibles

Los días son como tú

Exactamente ¿qué puede pesar

Disminuido diez veces

Uno de estos días?

III

¿Afirmar de lleno que no existes?

¿Pero qué es en mi mano

Algo tan similar a ti?

¿Y el color?

Que no es fruto del no ser

¿De quién es este soplo

Que así se unta en la pintura?

Dudo que yo

Balbuceando un nudo de palabras

Ajenas al color

Pudiera delinear esta palestra.

IV

En tus alitas hay

Pupilas, pestañas, ninfas o aves.

¿Fragmentos de qué rostros es este retrato volador?

Dime de qué partes y pizcas tu casualidad

Aparece una naturaleza muerta:

De cosas, quizá frutos,

Incluso el trofeo

Extendido de la pesca.

V

Es probable que seas un paisaje,

Si tomo la lupa

Encuentro al grupo de ninfas,

al embrujo, la playa

¿Es tan claro allá como en el día

o tan abatido como la noche?

¿Qué estrella se encendió en la bóveda celeste?

¿De quiénes son estas figuras?

¿Dime

De qué naturaleza

Todo el paraje se hizo?

VI

Pienso: tú eres

Esto y lo otro

Tienes rasgos de astro, rostro, objeto

¿Quién fue el orfebre

Que sin arrugar el ceño

Engarzó en miniatura

Los rasgos de este mundo?

Que enloquece.

¿Quién nos tomó entre sus pinzas:

Donde tú eres el pensamiento sobre la cosa

Y nosotros la cosa misma?

VII

Dime

Para qué este arabesco

Te fue dado sólo un día.

En el confín de los lagos

¿ A quién esta amalgama

Reservará espacio de antemano?

Quitándote la posibilidad

El corto tiempo

De caer en la red

Estremecerte en la palma de la mano

Y en el instante de la persecución

Deslumbrar a la pupila.

VIII

Tú no me respondes

Y no es por timidez

Y no por algún mal

Y no por estar muerta.

Pues a cada criatura

Viva o muerta-

En señal de parentesco

Se donó una voz:

Para el entendimiento, el canto,

La prolongación de un instante

De un día.

IX

Estás privada del empeño

Pero hablando con rigor: mejor así.

Para qué tener deudas con el cielo.

En el recuento no te aflige

Si tu siglo y tu peso son dignos del silencio

El sonido también pesa

Pero tu eres más incorpórea

Y más insonora

Que el tiempo.

X

No alcanzaste a vivir

Hasta sentir el miedo.

Más fácil que el polvo te ensortijas

Sobre el tiesto

Estás fuera de lo transcurrido

Del pasado del porvenir con sus ahogos

Parecidos a la cárcel.

Por eso cuando vuelas hacia el prado

Soñando libar

El mismo aire -de pronto-

Toma forma.

XI

Así la pluma se desliza

En la suave blancura el abismo del cuaderno

Sin conocer el destino de su línea

(Donde el saber y la herejía se enredaron).

Más confiándose a los empeños de la mano

En sus dedos

Se bate el habla

Muda por completo:

No quita el polvo acumulado de la flor

Mas sí el peso de los hombros.

XII

Esta belleza

Y su fecha tan pequeña

Uniéndose a esta conjetura

Tuerce la boca

Sin decir -claro-

Que en realidad

El mundo fue fundado sin objeto

Y si lo tiene

No somos nosotros.

Amigo entomólogo:

Para la luz no hay agujas

Y no las hay para las sombras.

XIII

¿El "Adiós"

Es la forma de los días?

Hay quien con sus razones

Quiere cortar el limo del olvido

Pero mira

La culpa de esto es que a su espalda

No carga días de mutuas sábanas

Ni espesos sueños

Ni pasado.

¡Pero mira el nubarrón de tus hermanas!

XIV

Tú eres mejor que la Nada

Más verdadera, más cercana

Más visible.

En el fondo eres su familia:

En tu vuelo alcanzó la encarnación

Y por ello

En el tumulto cotidiano

Eres digna de la mirada

Como ligera barrera

Entre Ella y yo.

EL GRITO DEL AZOR EN EL OTOÑO

El viento del noroeste lo levanta

Sobre la parda, lila, bermeja y escarlata

Colina de Connecticut.

Ya no ve el trayecto apetitoso

Del pollo en el patio de la vetusta granja

O el de la tuza sobre el linde.

Oprimido en la corriente del aire, solitario

Distingue apenas cadenas de colinas

Descendentes y la plata del río

Serpenteando como espada viva

El acero mellado en los meandros

Parecidos a abalorios de los pueblos

De Nueva Inglaterra. Caídos hasta el cero

Los termómetros son lares en el nicho,

Las frías agujas de los templos

Doman al incendio del follaje

Pero para el azor no son iglesias. Más alto

Que los mejores pensamientos parroquianos

Planea en el océano azul. Aprieta el pico

El estómago oprime al metatarso

Las garras en el puño son los dedos

De las manos, cada pluma olfatea

El soplo desde abajo: brilla en respuesta

La baya del ojo, se dirige al sur

Al Río Grande al delta

A la muchedumbre sofocante de las hayas

Que esconde en la espuma poderosa

De la hierba, en sus tejas más filosas

Un nido, las cáscaras rotas con pintas coloradas

El olor, la sombra, del hermano o de la hermana.

El corazón envuelto en carne, ala

Plumón, pelusa, palpita en la frecuencia

De su estremecimiento

Impulsado por su propio calor

La tijera corta el cielo azul de otoño

Intensificando el color por causa

De una mancha parda, apenas al ojo perceptible,

Del punto que flota por encima del abeto

Por causa del vacío en la cara

De un niño que ve por la ventana,

La pareja bajando del automóvil,

Una mujer en el pórtico.

Pero el flujo ascendente lo impulsa hacia arriba

Más y más alto. Entre las plumas

El frío le muerde el vientre.

Mira hacia abajo:

se apaga el horizonte

Apenas ve los primeros trece estados. Ve:

Se alzan de las chimeneas columnas de humo.

Pero justo su número le dice

Al ave solitaria, qué tan alto voló.

¡Hasta dónde he llegado!

Siente entre orgulloso y alarmado.

Ladeándose en un ala

Cae. Pero la elástica

Capa de aire lo regresa al cielo

A la estepa helada e incolora.

De su pupila amarilla

Brota un brillo hostil

Mezcla de terror e ira. Vuelve

A descender. Pero como pelota en la pared

Como la recaída en la fe del renegado

El azor es rechazado otra vez.

¡El, aún lleno de ímpetu!

Es impulsado aún más alto. A la ionosfera.

Al astronómico y objetivo infierno

De las aves, donde el oxígeno no existe

Donde en lugar del mijo están los granos

De las lejanas estrellas. Lo que a los bípedos

La altura, a los plumíferos es al revés.

No con el cerebelo sino con los pulmones

Adivina: no hay salvación.

Entonces grita. Brota de su encorvado pico

Un graznido de Erinias parecido

Rasgando al exterior un sonido mecánico

Insoportable: el ruido del acero

Hincando el aluminio.

Mecánico porque no está

A los oídos de nadie destinado. Ni al hombre

Ni a la ardilla que saltó del abedul

Ni a la zorra que late

Ni a los ratoncillos del campo.

A nadie le podrían cobrar así

Las lágrimas derramadas por su causa. Sólo los perros

Levantan el hocico. Un agudo y penetrante grito

Más terrible que la pesadilla del re sostenido

Del diamante, que corta el cristal,

Atraviesa el cielo. Y por un instante

El mundo se estremece por la herida.

Pues allá arriba la tibieza

Quema al espacio, como aquí abajo

La negra verja quema con el frío

A la mano sin guante. Exclamando: "¡mira,

Allá", vemos en la altura al azor hecho una lágrima

En la fina telaraña de las ondas

Producidas por la resonancia

Concéntricas se expanden por la bóveda celeste

Donde no existe el eco

Donde huele a apoteosis del sonido

Sobre todo si es octubre.

Y en este encaje, como estrella de hielo

Brillando toda escarchada y argéntea

Con las plumas hinchadas, el ave flota hacia el cenit

Al ultramarino. Con los prismáticos

Divisamos desde aquí una perla, un detalle:

Resplandece. Oímos: arriba algo suena

Como la vajilla que se quiebra

Como el cristal de la familia

Cuyos fragmentos, no obstante, no hieren:

Se derriten en la mano. Y por un instante

Volvemos a distinguir pequeños círculos, ojillos,

Abanicos, una mancha irisada

Puntos suspensivos, paréntesis, eslabones

Bozos, espigas

Lo que antes era la greca de la pluma.

El mapa transformado en un puñado

De hojuelas etéreas volando en la ladera.

Y al correr por la calle, los niños en abrigos de colores

Atrapándolas con los dedos

Gritan en inglés: "Invierno, Invierno"

1975

LA ESTRELLA DE NAVIDAD

En una fría temporada

En el cósmico lugar

Inclinado más al calor que al frío

Y más que a la montaña hacia el llano

El niño dios sonrió en la cueva para salvar al mundo.

El blanco aullaba, barría:

Así la tiza del invierno

borra y atiza en el desierto.

A El todo le parecía enorme: los pechos de la madre

El vapor amarillo de las ventanillas nasales de los toros

Los magos Melchor, Gaspar y Baltazar

Sus regalos traídos de tan lejos.

El era sólo un punto.

Y un punto era la Estrella.

Que atenta, sin parpadear, entre una misteriosa nube,

Sobre el pesebre del bebé,

Desde lejos, en el otro final,

Al fondo del Infinito,

Miraba hacia la cueva.

Y era Ella

La mirada del Padre

ANDREI BELY (1880-1934)

SOLO
A S.L. Kobilinsky

Las ventanas empañadas.
En el patio cuelga la luna.
Y vos estás parado al tuntún
frente a la ventana.

El viento se muere discutiendo
con la hilera de abedules grises.
Ha habido mucho dolor...
Ha habido muchas lágrimas...

Ante vos se alza involuntariamente
la hilera de años abandonados.
El corazón está dolido; duele
Y yo estoy totalmente solo.

