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Jordi Doce,

poesias cortas

 


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Jordi Doce

 

Celebración

Quisiera otro lenguaje para hablar de estos días, otra voz
cuyo acento imitara el embate del mar contra tu cuerpo,
el reguero de gotas como una pupila multiplicada
sobre la sal inscrita de tu piel, sobre la piel escrita por la sal,
sobre la simple página que no espera a mis dedos
para mostrarse. Ven. La mañana es un largo balbuceo
de sí misma, un derroche de azul y de fulgores, un asombro
que no duda o remite en su afán de admirarse,
mientras la luz devora el aire y atraviesa las gaviotas
sobre el aplauso de las olas. Quisiera otro lenguaje
para hablar de la vida que esconde cada instante,
para hablar de tu voz sin que parezca mía, para hablar
de tu cuerpo que viene tuyo, maduro, con el ritmo
secreto de las aguas, del viento en los pinares, de la noche
que esconde toda luz, mientras cancelo la conciencia,
desnudo el pensamiento (te desnudo), mientras fijo el instante
al olvidarme de él, me abandono a la única certeza
que es no tener ninguna, mas desear tenerla,
junto a este mar antiguo que escribe y borra páginas
de un libro aun más antiguo, que es olas y es arena y es azul,
que entreveo únicamente cuando tú estás conmigo,
cuando tú, dura espuma, clara luz, permanece.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000
 

 


 

 

Contacto

Escuché tu canción
en el silencio de la noche.
De dónde venía o por qué
pareció atravesarme el corazón
como brusco zarpazo impredecible
son razones que supe sin saber.
Y tú no estabas, tú no debías estar
para que tu canción llegara
con la fuerza de un salto, de una flecha,
con el simple deseo de otro cuerpo
que ha hecho de la espera su deseo.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000

 

 


 

Díptico

No hay luz sino estupor de luz
en este jardín abrasado
de frío y lenta escarcha donde
alguien cuya sombra te evoca
remueve sin prisa la tierra
y deja en los surcos un hilo
de luz fría donde mis ojos
desde esta página te anuncian
y dicen verte, aunque no estés.


*

Hago inventario de tu ausencia:
ojos no usados, aire intacto,
las horas como lumbre escasa
que el aire no aventa ni excita.
En todo espío transparencias,
temblor que es tu cuerpo inasible.
Hago inventario de tu ausencia
para que sepas de tu vida
a mi lado, cuando no estás.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000
 

 

 

 


El esperado

El tiempo ayuda al mito de lo que no sucede.
Él vendrá o ha venido, no se sabe a fe cierta,
Abundan los rumores mas no hay pruebas,
Pudo ser aquel viejo de la capa raída
O el callado extranjero que no salió del cuarto
Durante días, ¿quién podría asegurarlo?
Mejor no decir nada, mantener la vigilia,
Dar órdenes precisas a guardias y aduaneros,
Dibujar en el sueño el rostro de quien nunca
Dio señales de vida ni declaró su nombre,
En la espera y deseo de que alguna mañana
Se anuncie en una vuelta del camino,
Incorpore su rostro a nuestro asombro
Tan sólo por hallar a sus creadores,
Por saber que fue cierta nuestra imaginación.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000

 

 

 

El sueño

En aquel sueño eras
un fanal vacilante
en el mar de la noche.

Vine a ti desde el fondo:
rostro abierto en la espuma,
yo también alumbraba.

Luz con luz engendramos.
Blancas fosforescencias
sobre el torso del agua.

En aquel sueño éramos
otro mar entreabierto
en el mar de la noche.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000
 

 


 

 

Imán

En el cuarto en penumbra, el cerco de la lámpara
arde sobre la página, en los dedos
que aferran el cuaderno, recogidos,
y trazan nuevos signos con serena mudez.

La calle es la moldura de otro silencio. Nadie
bajo los sauces, bajo la farola
tibiamente alumbrada, en el frescor
de esta noche de junio, de esta noche en que velas.

Deslumbra, más que el foco, el blanco de la página.
Tu mano absorta ha detenido el tiempo.
Y más allá del cuarto está la noche
que imanta cuanto escribes, cuanto vino a escribirte.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000


 

 

 

 

Interior con figura

Cae sobre ti la mirada
de las cosas, te busca, te señala,
espía cada uno de tus gestos
con nítida pupila agazapada,
tapiz de ojos
tras el follaje de las sombras,
noche ocelada en cada esquina
con un rumor de pasos a la espera;
como la luz que siluetea el muro
su curiosidad forma
el hueco de tu cuerpo,
el hueco donde yaces con tu cuerpo.
Muralla de quietud son los objetos
mientras bajas al fondo de ti mismo:
¿huyes o eres aún su prisionero?
El sillón es un claro en mitad de la sala.
Tras el cristal relumbra una farola
y su chorro de luz moja la alfombra,
se encharca a los pies de la estantería.
Parados como búhos,
los cuadros enmudecen si los miras.
¿Quién va?
                        Pasas la noche
anclado en la deriva de tu sangre,
atento al hilo de una mente
que al descubrirse se devora,
y amaneces en otra noche
de embozos y contornos,
de muda opacidad paciente
que no te suelta,
que conoce tus gestos uno a uno
pues acompasó su latido al tuyo.
Centro de un cerco de miradas
que te pretenden fruto de su luz,
cumples, tal vez, con tu más fiel deseo:
tú, que sólo querías no ser tú.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000


 

 

 

 

La calma

Vienes a mí de tarde, con las primeras sombras,
tras la espesura líquida del sauce,
cuando el aire se aquieta como el ansia,
cuando el cuerpo se entrega a su latir cansado.

Apenas si conozco tu origen, la manera
que tienes de llegarte. En el temblor,
en la sorda exasperación de agosto,
plantas bajo la piel un brote de alegría.

En la tarde que muere, el cuaderno entreabierto.
Son los fantasmas del calor, me digo.
El aire ardido contra la mirada.
El aleteo súbito del mirlo, en el alféizar.

Pongo el cuaderno a un lado, y entrecierro los ojos.
Es simple esta alegría, caprichosa,
y está en mí: simple aceptación del tiempo,
dejar que el día pase, que nos pase

a otro día, que envuelva al cuerpo en su latido
mientras tú, siempre bienvenida calma,
regresas al amparo de una luz
que confunde mi piel con la piel de la tarde.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000
 

 

 

 

 

Llamada

¿Quién llama en el silencio de la tarde?
¿Son las horas, tal vez, al deslizarse
sobre tu cuerpo como el agua,
como el agua que anhelas y te anhela
bajo el oscuro nudo de la luz?
¿O es acaso esa luz, que se debate
en el aire inflamado,
en el aire sin pulso ni reflejo que humea?
No, te equivocas.
Es tu cuerpo, el latido de tu cuerpo,
tan cerca de su centro
que la vida lo aturde,
como el arco y la diana
son uno y se confunden
tras la mano de sangre, tras el golpe de sangre
con que el asombro se dispara:
esplendor del suceso
                                             que eres a cada instante.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000


 

 


 

Lluvia

sobre un poema de Nishiwaki Junzaburo

Con el viento del sur
descendió una diosa benigna.
Mojó el bronce y mojó la fuente,
mojó el vientre de la gaviota
y sus plumas tendidas.
Abrazó la marea,
lamió la arena,
se bebió de un trago los peces.
Impalpable, mojó la iglesia, el balneario,
el teatro y su lira de platino.
En el final sin fin del día
la lengua de la diosa,
                                            impalpable,
mojó mi lengua.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000
 

 


 

 

Lugar del amor

Di mejor un ascenso, como de peregrino,
ladera arriba, monte que no es monte
porque comulga del azul del cielo
y no siente ya el pedregal
que confirma sus pasos, terco ascenso en volandas
sobre la quemazón de brezo y turba,
y allí en la cima el templo, guía y razón del viaje,
sin capilla evidente ni suelo bendecido,
umbral de piedra y musgo gris
donde anidan el viento y la rapaz
y el pie ensaya una última pisada
antes de hollar el aire, sin rasguño ni esfuerzo,
o eso parece,
como si no atendiera,
                                           ebrio en mitad de la nada.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000
 

 

 

 

 

Marea baja

La lentitud del mar es un deseo
de ser mar sin más, agua reposada
que naufraga en sus limos y se empapa
de perfumes adivinados, algas
para anunciar el fin del día, sal
para curar la herida de la luz,
espuma donde el cuerpo del bañista
gira y se desvanece en la distancia,
mientras los tamarindos juntan sombra
y el paseo envejece al paso
de un viento que es más viento
en lo que nunca es mar
-calles y toldos, roca y cielo,
rostros que cobran vida al olvidarse
de sí mismos, pasos sin rumbo
al caer de la tarde, lentos ojos anónimos
que escuchan el rumor de las aguas
y su oscuro reposo.
                                          Decir mar
junto a este mar ajeno de septiembre
es decir la respiración del tiempo,
deseo igual a vida, quieto aliento
de lo que nada busca y nada inquiere
mientras el día se dispersa
y las sombras regresan a sus cuerpos.

Ser este mar que se rehace.

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000


 

 

 

Noche de agosto

Bajo la tela de la noche
y sus linternas diminutas.
La puerta abierta.
La remetida claridad del cuarto
tras las ventanas.
La humedad en reposo de la tierra.
Y el ruido de unos pasos en la grava
que anuncian tu llegada,
tu saludo abstraído,
tu calor.

Imaginé esta escena alguna vez,
antes de conocerte:
hueco en el aire del deseo
que tú ocupaste.

¿O fue, tal vez,
que tú la imaginaste para mí,
que me diste tu anhelo antes de hallarnos
para arrimar a su temblor
la común extensión de nuestras vidas? 

De "Lección de permanencia"
Pre-textos Poesía 2000