DICIEMBRE

Diciembre... montones de nieve fuera...
Y yo recuerdo a usted y su voz.
Recuerdo, mirando la plateada nieve,
Sus hombros, estremeciéndose.

Toda en el encaje blanco de Marsella,
Quedó en la ventana, absorta,
Y alrededor, sentados en sofás bajos,
Los respetuosos caballeros.

Su criado servía el té caliente,
Y alguien tocaba el piano mientras
Usted me dirigió, silenciosamente,
Una mirada plena de tristeza.

Y, suavemente, estirándose
Como la inspiración, como un ángel,
Despertó así, entre mis ilusiones,
Una languidez inexpresable.

Al son de esa música antigua,
Se tejió una unión pura entre nosotros...
Aunque de reojo su marido
Miraba acariciando sus patillas.

Yo estoy solo en el torrente nevado,
Aunque vuele en la fragilidad de mi alma
El dulce recuerdo de todo aquello,
Que se esfumó, irrevocable.

VIDA (Tanka)

Sobre el pasto pequeña polilla-
Una flor, una flor autopropulsada-
Asimismo yo: hacia el viento -muerte-
sobre mí -un tallo-
paso volando como una polilla.

[De la versión en inglés de Babette Deutsche]

[Andrei Bely (Blanco) es el seudónimo literario de Boris
Nikolaevich Bugaev, nacido en Moscú, autor de grandes
novelas como "La paloma de plata" y "Petersburgo", que,
para Nabokov -que junto a Brodsky parecen ser los gran-
des formadores de Canon de la literatura rusa- es una de las
cuatro novelas más importantes del siglo XX]

 

OSIP MANDELSTAM (1891-1937)

(ULTIMOS POEMAS)

Si nuestros antagonistas me llevan
Y la gente deja de hablar conmigo;
Si confiscan el mundo entero-
El derecho de respirar y abrir puertas
Y afirman que la existencia existirá
Y que la gente, como un juez, juzgará;
Si se atreven a conservarme como a un animal
Y arrojan mi comida sobre el piso-
No caeré en el silencio ni mitigaré la agonía,
Sino que escribiré lo que soy libre de escribir,
Y unciendo diez bueyes a mi voz
Moveré mi mano en la oscuridad como un arado
Y caeré con todo el peso de la cosecha...
(1937)

Ah cuánto me gustaría-
Sin ser visto por nadie-
Remontarme detrás de la luz,
Para desaparecer por completo.

Pero tú, circúndate de luz-
no hay otro rapto, ningún otro trance.
Y aprende de las estrellas
De qué se trata lo de la luz.

Tú, a quien deseo deleitar-
Esto es un susurro:
En un arrullo,
Pequeña, te entrego a la luz.

Deberá ser una flecha de luz,
Cuando los murmullos-
El balbuceo de los enamorados-
La encienda, ardiendo iluminada.
(1937)

[Lo que los Trovadores significaron para Pound, Villon
lo significó para Mandelstam. Su poética va en la dirección
opuesta a la de Baudelaire y su noción de "correspondencia",
en favor de una base lógico-científica de la poesía. "La lógi-
ca", escribió, "es el reino de lo inesperado. Pensar lógicamen-
te significa asombrarse permanentemente. Sólo necesitamos
amar la música de las pruebas... No volamos: ascendemos so-
lamente por las torres que nosotros mismos podemos cons-
truir."
Se ha descripto a Mandelstam, sin embargo, "como un cha-
mán poseído por una visión". Él mismo escribió: "Intercam-
biando señales con el planeta Marte (no fantaseando, por su-
puesto) es una tarea digna de un poeta lírico."]

EDUARD BAGRITZKY (1885-1934)

Autorretrato, 1933.

DULCEMENTE ME DESMAYO

Dulcemente me desmayo
del aire quieto y los sueños,
Del prolongado tedio penetrante
y el vacilante canto:
Me gustan los gallitos
bordados en lino blanco,
Y los íconos austeros
el hollín multisecular.
Con devota humildad
el día sigue al día
Bajo el sofocante zumbido de las moscas.
Una codorniz masculla
bajo el abatido cieloraso,
Y el dulce de frambuesa perfuma las festividades.

Por la noche el tierno ganso relleno nos deja afectados,
Y la agobiante lámpara-ícono parpadea en tormento.
Y, cuello estirado, el gallito bordado

Sobre el lino inicia su interminable cacareo.

Me concediste acá, Oh Señor, un humilde refugio
Debajo de un generoso techo,
exento de las preocupaciones cotidianas
Donde días pesados,
como cucharadas de dulce,
Fluyen espesamente gota a gota.

[De la versión inglesa de George Reavey]
[Eduard Bagritzky es el seudónimo literario de Eduard
Dzyubin. Luchó en el frente persa durante la 1° Guerra Mun-
dial. Se enroló luego en el Ejército Rojo. Como muchos, fue
entusiastamente revolucionario hasta que comenzaron los
procesos soviéticos. Murió, probablemente de cáncer, a los
49 años.]

 

VLADISLAV FELITSIANOVICH HODASEVICH (1886-
1939)

LA MONA

El calor era feroz. Grandes bosques estaban incendiándose.
El tiempo arrastraba los pies en el polvo. Un gallo cacareaba
en un terreno cercano.
Mientras abría
el portón de mi jardín vi a un costado del camino
un vagabundo Serbio dormido sobre un banco
su espalda apoyada contra las empalizadas. Era magro
y muy negro, y a lo largo de su semidesnudo torso
colgaba una pesada cruz de plata, que jugueteaba
con el goteante sudor.
Encima del cerco que estaba sobre él,
ataviado con una enagua carmesí, su mona
estaba sentada mordisqueando ávidamente las polvorosas
[hojas
de un arbusto; un collar de cuero
estirado hacia atrás por la pesada cadena se hundía
profundo en su cuello.
Oyéndome pasar, el hombre
se revolvió, se limpió la cara, y me pidió algo de agua.Tomó
un sorbo para ver si la bebida no estaba
demasiado fría, y colocó un platillo
sobre el banco, e, instantánemente, el mono
se deslizó hacia abajo y tomó el platillo con ambas manos
hundiendo los pulgares; entonces, sobre las cuatro patas,
[bebió,
sus hombres presionando sobre el banco, su mentón
tocando las tablas, su espinazo arqueado más alto
que su pelada cabeza. Así, seguramente, hizo Darío
agachándose sobre un charco del camino mientras huía
de las estruendosas falanges de Alejandro.

Cuando la última gota fue sorbida la mona barrió
el platillo del banco, y alzó su cabeza,
y me ofreció su pequeña mano negra y mojada.
Ah, he estrechado los dedos de grandes poetas,
líderes de hombres, mujeres claras, pero ninguna mano
había sido tan exquisitamente moldeada
ni había tocado la mía con tal emoción de familiaridad,
y los ojos de persona alguna habían mirado dentro de mí
con tan profunda sabiduría... Leyendas de eras perdidas
se despertaron en mí gracias a esa deslucida bestia
y de repente vi la vida en su plenitud
y con un tropel de viento y olas y mundos
la música de órgano del universo
detonó en mis oídos, como había hecho antes
en bosques inmemoriales.
Y el Serbio
entonces siguió su camino golpeando su tamborín:
sobre su hombro izquierdo, como un príncipe Indio
sobre un elefante, se balanceaba su mona.
Un inmenso sol carmesí pero sin sol
colgaba en la lechosa niebla. El sofocante verano
fluía interminablemente sobre el trigo marchito.

Ese día se desató la guerra, ese mismo día.

[De la versión en inglés de V. Nabokov]
[Nabokov publicó un artículo titulado "Sobre Hodasevich",
firmado con el seudónimo "V. Sirin", que es el nombre que
usaba en los 20's y los 30's, en Berlín y en París, -menciona-
do en "El orientalista", el excepcional estudio de Tom Reiss,
que publicara Anagrama. En él dice Sirin/Navokob: "Este
poeta, el mayor poeta Ruso de nuestro tiempo, el descencien-
te de Pushkin en la línea sucesoria de Tyutchev..."]

ANNA AKHMATOVA (1889-1966)

En 1964

¿Cómo puedes mirar al Neva,
cómo puedes pararte sobre los puentes?
Con razón la gente piensa que sufro:
su imagen no me suelta.
Las alas de los ángeles negros pueden abatirte,
cuento los días hasta el Juicio Final.
Las calles están manchadas de espeluznantes fuegos,
hogueras de rosas en la nieve.
(1914)

[Los versos finales de su notable poema Réquiem, hablan
también del río:
"Y dejando que la nieve derretida fluya
como lágrimas de mis inmóviles, broncíneas pestañas,

deja que la paloma de la prisión llame a la distancia
y los barcos anden calladamente sobre el Neva."
1940.]

BORIS PASTERNAK (1890-1960)

En 1925

PRIMAVERA

He aquí la primavera. Vengo de la calle en donde se asombra
[el álamo,
donde la lejanía se inquieta y la casa teme ser derribada,
donde el aire es azul como la ropa
del que sale del hospital.

Donde la noche es vacía como una narración interrumpida,
que la estrella deja sin continuación
ante el estupor de mil y mil miradas azules,
insondables, inexpresivas.

[De la versión inglesa de Stanley Kunitz]

[Pasternak es uno de los cuatro grandes poetas rusos de la
primera mitad del siglo XX (con Akhmatova, Tsvietáieva y
Mandelstam). Premio Nobel de Literatura en 1958. El régi-
men lo persiguió, pero sin encarcelarlo, desde 1930 hasta su
muerte]

VLADIMIR MAIACOVSKY (1893-1930)

En 1928

PASADA LA UNA DE LA MAÑANA...

Pasada la una de la mañana. Debés haberte ido a la cama.
La Vía Láctea derrama un río de plata a través de la noche.
No tengo apuro; con relampagueantes telegramas
No tengo motivos para despertarte o preocuparte.
Y, como dicen, el incidente está cerrado.
El bote del amor se ha estrellado contra la amoladora diaria.
Ahora vos y yo somos renunciantes. Para qué molestarse
en saldar penas mutuas, dolores y heridas.
Mirá qué quietud se establece sobre el mundo.
La noche envuelve el cielo en tributo de las estrellas.
En horas como éstas, uno se alza para arengar
Las épocas, la historia, y la creación toda.

[Encontrado en el bolsillo de Maiacovsky después de pegar-
se un tiro. Parece haber sido parte de un poema más extenso
sobre el que estaba trabajando en ese tiempo.]
[Del inglés, George Reavey]

 

SERGUEI YESENIN (1895-1925)

En 1924

ADIOS, AMIGO MIO

Adiós, amigo mío, hasta que nos volvamos
A encontrar, te retengo en mi corazón.
Nuestra largamente anunciada separación
Predice reencuentro allá.

Ninguna palabra, ningún apretón de manos, hasta el encuentro;
No sufras, amigo mío, ni te veas muy triste-
En la vida no es ninguna novedad morirse,
Y vivir no es, por supuesto, algo más nuevo.

[El poema de despedida de Yesenin, escrito con su propia
sangre poco antes de colgarse en el Hotel d'Anglaterre, en
Leningrado. Suicidio provocado en buena medida por el di-
lema que siempre representó para él su "vieja Rusia de la ma-
dera" enfrentada al nuevo mundo mecánico de la Unión So-
viética. Maiacovski criticó ácidamente, en 1926, la decisión
de Yesenin, pero no mucho después seguiría sus pasos.]

 

OLGA BERGGOLTS (1910- 1975)

En 1946

AL CANTO

Despierta como quieras, pero despierta en mí,
en el frío, en mis silenciosas profundidades.

No te imploraré palabras, pero dame
una señal de que aún estás vivo.

No por mucho tiempo... sólo un momento de tu tiempo.
Si no un verso, sólo un suspiro, sólo un grito.

Sólo un susurro o sólo una queja.
Sólo el sordo sonar de tus cadenas.

[De la versión en inglés de Daniel Weissbort]
[Nacida en Leningrado, atravesó las purgas estalinianas de
los treinta, fue encarcelada dos veces, su marido fue ejecu-
tado. Su segundo marido murió de hambre durante el blo-
queo alemán a Leningrado en 1942.]
[Encarcelada porque su apellido sonaba alemán. Tuvo a su
hijo en las celdas de los servicios secretos soviéticos. Amiga
de Akhmatova, durante el sitio de Leningrado realizó trans-
misiones radiales para reconfortar a los defensores de la ciu-
dad, en la que murieron tal vez dos millones de personas. A
la entrada del Mausoleo en Memoria de las tumbas masivas,
grabada en granito, una frase suya (Nikto ne zabyt i nichto ne
zabyto): "Nadie es olvidado y nada es olvidado".]

ANDREI VOZNESENSKY (1933- 2010)

YO SOY GOYA

Yo soy Goya
sobre el campo desnudo, excavado por el pico del enemigo
hasta que los cráteres de mis ojos boquearon
Yo soy el dolor

Yo soy la lengua
de la guerra, las brasas de las ciudades
en las nieves del año 1941
Yo soy el hambre

Yo soy la garganta
de una mujer colgada cuyo cuerpo como una campana
pendulaba sobre una plaza vacía
Yo soy Goya

¡Ah, viñas de ira!
He arrojado hacia el oeste
las cenizas de un invitado indeseable!
y martillado estrellas en un cielo sin olvido- como clavos
Yo soy Goya

[De la versión en inglés de Stanley Kunitz]

DOS POEMAS

I

Sobre un oscuro y callado imperio
vuelo solitario -y te envidio,
águila de dos cabezas quien al menos
siempre te tienes a tí mismo para hablar.

II

Colgar desnudas bombitas de luz de un cielorraso
simple cuerda siempre servirá;
es sólo el poeta quien debe colgar
de su resplandeciente blanco nervio espinal.

[Versión en inglés de William Jay Smith y Patricia Blake]

BELLA AKHMADULINA (1937-2010)

OTOÑO

Sin trabajar, sin respirar,
la colmena se endulza y muere.
El otoño se ahonda, el alma
madura y se vuelve redonda;

arrastrado al cambiante color de los frutos,
arrojado fuera de las ociosas flores.
El trabajo es largo y aburrido en otoño,
la palabra es pesada.

Más y más pesadamente, día a día,
la naturaleza aplasta la mente.
Una lasitud como sabiduría
ensombrece la boca con silencio.

Aún un chico, en su bicicleta,
pedaleando hacia blancas saetas de luz,
de pronto mira hacia arriba
con una pálida, clara tristeza.

[Del inglés, Aliki Barnstone]
[Si bien se mantuvo apolítica en términos generales, siempre
apoyó a los escritores críticos del sistema soviético. En su
momento, Joseph Brodsky dijo de ella "es la mejor poeta vi-
va en lengua rusa".]

JOSEPH BRODSKY (1940-1996)

CARTAS DE LA DINASTIA MING

I

Pronto habrán sido trece años desde que el ruiseñor
revoloteó fuera de su jaula y desapareció. Y, al caer la noche,
el Emperador lava su medicina con la sangre
de otro sastre, entonces, apoyado en almohadas de seda,
[enciende un pájaro enjoyado
que lo arrulla con su nivelado, idéntico canto.
En esta suerte de aniversario, de números primos, errado,
que celebramos en estos días en nuestra "Tierra-bajo-Cielo".
El espejo especial que alisa las arrugas aún
cuesta más caro cada año. Nuestro pequeño jardín está atra-
[gantado de yuyos.
El cielo, también, está punzado de chapiteles como alfileres
[en las escápulas
de alguien tan enfermo que su espalda es todo lo que nos es-
[tá permitido ver
y cuandoquiera que hablo de astronomía
al hijo del Emperador, empieza a bromear...
Esta carta a vos, Amada, de tu Pato Salvaje
es pincelada en perfumado papel de arroz que me ha dado la
[Emperatriz.
Ultimamente no hay arroz pero el flujo de papel de arroz es
[interminable.

II

"Los caminos de mil li de largo comienzan con el primer
[paso", según
reza el proverbio. Lástima que el camino a casa no
depende de ese mismo paso. Excede diez veces
los mil li, especialmente contando de ceros.
Mil li, dos mil li-
mil significa "Tú nunca has de ver
tu lugar natal." Y la carencia de significación, como una plaga,
salta de las palabras a los números, especialmente a los ceros.

El viento nos sopla hacia el oeste como las amarillas cizañas
de vaina seca, allí donde el Muro se hace torre.
Contra él la figura del hombre es fea y rígida como un jero-
[glífico atemorizante,
como cualquier escritura ilegible que uno observa.
Este tironeo en una sola dirección me ha hecho
algo elongado, como la cabeza de un caballo,
y todo lo que el cuerpo debería ser es gastado por su sombra
susurrando a través de las marchitas briznas del centeno sil-
[vestre.

[Del inglés, versión de Derek Walcott]
[Joseph Brodsky estuvo detenido en campos de concentración
de Siberia. En 1972 pudo irse a los Estados Unidos, adquirien-
do esa nacionalidad cinco años después. Debió cambiar de
lengua, un proceso aún más traumático para un poeta. Premio
Nobel de Literatura en 1987. Autor de importantes ensayos,
estrechamente vinculado en el campo literario a Derek Wal-
cott y a W.H. Auden.]

MIKHAIL AIZENBERG (1948- )

(Dentro de una persona vive el agua...)

Dentro de una persona vive el agua. Remoja, empapa.
En su meticulosa e insistente manera
sigue hablando, el agua.
Con el chorrear de los días
es aún más difícil entenderse con ella.
Nunca duerme,
nunca permanece en silencio.

Y ni siquiera intentes vivir en su estilo de vida,
en el curso de su vida de larga, dura labor.
Fijate si la podés convertir en hielo caliente,
en flúida roca si podés, agua.

[De la versión en inglés de J. Kates]

[Nacido en Moscú. Ensayista y editor, además de poeta.
Premiado con el Andrei Bély.]

IRINA ERMAKOVA (1951- )

(Dios ve la ausencia de metáfora)

Dios ve la ausencia de metáfora.
Él nota el vacío fondo-del-mar.
Su interés mengua entre las líneas,
Las líneas corren juntas, Él pierde el hilo.

Pero si una línea crudamente hecha
es accidentalmente transparente y profunda
Dios se sumerge en ella con gratitud.
Como Lector él tiene siglos almacenados
Como Pez él entiende al autor.

 

(Y entonces, qué queda)

Y entonces, ¿qué queda? Bueno, poemas, ¿qué otra cosa?
El mundo está lleno de algo más que puros tontos.
El azafrán de las praderas florece grueso todo el tiempo,
con su falsa fragancia de inmortales.

Todas las caras, todas las palabras, todas las hierbas comunes
están unidas por este olor de flores cortadas,
la abeja filtrando la miel de ayer,
se empantana en el presente también.

Encajada ahí, y por todo tu zumbar
sólo lograrás arrancarte un ala,
decime que esto, también, pasará...
decime... seguramente podés decirlo....

Gris, impermeable pasto,
No mientas -el tiempo gotea de los peines.
Entonces ¿qué queda de vos
para mí? Bueno, por supuesto. Por supuesto.

[De la versión en inglés de Eugeny Bunimovich y J. Ka-
tes]

[Irina Ermakova tiene una homónima científica, famosa
investigadora del Instituto de Neurociencias de Moscú, que
la ha alejado del Google. Sin embargo, es una poeta reco-
nocida, ganadora del valorado premio Arion, y la creadora
de varios personajes ficticios, como la poeta japonesa del
siglo XII, Yoko Irinati.]

SVETLANA KEKOVA (1951- )

(EL APENAS VIBRÁTIL AIRE ALEGRE)

El apenas vibrátil aire alegre
es un juguete dorado para las avispas,
y la arena debajo del tembloroso sauce
está empapado en agua de primavera.

El polen brilla en el sendero
de los rayos luminosos
y los abejorros se zambullen eficientemente
en los lagos de las florecientes arvejas dulces.

¡Qué fiesta de vista y sonido!
Todo el mundo está renaciendo
en mí, más liviano que las plumas del cisne,
más pesado que una piedra hundida.

[De la versión en inglés de Galina Detinko y Judith
Hemschemeyer]

[Filóloga, nacida en la ciudad de Aleksandrovsk, en la re-
gión Sakhalin. Ganadora del Premio Apollon Grigor en el
'99]

EUGENY BUNIMOVICH (1954- )

HAIKU UNO

haiku uno
sólo tres líneas en total
de las cuales dos ya están gastadas
así pasará la vida

haiku dos
diecisiete sílabas
de las cuales quedan cinco
sólo queda una

haiku tres
así ha pasado la vida
y es todo tan Hokusai
en el jardín de rocas


VERA PAVLOVA (1963- )

(Ojos míos)

Ojos míos
porqué están tristes
cuando yo estoy tan contenta
palabras mías
porqué son tan rudas
cuando yo soy tan amable
actos míos
porqué son estúpidos
cuando yo soy tan lista
amigos míos
porqué están todos muertos
cuando yo soy tan poderosa

(la chica duerme como si)

la chica duerme como si
alguien especial estuviera soñando
la mujer duerme como si
la guerra comenzara mañana
la mujer anciana duerme
como si fuese suficiente fingir
la muerte para que ésta pase de largo
por el otro lado del dormir

DMITRI POLISHCHUK (1965- )

UN BREVE RECITATIVO MELANCÓLICO

Sólo lo perecedero es precioso.
Sólo lo que está sobre papel es importante.
En cuanto a lo que no tiene finalidad, es realmente práctico.
Lo efímero es escencial.

Lo que no tiene esperanza todavía puede hacerse,
pero lo que es concebible es corrupto.
Todo lo que es dócil es también aburrido;
lo que no tiene esperanza no tiene obstáculos.

Lo que es fútil es fantástico,
lo que es inquietante es digno de confianza.
Todo lo que es involuntario, ¡tan injurioso!
Pero todo lo que es ebulliciente es eterno.

Et cétera...

[De la Versión en inglés de Olga Livshin y Andrew Janco]
[Moscovita, autor de varios libros de poesía]

fatheralexander.org/booklets/spanish/

 

 

 





Oda Dios, G. Derzhavin (1743-1816).

Oh! Tu espacialmente infinito,

Que vives en el movimiento de la sustancia,

Anterior al transcurrir del tiempo,

Sin rostro, en tres personas de la Divinidad.

Espíritu omnipresente y único,

Quien no tiene lugar, ni causa,

A quien nadie pudo comprender,

Quien todo lo llena, abraza, construye y conserva,

A Quien llamamos Dios!

Medir el océano profundo

Contar las arenas, rayos de planetas,

Aunque podría, un intelecto superior,

Tu no tienes ni número, ni medida.

No pueden los espíritus esclarecidos

Nacidos de Tu Luz, investigar Tus destinos.

Sólo el pensamiento osa elevarse hacia Tí,

Desaparece en Tú grandeza,

Como en la eternidad un instante que pasa,

La pretemporal existencia del caos

De las profundidades de la eternidad, llamaste

Y la eternidad, antes de los siglos nacida,

La fijaste dentro de Tí.

Componiéndote de Tí mismo,

Irradiando de Ti mismo,

Tú eres la Luz, de donde la luz provino.

Creando todo con una Palabra,

Extendiéndote en nuevas creaciones,

Tú estabas, Tú eres y Tú serás por los siglos.

La cadena de los seres cabe en Ti,

La mantienes y la vivificas,

El fin unes con el principio

Y regalas la muerte a la vida.

Como caen los destellos y se mueven,

Así nacen soles de Ti.

Como en un claro día de invierno,

Las partículas de escarcha, brillan

Giran, e iluminan,

Así las estrellas están en las cimas ante Ti.

Millones de luminarias encendidas,

Fluyen en lo inconmensurable.

Tus leyes cumplen ellas,

Emiten rayos vivificadores.

Pero lámparas de fuego estas,

O masas de cristales incandescentes,

O hervidero de ondas de oro,

O éteres encendidos,

O todos los mundos de luz, reunidos,

Ante Ti, son como noche ante el día!

Como una gota en el mar

Toda la materia brilla ante Ti,

Y ¿qué es todo el universo, que yo veo?

Y ¿qué soy yo ante Ti?

Si en el océano etéreo éste

Multiplicando cien veces los millones de mundos,

Me atrevo a comparar Contigo

Serían tan solo un punto.

Y yo ante Ti no soy nada!

Nada, pero Tu brillas dentro de mí,

Con la grandeza de Tus bondades

En mí Te reflejas, como el sol

En una gota de agua.

Nada pero yo siento la vida,

Vuelo ávido de las alturas,

Mi alma siente Tú existencia,

Penetra, piensa, discute,

Yo soy! Indudablemente también Tú eres

Tú eres, el orden de la naturaleza lo dice,

Me lo dice mi corazón.

Tú eres! y yo ya no soy nada!

Soy parte de todo el universo,

Puesto, me parece, en un honroso punto medio

Donde terminaste los seres materiales

Y comenzaste los espíritus celestiales,

Uniendo conmigo a toda la cadena de seres.

Yo soy la conexión de los mundos omniexistentes,

El eslabón extremo de la materia,

Centro de todo lo viviente,

La línea inicial de la Divinidad!

Mi cuerpo se deshace en el polvo,

Domino a los truenos con mi mente,

Yo soy rey, esclavo, vermes, DIOS!

Pero siendo tan insólito

De donde vine? no se sabe,

Pero proceder de mí mismo no podría.

Yo soy Tú creación, o Creador!

De Tú Sabiduría, la criatura!

Fuente de la vida, Dador de todos los bienes,

Alma de mi alma y Rey!

A Tú verdad era necesario

Que mi ser inmortal pase

El abismo de la muerte.

Que mi espíritu se vista de mortalidad.

Y que a través de la muerte

Yo vuelva, Padre a Tú inmortalidad.

Inconcebible, Omnipresente, yo sé

Que mi alma no tiene fuerzas

Ni siquiera para representar tu sombra

Pero si es menester glorificarte

Para los débiles mortales es imposible

Honrarte de otro modo

Que elevarnos hacia Ti,

Perdernos en la inconmensurable diferencia

Y derramar lágrimas de gratitud!

Alaben a Dios, D.P.

Alaben al Altísimo las fuerzas celestes,

Mentes presentes ante la Inteligente Luz,

Uno en Trinidad alaben con cántico excelso,

Infinitas huestes de Ángeles gozosos.

Que alaben al Creador, las criaturas materiales,

Al Padre de Luz — luminarias incontables,

Al Inefable — el orden de leyes naturales

Sobre las que El fijó al Universo.

Al Dios Omnipotente — alaben con las ciencias

La corona del conocimiento deponiendo ante él.

Al Padre de la inspiración — con sonidos selectos

Con verso poético, con palabra viviente.

Al señor alaben con servicio leal

Al dador de bienes con trabajo honesto.

Al Señor de las fuerzas - con la lucha contra el mal.

Al justísimo Juez — con juicios justos.

Al que nos llama a la Patria Celestial

Alaben, sirviendo a la patria terrenal.

Al que es todo amor — con amor al prójimo,

Amor hacia los hermanos menores sufrientes.

Alaben al que no tiene sombra alguna

Con la limpidez de corazones sumisos.

A la santidad de los santos excelsos

Alaben con altos pensamientos santos.

Alabemos al Creador con la vida sin pecado.

Con la muerte pacifica — alabemos a Él,

Y nos dará la resurrección a la vida eterna

Tal como para nosotros a Su Hijo levantó.

Cuan Glorioso, M.M. Jeraskov (1733-1807).

Cuan glorioso es nuestro Señor en Sión

No puede explicarlo la lengua.

Magnífico es El sobre el Trono de los Cielos

Por doquier Señor, por doquier eres glorioso!

De día y de noche iluminas a los mortales

Tú nos amas ¡Oh Dios! como hijos

Tu nos sacias con el ágape

Y edificas la ciudad excelsa

Tu oh Dios! visitas a los mortales

Y los alimentas con la gracia

Señor! en tus moradas se recobrarán nuestras voces,

Y nuestro canto ante ti

Será puro como el rocío!

En los corazones te dedicaremos un altar

A ti Señor, cantamos y glorificamos

El Ruego por la Cáliz, J.S. Nikitin (1824-1861).

El día quieto lentamente se apaga.

Está límpida la cúpula celeste del cielo,

Todo el ocaso brilla en oro,

Sobre la tierra de Judea.

Alzándose tranquilo, sobre los campos

Iluminado por el sol del ocaso,

Se eleva: el alto Eleón

Con sus jardines perfumados.

Y lleno de brillo ante él,

Animado por el ruido del pueblo,

Se extiende el santo Jerusalén

Rodeado de su potente muro.

En la lejanía Geval y Garisim,

Hacia el oriente las aguas del Jordán.

Con el exuberante verdor de los valles

Se perfilan entre olas de neblina.

Y la belleza del Mar Muerto

Como a través del sueño, mira al cielo.

Y allá, lejos, hacia el occidente,

Las ondas azules del Mediterráneo

En su poderosa extensión,

Están contenidas por las costas de arena...

Oscurece... Silencio en todas partes...

Ya se prendieron las luminarias nocturnas,

Y la luna llena, intensamente.

Iluminó el jardín de Getsemaní.

En el pasto, bajo las ramas de olivos

Olvidando el bullicio de Jerusalén,

Los hijos de la Palabra Divina,

Duermen tres apóstoles de Cristo

Su sueño es tranquilo y profundo.

Pero pesadamente dormía el mundo pecador.

El vicio hereditario de los siglos.

Lo encerró en sus cadenas,

La maldición del ancestro estaba sobre él,

Como una mancha de infámia,

Y cada siglo, con su nuevo mal

Lo aquejaba como con una ulcera.

Pero la hora de liberación llegaba

Y ajeno al oprobio general,

El enviado de Dios, en ese momento,

Decidía el destino del mundo

Por la palabra de alta verdad,

La cruz de Gólgota preveía Él,

Y turbado con sentimiento de congoja,

Oraba al Padre en la soledad:

"Tú conoces, Padre a mi pena,

Y ves como sufre Tu Hijo.

Oh sosténme, ruego,

Mi alma está exhausta!

El día del suplicio esta cerca: y llegará —

Como una víctima, entregada al pueblo,

Tu Hijo, morirá sin protestar.

Morirá por la liberación general...

Herido por la maldición del gentío

Martirizado y desnudo,

Bajará ante la turba

Su cabeza ensangrentada.

Y aquellos, a los que, desde la cruz,

Enviara el don de la bendición,

Con la sonrisa de desprecio orgulloso,

Levantarán su mano sobre Cristo...

Oh, Padre mío, que pase de largo

Cáliz este a Tu Hijo!

Me es amargo ver la maldad del mundo

Por su redención.

Pero que no se cumpla mi voluntad.

Que sea así, como Tú lo quieres!

El destino designado por Ti

Es la obra de la Verdad eterna.

Y si a Tu pueblo,

Mi ignominía traerá el bien,

Que por la liberación general

El hijo del hombre muera!

Terminada la oración lleno de congoja

Se acercó a los discípulos

Y viendo su sueño tranquilo,

Les dijo: "Levántense la hora llegó!

Dejen su sueño y oren.

Para no caer en la tentación.

Entonces, se fortalecerán en la fe,

Y con la fe recibirán al infortúnio"

Dijo — y silenciosamente se alejó,

Hacia allí, donde antes lloró

Y sacudido por la misma pena

Cayo al suelo y oró.

"Padre, Tu me enviaste al mundo,

Pero a Tu Hijo, el mundo no acepta,

Le anunciaba el amor —

A mis palabras no escucha

Fui el médico de sus enfermos,

Oraba por mis enemigos,

Y de mí, Jerusalén.

Como de un impostor se mofaba,

Al pueblo le legue la paz,

El pueblo me amenaza con un juicio;

En el mundo resucitaba a los muertos...

Y el mundo me prepara la cruz!...

Oh, si es posible, de mí

Que pase de largo este cáliz!

Tu eres Dios de amor, principio de la luz,

Y todo es posible para Ti!

Pero si es necesaria la sangre Santa

Para reconciliar a la tierra con el cielo —

Bendiciendo a Tu juicio eterno,

Estoy listo de subir a la cruz!"

Y la mirada con la inexpresable tristeza

Bajó del cielo a la tierra

Y de nuevo, preso de congoja,

Se acercó a los discípulos.

Pero sobre sus ojos un sueño invencible pesaba.

Al gran misterio de esta noche

Su pobre mente no llegaba.

Y estuvo parado, sin hablar, lleno de pena,

Bajando Su alta frente

Y cruzando sobre el pecho

Sus Santas manos.

Que pensaba El, en estos momentos

Como hombre e Hijo de Dios,

Que levantó el pecado de los milenios, —

Lo sabia, solo, su Padre.

Pero ningún alma humana

No sintió nunca el pesado dolor

Que se alojaba en su pecho entonces.

Y los hombres, seguramente, no entenderían

Todo nuestro mundo pecador no percibiría

A las lágrimas que brillaban

En ese momento, en los ojos del Salvador.

Y de nuevo se alejó

A la sombra de higueras y olivos

Y allí arrodillado

De nuevo lloraba y oraba:

"Oh, Dios mío! Siento pesadumbre

Mi mente vacila y se ensombrece:

Toda la maldad humana

Sobre mi solo pesa.

La infamia humana — el oprobio de siglos —

Todo lo tomo sobre mí

Pero bajo este peso de cadenas

Como hombre desfallezco...

Oh, no me dejes en la lucha

Con mi carne terrenal —

Y todo lo deseado por Ti

Que se cumpla en mí...!

Ruego que descienda sobre mi

La fuerza Santa de la entereza!

Que cumpla con amor

La gran hazaña de reconciliación!"

Y levantó Sus manos hacia el cielo

Y se transformó todo en una oración,

El fuego quemaba Su rostro,

El sangriento sudor corría por el

Y súbitamente, del cielo despejado,

Rodeado de rayos de luz,

Apareció en el jardín solitario,

El mensajero de divinos milagros

Era maravillosa su hermosa mirada,

Y clara e impasible su frente animada

Y el rostro estaba iluminado como un claro día

Y se paró cerca del Salvador.

Y con un discurso inspirado en lo alto,

Lo fortificaba, para la gloriosa hazaña

Al Redentor del Universo.

Y El mismo, semejante a una sombra ligera,

Y lleno de fuerzas Bienhechoras.

Dobló en una oración encendida

Sus inmateriales rodillas..,

Alrededor, todo estaba mudo

En el cielo reinaba el silencio

Solo en el reino de las tinieblas solitario

Sufría, inútilmente, el Satanás.

El sabía que en el mundo vacilaba,

Su reino de poder

Y el mundo, caído sin gloria,

Se acercaba a libertad nueva.

El culpable del mal, entendía,

Quien era el Mesías Encarnado,

Y que pedía a su Padre.

Y anonadado con terrible padecimiento,

El orgulloso espíritu sufría

Aniquilado, con la maldad impotente...

Con calma, en la altura celeste

Brillaban millares de luminarias.

Y lleno de deliciosa frescura

Estaba el aire puro. Sobre la tierra,

Elevándose quedamente, el habitante del cielo

Volaba hacia las alturas supraestelares.

Mientras tanto el Redentor del mundo,

De nuevo se acercó a los discípulos.

Y en ese momento milagroso

Cuan, verdaderamente grande era El,

Con que fuego animado,

Ardía Su hermoso rostro!

Cuán claramente reflejaban los ojos

Toda Su firme voluntad.

Con que alegría las luminarias de la noche

Desde lo alto miraban a El!

Los discípulos como antes dormían.

Y de nuevo el Salvador les dijo

"Levántense esta cerca el día de tristeza,

y la hora de traición llegó"

y el sonido de espadas afiladas

despertó al jardín de Getsemaní

y el brillo de fatídicas antorchas

iluminó al rostro de Judas.

*** A. Maikov (1823-1847).

No digas que no hay salvación.

Que estas vencido por la tristeza,

Cuando la noche es mas oscura,

Las estrellas brillan mas.

Cuando la congoja es mas profunda,

Dios esta mas cerca

*** V.Soloviev (183-1900).

Si! Dios esta con nosotros – no alli en la cupula celeste.

No mas alla de limites de los encontables mundos.

No en fuego ni en la tormenta.

Y no en la dormida memoria de los siglos.

El esta aqui ahora – entre lo vano y casual

Entre las tribulaciones de la vida.

Tu posees al todogozoso secreto.

El mal es imposible; somos eternos;

¡DIOS esta con nosotros!

El Ángel, M. Lermontov (1814-1841).

Por el cielo de medianoche volaba un ángel.

Y cantaba una queda canción.

La luna, las estrellas y la multitud de las nubes

Escuchaba a aquella santa canción.

El cantaba la dicha de espíritus sin pecado.

Bajo frondes de jardines de paraíso,

La grandeza de Dios, cantaba el,

Y su alabanza era sincera.

En brazos llevaba una joven alma,

Para el mundo de tristeza y lágrimas,

Y el sonido de su canción en el alma,

Quedó sin palabras, pero vivo.

Y languideció ella en el mundo, largo tiempo,

Plena de un deseo maravilloso.

Y a los sonidos del cielo, no podían sustituirle

Las tediosas canciones de la tierra.

Cuento, Olga Ruskaia (1996).

Dicen que una vez, por el ancho mundo, unida con su cuerpo terrestre, caminaba el Alma por el sendero de la tierra. Caminaba despacio, sin ruido, no en triste silencio, no con alegría sin sentido, — caminaba como todos, bastante ordenada. No era buena, ni enojada, no estúpida, ni superdotada. No había robado, no había matado, hasta había amado a alguien.

Una vez en este camino, pensó en Dios y le apareció en algún lugar, en las alturas, como un pedazo de cielo. Como si una grieta se hizo más ancha y se iluminó el mundo, y de las alturas, como de una ventana, hasta la tierra apareció un sendero.

"Espera" el Alma dijo — "¿No sería mejor doblar a la derecha?" — "¡No, a la izquierda!" — "¡Qué discusión!" — gritó el cuerpo con fiereza, gritó, se enojó, y el Alma se sometió. Perder la fuerza en cavilaciones, el cuerpo, amenazante, le prohibió. — "Yo mismo encontraré el camino!" declaró muy serio. "A ti y a mí en la tierra sin esto hay mucho que hacer". Armar una discusión con un compañero poco amistoso, con el cuerpo descarado y enojadizo, el Almita no se atrevió.

Y el Almita, desde entonces, toda encogida, bajo el yugo del cuerpo, caminó por los senderos desconocidos. Eran polvorientos estos caminos. Y los compañeros míseros, pero el Alma, aunque se ahogaba, discutir no se atrevía. Para conformar al cuerpo, en tórridos colores, en intemperie, en huracanes, en neviscas — caminaban ellos hacia alguna meta.

Pero otros caminaban también en la misma dirección, caminaban hasta más rápido, y una vez los pies de alguien lo sacaron al cuerpo del camino. Y no sólo a la banquina, sino a un profundo agujero. Y cayó al fondo de una cima un pobre cadáver contrahecho. Pero no estaba muerto. Y en la oscuridad venenosa, desangrándose, el cuerpo se quejaba lastimosamente. —"¿Por cuáles crímenes sufro tanto? Trabajaba en el sudor de mi frente, me apuraba de todas mis fuerzas, y hacía el es fuerzo de estudiar el Universo, saludar al progreso e interesarme por las ciencias. "¿Dónde esta la justicia? ¿Ante quien estoy en deuda?"...

— "Ante mí," el Alma dijo, se enderezó y suspiró. — "Caminando contigo por la tierra, me transformé en tu esclava. Tú trabajabas y te esforzabas, pero no me considerabas para nada, y con todas tus distinciones, nuestros gustos son muy diferentes. Tú tenías un carácter duro, pero nosotros diferimos en todo. Y aquí, en la horrible oscuridad — tú eres más débil que yo, pecadora, y ahora contigo, desdichado, yo iré por mi camino"...

Y el Alma cargó su parte humana sobre la espalda. Se levantó, se preparó, como si de veras iba a emprender el camino.

En este momento, de las alturas celestes, entre las angostas paredes del agujero, cayó un rayo de luz, al fondo mismo de la prisión, como un camino dorado.

El Alma no se inmutó, se acercó, se persignó y tomó como sabía, este sendero, animosamente.

Alguien vio todo esto: la oscuridad de la muerte y en ella un rayo de luz. Me contó un buen amigo que el Alma, con su carga, se elevó desde el infierno derecho al llamado del Señor. Dicen otros de un milagro también: como si se puede ver La Luz, si, aunque sea por un momento, uno se endereza, no se apura, y despacito se pone a orar. Bajo la influencia de la oración, que se llama Contrición, dicen que con una fe fuerte, el Cielo abre la puerta. Dicen que de esta puerta va directo a los corazones de los hombres, despacito, poco a poco un caminito de oro...

Aquel que vió todo esto: una puerta en el cielo y en ella un rayo de Luz, me lo contó y me pidió de contarles a Uds.

Tu Lugar, Arzobispo-mártir Juan.

Tu estás en el lugar que el Señor te dió,

Aquel lugar en el cual El te ubicó.

Sólo ahí, El será tu báculo y tu escudo

Sólo ahí darás el fruto, cumpliendo Su voluntad.

Y sí El deseara enviarte Su Gracia,

No tendrá que buscarte, sobre la ancha tierra.

El te buscará en tu lugar

Aquel lugar, que El mismo te preparó.

Quédate, ten coraje y mantente firme,

En el lugar donde El te puso.

Sí la cruz es tu destino, no bajes de la cruz,

Sí el fuego ardiente — no temas al fuego!

No suspires, ni mires triste alrededor.

Si tu lugar es humilde y recluido

Es el lugar, que el mismo Señor Dios te dio

Y quiere que allí glorifiques Su nombre.

Y cuando falles en algo en tu lugar

Hasta sí nadie lo ve, ni nadie le sabe

Sepas, que traes la congoja y el daño

A alguno de Sus fíeles y amados siervos.

Cada día acepta de la mano de Dios,

De nuevo el lugar, que Su misericordia te dió

y sí en tu alma surgen otros deseos,

Destrúyelos, con la fuerza prometida de Cristo.

Teme romper la corona de la obediencia.

Y a tu Rey contestar: "no quiero "

En el lugar, que El te destinó,

Podrás acercarte completamente a El.

Sí! en el lugar que el Señor te dio

Goza! y allí a Su amor glorifica.

Para que todos puedan ver: Su voluntad

Te trajo la vida, la alegría y la paz.

Así cuando El vendrá, no tendrá que buscarte

En lugares lejanos de la tierra.

Te buscará el lugar designado a ti

En aquel lugar que El te preparó

Y entonces, oh dicha! El te encontrará

En el lugar donde fielmente cumplas tu deber.

Y a otro sitio te elevará

A Su eterno y glorioso Reino!

Quien está cansado, M. Nadezhdin.

Quien está cansado y se agotó en la lucha desigual,

Quien está herido en la cruel batalla,

Quien busca el olvido de tormentas y angustias,

Que descanse en una oración silenciosa.

Sí en tu corazón anidó la congoja,

Si difícil parece el camino,

Se puede buscar el consuelo con amor

Ante la imagen del misericordioso Dios.

Sí te atormenta el odio, con torrentes de mentiras,

Y te amenaza con infierno atroz —

Aléjate y deci, humildemente:

"Señor seas clemente a nosotros los pecadores!"

Sí en tu vida se produce una fisura,

Y la desesperación inquieta tu alma —

Apresúrate de bajar tu frente ante el Señor:

Solo El, en esta hora, ayudará...

Sí la alegría te vino a visitar,

Sí la felicidad está en la puerta —

No olvides de orar cálidamente

Y glorifica con agradecimiento a Dios!

M. Nadezhdin (1804-1856)

Los sonidos suelen ser una oración sin palabras

Que fluyen al corazón, severos y calmos,

Que con cariño llevan desde los sueños cotidianos

Hacia misterios de armonía de la paz y de Dios.

Con ellos en el alma se derrama la luz

De una lejana lámpara penetrante –

Con el eco de años experimentados antaño,

De la felicidad, calma, amor y consuelo.

Existen también sonidos pesados de la tierra,

Hijos del seco arte terrenal;

Escuchando, sabes: ellos trajeron

La borra amarga del sentimiento sin alas.

En su espejo – nuestro siglo inquieto

De ideas muertas y lecciones olvidadas –

Aquello de lo cual hoy vive el hombre

En el reino de orgullo y falsos profetas…

¡Sin embargo, creo que sonidos de oraciones

Fluyen como un torrente para el oído Divino,

Más alto que maldiciones, sollozos y batallas

Como un canto de victoria del Espíritu resucitado!

***, M. Nadezhdin (1804-1856).

En estos días de penitencia, oración y ayuno

Es natural recordar a aquellos

Para quienes llegó la indigencia total,

Sin respiro, sin alegrías...

Les negaremos la comida y el calar

A inválidos enfermos, ciegos, ancianos...?

Pronto llegará la fiesta! No seria mas alegre

Por tener conciencia que allí lejos,

Ese día pasará más cálido y luminoso,

Para aquel, a quien hemos ayudado...?

Quedan pocos días hasta la fiesta —

Apresúrense, y su mano

Por el sacrificio atento, no será más pobre

Aliviando la necesidad de un indigente.

*** , J.S. Nikitin (1824-1861).

Atribulado por la vida dura,

No una vez, encontraba para mí

La fuente de paz y fuerzas

En los vocablos de la Palabra Eterna.

Como respiran sus sonidos santos,

Con el sentimiento divino de amor,

Y el sufrimiento del corazón inquieto,

Cuan rápido calman ellos.

Aquí está todo en una imagen milagrosamente resumida

Representado por el Espíritu Santo:

Y el mundo existente ahora,

Y Dios, quien lo dirige,

Y el significado de lo existente en el mundo,

Causa, meta y fin.

Y el nacimiento del Hijo Eterno,

Y la cruz, y la corona de espinas.

Cuan dulce es leer estos renglones

Y leyendo orar en silencio

Y llorar y encontrar lecciones

De ellos para la mente y el alma.

I. Bunin (1870-1947)

(De sus últimos versos)

"¡Te agradezco Señor – por todo!

Tú después del día de inquietud y tristeza

Me otorgas colores del ocaso,

La extensión de campos y mansedumbre de lejanía azul.

Estoy solitario ahora, como siempre.

Pero el ocaso encendió su magnifica llama,

Y en ella se apaga la estrella de la tarde,

Temblando toda como una piedra preciosa.

Estoy sólo con mi alma triste,

Pero hay una delicia secreta en la conciencia

Que estoy sólo en muda contemplación,

Que estoy ajeno a todos – ¡y hablo Contigo!"

El sueño de la tierra, (poema esctiro en ruso por E.A.).

Quietos duermen robles centenarios y esbeltos pinos.

Cubrió la noche con oscuro manto

La tierra toda, en poder del sueno.

Duerme la tierra en la luz eterna de las estrellas.

El mal se durmió, convertido en piedra.

El cielo resplandece de luminarias.

Viendo se quedó quieto, en algún rincón,

Pero brillando con su vestidura luminosa,

El Ángel de la paz no duerme,

Extendió sus alas sobre la tierra y atento vela.

Sobre su frente relumbra un diamante

Como una trémula gota de luz.

Su mirada alcanza confines de la tierra,

Todo alrededor pacifico duerme.

Reposan flores, hombres y animales,

La naturaleza toda duerme en sueno maravilloso.

Las olas del mar no hacen ruido,

Hasta ellas están inmóviles.

El silencio reina en lejano norte y sur,

Dorados hilos de luminoso cuento

Envuelven las piedras de las montañas.

Se durmieron pasiones e inquietudes,

Se callaron llantos, gritos y quejas.

Almas abrieron sus alas

Y volaron a las alturas celestes.

Silencioso el Ángel se inclinó sobre la tierra.

Sus manos juntas, en oración.

Así decía al Creador:

"Omnipotente Dios de Amor Preeterno,

Inclina Misericordioso Tu mirada hacia nosotros,

Ayuda nos en la lucha desigual contra el mal,

Y otorga la victoria a los hombres."

Diciendo esto, levantó su mirada

Y cubrió con el ala su rostro.

Se apocaron las estrellas, temblaron los montes

El coro de los mundos era potente y magno.

Su Mansa Faz, plena de Amor Omnipotente

El, inclinó sobre la tierra dormida,

Y escucho el coro del Universo.

Desde la altura celeste, la bendijo.

"Vlas," N. A. Nekrasov (1821-61).

En sacón, con cuello abierto,

Descubierta la cabeza,

Lentamente, pasa por la ciudad

El "tío Vlas," un anciano canoso.

Sobre su pecho un icono de cobre,

Pide para la construcción del templo de Dios.

Lleva cadenas de penitencia de hierro.

Su calzado es pobre y tiene

Una cicatriz profunda en la mejilla.

Y en la mano un palo largo con punta de hierro.

Dicen, que antes, era un gran pecador.

En el hombre no había Dios.

A golpes llevó a la tumba a su esposa.

Escondía a bandidos y cuatreros de caballos,

Compraba el grano en toda su vecindad pobre.

Y luego en un "año negro" (año de mala cosecha)

No fiaba ni un centavo

Y cobraba por triplicado al indigente.

Despojaba al pariente y al pobre.

Tenia la fama de un gran avaro.

Era de carácter duro y severo.

Al final, cayó el trueno.

Vlas se siente mal. Llaman al curandero.

Pero como puede éste ayudar

Al que sacaba la camisa al campesino

Y robaba la bolsa al pordiosero?

Sólo empeora su salud.

Pasó un año, y Vlas sigue postrado.

Jura de construir un templo

Si se salva de la muerte.

Dicen que tuvo visiones en su delirio.

Veía el fin del mundo

Y a pecadores en el infierno.

Los atormentan los diablos listos,

Los pica la bruja mala,

Etíopes negros de ojos de ascuas,

Cocodrilos, serpientes, alacranes,

Los queman, cortan e incineran.

Aúllan los pecadores en su angustia

Muerden sus cadenas herrumbradas.

Unos están ensartados en largo palo,

Otros lamen el piso caliente.

Allí, escritas en unas tablas

Vlas leyó sus pecados.

Vlas vió las tinieblas totales

Y dió su ultimo voto.

El Señor lo escuchó

Y el alma pecadora

Devolvió al libre mundo.

Donó Vlas su patrimonio

Quedó descalzo y desnudo

Y se fue a reunir medios

Para la construcción del templo.

Desde entonces, Vlas camina

Ya cerca de treinta años.

Come lo que le dan,

Cumple fiel y severamente su voto.

La gran fuerza de su alma

Se centró en la obra de Dios,

Como si nunca, la codícia salvaje

Tuviera incumbencia en él.

Pleno de congoja inconsolable,

De tez oscura, alto y derecho

Camina con paso pausado

Por aldeas y ciudades.

No existe para él, camino largo.

Estuvo en la madre Moscú,

Estuvo cerca del ancho Caspio,

Y a las orillas del imperial Neva.

Camina con el icono y el libro,

Habla consigo mismo,

Y suenan suavemente sus cadenas de hierro.

Camina durante el frío invierno,

Camina en los calores del verano,

Llamando a la Rusia bautizada

A dar según sus posibilidades.

Y dan, dan los transeúntes.

Así, del óbolo del trabajo

Crecen los templos de Dios

Sobre la faz de nuestra tierra.

El Profeta, S. Pushkin (1799-1837).

Angustiado por la sed espiritual

Me arrastraba por un lúgubre desierto,

Y un Serafín hexaalado (de seis alas)

Se me apareció en el cruce de senderos.

Con mano liviana como un sueño, tocó mis pupilas y

Se abrieron estas proféticas pupilas,

Como de un águila asustado.

A mis oídos tocó y se llenaron de ruido y tañido,

Y percibí el estremecimiento del cielo,

El alto vuelo de Ángeles,

El movimiento submarino de reptiles

Y el crecimiento de la vid del valle.

Y se arrimó a mi boca

Y arrancó mi lengua pecadora, astuta y vana.

Y el aguijón sabio de la serpiente

Coloco en mi boca inmóvil, con mano ensangrentada.

Y me cortó el pecho con la espada

Y extrajo el corazón palpitante

Y un carbón ardiente introdujo en mi pecho abierto.

Como un cadáver yacía yo en el desierto.

Y la voz de Dios me llamó:

"Levántate profeta y ve y oye

Cumple Mi voluntad y pasando mares y tierras

Con palabra quema corazones de los hombres."

El Profeta, M. Lermontov.

Del momento cuando el Eterno Juez

Me dio la omnisapiencia del profeta,

En los ojos de la gente leo yo

Páginas de maldad y vicio.

Comencé a proclamar del amor

Y la verdad las puras enseñanzas

A mí, todos mis prójimos, tiraban

Rabiosamente las piedras.

Cubrí de cenizas mi cabeza,

De las ciudades huí como un indigente,

Y aquí vivo en el desierto

Como las aves, con alimentos dados por Dios.

Guardando el mandamiento del Eterno,

Me obedece aquí toda criatura terrestre,

Y las estrellas me escuchan

Jugando, alegres con sus rayos.

En cambio, cuando apresurado

Cruzo una ruidosa ciudad,

Los ancianos dicen a los niños

Con una sonrisa de amor propio:

"¡Miren, he aquí un ejemplo para vosotros:

El era orgulloso, no supo convivir con nosotros,

Insensato, quiso hacernos creer

Que Dios habla por su boca!

¡Miren, niños, cuan sombrío es,

Y extenuado y pálido,

Miren, cuan pobre es y desnudo

Y como todos lo desprecian!"

"Demon," M. Lermontov, (un cuento oriental).

El triste Demon, espíritu expulsado,

Volaba sobre la tierra pecadora,

Y recuerdos de días mejores

Ante él se agolpaban, en tropel.

Aquellos días, cuando en la morada de la luz

Brillaba él – un puro querubín;

Cuando a un cometa volador le gustaba

Intercambiar, con una sonrisa cariñosa

Su saludo con él.

Cuando a través de neblinas eternas,

Ansioso de saber seguía móviles caravanas

De luminarias, tiradas en el espacio;

Cuando él creía y amaba,

¡Feliz primogénito de la creación!

No conocía ni maldad, ni duda.

Y no amenazaba a su mente

La triste serie de siglos estériles…

Y mucho, mucho… ¡y todo

Recordar no tenía fuerza!

II

Hace mucho, vagaba rechazado

En el desierto del mundo, sin amparo.

Un siglo corría detrás de otro

Como un minuto, tras otro minuto,

En una serie uniforme.

Dominando a la ínfima tierra,

Sembraba el mal sin gozo,

Ninguna parte encontraba oposición

A su arte. Y el mal lo aburrió.

IX

Y el Demon vio… Por un momento

Una inquietud incomprensible

De repente, sintió en él.

El desierto de su alma mudo

Llenó un sonido bendito –

Y de nuevo, percibió él un santuario

De amor, bien y belleza!..

Y por un largo rato él admiraba

A la dulce imagen – y sueños

Sobre la felicidad anterior,

Como una larga cadena,

Como estrella tras estrella

Transcurrían ante él, entonces.

Encadenado por una fuerza invisible,

Conoció a la tristeza nueva;

En él habló, de repente, el sentimiento,

Con un idioma antaño conocido.

¿Era esto una señal de renacimiento?

Las palabras pérfidas de seducción

No podía encontrar en su mente…

¿Olvidar? – el olvido no fue dado por Dios:

¡Y él no aceptaría el olvido!..

XVI

En el espacio de ether azul

Uno de los Santos Ángeles volaba con alas de oro

Llevando del mundo un alma pecadora

En sus brazos.

Con palabra dulce de esperanza

Disipaba sus dudas

Y los rastros del pecado y sufrimiento

Lavaba con sus lágrimas.

Desde la lejanía ya les llegaban

Sonidos del Paraíso, cuando, de repente,

Cortándoles el camino libre

Surgió desde el abismo, el espíritu infernal.

Era potente como un ruidoso vendaval

Brillaba como un relámpago,

Y orgulloso, en su arrogancia demente,

Dijo: "¡Ella es mía!"

Se aferro al pecho protector

El alma pecadora de Tamara,

Tratando de ahogar el horror con oración.

El futuro de su destino se decidía,

Él estaba de nuevo ante ella.

Pero, Dios, ¿quien podría reconocerlo?

Con que mirada de maldad miraba,

Como estaba lleno de mortal veneno,

De hostilidad sin fin y emanaba

El frío de la tumba, de su inmóvil rostro.

"¡Desaparece, espíritu sombrío de la duda!"

El mensajero del Paraíso contestó:

"¡Basta ya de tu triunfo!

La hora de juicio ya llegó

Y es misericordiosa la decisión de Dios.

Los días de prueba ya pasaron.

Con la vestidura perecible de la tierra,

Cadenas del mal se cayeron de ella.

¡Que sepas! ¡La esperábamos hace tiempo!

Su alma era de aquellas cuya vida

Es un instante de indecible sufrimiento

Y de inalcanzable gozo:

El Creador tejió del mas puro ether

Las cuerdas vivas de ellas.

Ellas no están creadas para el mundo

Y el mundo no fue crecido para ellas.

Con u precio cruel ella redimió sus dudas

Ella sufría y amaba

¡Y el Paraíso se abrió al amor!"

Y el Ángel miró severamente al seductor

Y con gozoso batir de alas

Se hundió en la luz del cielo.

Y maldijo el Demon vencido

Sus sueños dementes

Y de nuevo quedó arrogante

Solo como antes en el Universo,

Sin esperanza ni amor!

ALEXANDER BLOK

(1880-1921)

Se graduó en la Universidad de San Petersburgo. Su padre fue catedrático de derecho y su madre era hija de un sabio famoso. Pasó su niñez en un ambiente culto.
Comenzó a escribir versos a muy temprana edad y su primer libro apareció en 1904.
Se casó con la hija del famoso químico Mendeliev y viajó extensamente por Europa.

Como muchos otros intelectuales, aclamó al principio la revolución bolchevique. En 1918 escribió su poema "Los Doce", pero aquel poema fue casi su última obra. Su desaliento por el régimen establecido después de la revolución creció hasta abatirlo completamente. Su muerte, en 1921, parece más una renuncia a la vida. Él mismo confesó que no deseaba vivir más.

Sus obras, que componen cinco volúmenes, agrupan poesías, dramas, ensayos y crítica. Alexander Blok es reconocido hoy como uno de los más famosos poetas líricos de Rusia.

 

LA VIRGEN DE SPOLETTO

Tu talle es esbelto como un cirio de tu altar.
Tus ojos penetrantes como el filo de una espada.
Oh, mi Niña, yo no espero una cita deslumbrante;
Tan sólo ansío ir a la hoguera por tu amor.

Felicidad no exijo. No clamo por ternuras.
¿Cómo podría ofenderte con caricias groseras?
Cual un pintor tan sólo te miro tras las rejas
donde Tú arrancas flores, y te quiero.

Pasas de largo, vas perseguida por el viento
y abrasada por el sol. ¡María: haz que mis ojos
adivinen sobre Ti un querubín celeste
y el corazón conozca hasta el más suave dolor!

En tus bucles morenos entrelazo quedamente
los preciosos diamantes de mis versos más puros,
y en la oscura fuente de tus ojos luminosos
ávido arrojo mi enamorado corazón.

De Versos italianos
1909

poesía

EL CAMPO KULIKOVO

(La batalla con los tártaros, en 1380)

Se desarrolla el río. Lento fluye y triste,
va bañando sus riberas.
Sobre la arcilla estéril del barranco se entristecen
los almiares de la estepa.

¡Oh, amada Rusia mía! Es tan claro el camino
que hasta causa dolor.
El mismo camino donde antigua flecha tártara
nos atravesó el corazón.

Nuestro camino: la estepa, el dolor infinito,
¡oh, Rusia, tu dolor!
Pero hoy ni las tinieblas nocturnas y extrañas
pueden causarme temor.

¡Que se haga la noche! Llegaremos. Las hogueras, a lo lejos,
por la estepa alumbrarán.
En el humo lejano brillará sacra bandera
junto al acero del jan...

¡Y el combate eterno! Sólo soñamos con la quietud
entre la sangre y la tierra...
Vuela, vuela, indomable, la yegua de la estepa
y va aplastando las hierbas.

¡Y no hay fin! Escarpas y llanos van pasando...
¡Detenedla! ¡Que no escape!...
Corren, corren las nubes asustadas.
¡El poniente está en sangre!

¡El poniente está en sangre! ¡Del corazón sangre fluye!
Llora, llora, corazón...
¡No hay paz! La yegua indomable de la estepa
huye, loca de furor.

De Patria
1908

lectura

RUSIA

Rusia, Rusia desdichada...
Para mí tus cabañas pardas,
tus canciones llenas de viento,
son como las primeras lágrimas de amor.

No sé compadecerme de ti
y llevo cuidadosamente mi cruz...
Entrega tu belleza audaz
a cualquier hechicero.

Deja que te atraiga y que te engañe.
No te perderás, no te acabarás.
Tan sólo nublarán tu rostro bello
los pesares y cuidados.

¿Qué importa? Un cuidado más:
otra lágrima que se vierte al río;
pero tú no cambiarás: selvas y llanuras,
y un pañuelo floreado que cae hasta las cejas.

Y lo imposible es posible;
el camino largo es fácil,
cuando brilla a lo lejos
la mirada fugaz bajo el pañuelo,
cuando resuena con honda tristeza
el canto sordo del cochero.

De Patria
1908

arte

LOS QUE NACIERON...

Los que nacieron en época oscura
ya no se acuerdan de sus caminos.
Nosotros, criaturas de los años terribles de Rusia,
nada podemos olvidar.

¡Años devastadores!
¿Lleváis noticias de locura o de esperanza?
Hay un reflejo sangriento en las caras:
de días de guerra, de días de libertad.

Hay silencio: es el rumor de la alarma
que encadenó los labios.
En corazones una vez arrobados
hay vacío fatal.

Que vuelen sobre nuestro lecho de muerte
las ruidosas bandadas de cuervos.
Los más dignos, oh, Señor,
verán tu reino todavía.

De Patria
8 de septiembre de 1914

Alexander blok

LLORANDO Y RIENDO...

Llorando y riendo, pero siempre tristes
suenan las fuentes de mis versos
a tus pies.
Y cada verso
corre, teje un vivo diseño
sin trabas, libremente.

Mas a través de los hilos cristalinos,
como siempre, estás lejana.

Cantan y lloran los cristales...

Pero ¿cómo crearé tu semblante
para que puedas llegar hasta mí
del encantado lejos?

De Arpas y violines
1908-1916

poesía rusa

TODO LO QUE QUIERE...

Todo lo que quiere mi memoria conservar
se pierde en los años fatídicos y crueles,
pero vuela mi historia rutilante
por los cielos nocturnos como un rayo.

Quemada está mi vida, relatada toda;
tan sólo sueño con mi primer amor,
atado en cruz con una cinta roja
como si fuera un cofre de sin igual valor.

Y cuando en el silencio de mi cuarto
bajo la lámpara me consumo de dolor
en el incienso de mis sueños se trasluce
el fantasma azul de mi adorada muerta.

De Arpas y violines
1908-1916

Alexander blok- Poesía rusa.

CARMEN

¡Ah, sí, Amor es libre como un ave!
¡Sí, lo mismo, soy tuyo!
¡Lo mismo, soñaré con tu talle,
tu talle ardiente!

¡En la fuerza rapaz de tus bellos brazos,
en tus ojos, donde hay el dolor de las traiciones,
está el desvarío de mis pasiones vanas
y de mis noches, Carmen!

Cantaré a ti. A los cielos
pasaré tu voz.
Como un sacerdote, celebrando tu fuego,
elevaré una misa a las estrellas.

Te levantarás como una ola tempestuosa
en el río de mis versos,
y no lavaré de mis manos las huellas
de tu perfume, Carmen...

En la hora quieta de la noche
tu rostro obsesivo lucirá como una llama
su sonrisa luminosa
que brilló por un instante para mí.

Acaricio la esperanza dulce
de que tú, en aquel país ajeno,
furtivamente, alguna vez
pensarás en mí...

A través de la tormenta de la vida, en la ansiedad,
en el dolor de todas las traiciones,
que este pensamiento tuyo sea severo,
sencillo y blanco como un camino.
¡Como un largo camino, Carmen!

(1914)

poesía

EN EL SALÓN

Los faroles apenas tenían las sombras
esa noche "aún no sé si en verdad sucedió",
pero no olvidaré aquellas lívidas nubes
que incendiaban las llamas finales del sol.

Me senté en la sala colmada de gente.
Lejos, los violines hablaban de amor.
Te envié una rosa de fuego en un vaso
de vino de Aí, rubio como el sol.

Me miraste. Encontré tu mirada altanera.
Insolente y confuso hacia ti me incliné.
Te volviste al oído de tu caballero
y dijiste mordaz: ... "y él me adora también".

Resonaron las cuerdas de pronto en la sala;
los arcos vibraron apasionadamente...
pero fuiste mía, lo vi en tu desdén joven
y en el temblor pequeño de tu mano breve.

Te alzaste fugaz como un ave asustada;
pasaste a mi lado, leve como un sueño;
flotó tu perfume, entornaste los ojos
y llenas de alarma tus sedas crujieron.

Vi que tus miradas desde los espejos
decían: "recíbelas, que tuyas son..."
Temblaba el collar al bailar la gitana
que estaba cantándole al alba de amor.

De El mundo temible
1910

lectura

UNA VOZ EN EL CORO

Cuántas veces lloramos "vosotros y yo"
por nuestra vida deplorable.
¡Oh, si conocierais, amigos,
el frío y las tinieblas del porvenir!

Ahora aprietas las manos de tu amiga,
o bromeando juegas con ella,
y lloras al notar un engaño
o un cuchillo en la mano querida.
¡Ah, niño, niño!

No hay medida para el engaño y la perfidia,
y la muerte está lejana aún.
Más y más negra se volverá la luz temible...
Más y más loco el torbellino de los astros,
¡por siglos, por siglos, todavía!

Y el último siglo, el más terrible,
lo veremos, vosotros y yo.
Un pecado infame cubrirá todo el cielo.
En todos los labios se congelará la risa...
¡Angustia de la nada!

Esperarás la primavera, niño:
la primavera te engañará.
Llamarás al sol en los cielos:
el sol no se levantará.
Y tu grito, cuando rompas a gritar,
como una piedra en el agua se perderá.

¡Estad contentos de la vida,
quieta como el agua, pequeña como la hierba!
¡Oh, si conocierais, niños,
el frío y las tinieblas del porvenir!

De El mundo temible
1910-1914

arte

A LA MUSA

Hay en tus melodías escondidas
de nuestro fin la noticia fatal.
Llevas la maldición de Dios, y llevas
la profanación de la felicidad.

Hay en ti una fuerza tan fascinante
que me apresto a acusarte yo también
de perder a los seres candorosos
seduciéndolos con tu esplendidez.

Cuando te burlas de la fe sagrada
de golpe veo encenderse en ti
una corona que ya he visto antes,
sin forma clara, purpurina y gris.

¿Es del Bien o del Mal? Eres misteriosa,
y de mil modos se habla de ti:
Musa y Milagro eres para unos;
Infierno y Dolor eres para mí.

¿Por qué no he perecido en la mañana,
cuando el insomnio se llevó el vigor,
y en cambio al entrever tu rostro frío,
consuelos suplicaba a tu favor?

Desearía que fueses mi enemiga.
Pero, ¿por qué me brindaste el presente
de las flores, el cielo, las estrellas
y la maldición de tus bellas fuentes?

Más pérfidas que las noches del Norte,
más embriagantes que el vino de Aí,
más breves que el amor de las gitanas,
fueron tus viles besos para mí.

En el violar las cosas más sagradas
tuve una maligna satisfacción,
y en tus amores, como la hiel amargos,
locas delicias tuvo el corazón.

De El mundo temible
1910-1914

 

 

Blogs de moda



Poesias Angelita Sevilla Segovia

 

Poesias para las madres


Poesias para los padres


Poesias largas

Poesia curta en português

Caricaturas 

poesias de navidad

fanmania 

Manos Al Arte 

Frases cortas



Frases curtas en português


Buscador de vuelos y hoteles

 

Elsa Pataky

Poesias Miguel de Cervantes

Dibujos

Perder peso

DIBUJOS

Cuentos infantiles

Eurovisión 2013 El sueño de Morfeo

Cuentos populares, cuentos cortos

Los beneficios del té



Dia de San Valentin

Caricaturas profesionales comic
Restauración de antigüedades

Vuelos aeropuerto Murcia


Papel animado Mundo comic

Cuentos populares

Canciones en video para niños


Poesias desde Mexico



Historias cortisimas

Autores


Pablo Neruda

Amado Nervo

Gustavo Adolfo Becquer

Juana de Ibarbourou

Evaristo Ribera Chevremont

Cristobal Castillejo

Salomé Ureña de Henriquez

Lourdes Espínola

Ramón López Velarde

Federico Garcia Lorca

Gabriela Mistral

Salvador Díaz Mirón

Manuel Acuña

Nezahualcóyotl

Rosario Castellanos

Humberto Garza

Manuel Gutierrez Nájera

Alfonso Reyes

Juan de Dios Peza

Sor Juana Inés de la Cruz

Lina Zerón

Luis G. Urbina

Jorge Cuesta