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SAUL BRICEÑO FERNANDEZ

VENEZUELA

EL PERIQUITO DE LA SUERTE


Durante la época de los sesenta, era notorio en los pueblos andinos la presencia de unos señores muy pintoréscos, que entraban y visitaban los caserios con unas jaulas muy vistosas, dentro de las cuales había un periquito que adivinaba asuntos relacionados con la suerte, negocios, salud, pero sobre todo hacía anuncios infalibles sobre el futuro amoroso para parejas casadas o amancebadas.

La jaula tenía al frente una cajita o pequeño archivo ordenado alfabéticamente según la necesidad del cliente, contentivo el mismo de una serie de papelitos estampados con los signos del zodiaco y unos escritos qu dejaban ver al cliente su situación con relación a la suerte. amor, salud, además traían el numero salidos en las famosas loterías de animalitos. Estos señores, practicaban una técnica de adivinación con aves, que en tiempos ancestrales era conocida como ornitomancia, que era una manera de observación de la vida a través de las aves, es una forma de lectura de augurios provocados.

En el siglo xix este viejo arte de la ornitomania se redujo a la actividad de los adivinos callejeros quienes daban sustento a pericos entrenados. Aquel que deseaba que le leyeran la fortuna, buscaban a tales adivinos y pagaban una pequeña suma de dinero. El perico bajo la inducción de su dueño y en medio de sus graznidos elegía el papelito en que se revelaba la fortuna de la persona. Los mencionados señores eran unos expertos psicólogos en el manejo de las emociones humanas; con este curriculo llegó a mi pueblo Trujillo, un señor ya entrado en años, elegantemente vestido, de corbata roja, sombrero cubano, con aspecto del típico encantador de culebras.

El misterioso personaje con su perico adivinador pasaba todos los fines de semana por mi casa y por toda la vecindad. En sus visitas se iba enterándo de todas las calamidades, además, de las goteras morales y vivenciales que ondulaban en la mente de los vecinos y su imposibilidads de taparlas con esfuerzo y trabajo; de ahí, el astuto vendedor de ilusiones tomaba el material necesario para redactar y tipiar sus pequeños recetarios, especies de recipes para curar el mal de amores y hasta cualquier desequilibrio hormonal. Yo tenía un vecino llamado Jacinto, pero le decian cariñosamente Tronco porque toleraba todo, su mujer le era infiel, era extremadamente negativo y fatalista; además, tenía una suegra negra y tuerta, rechoncha,mal encarada y de paso bruja, no había mañana que no lo maldijera. De todo esto estaba enterado el dueño del perico. Un día Jacinto, astiado de su situación, esperó al perico de la suerte y solicitó por tres bolivares la lectura de su destino. El dueño coloca la jaula a la vista de Jacinto Y abre la puerta de la jaula y le dice al perico en tono suave: RuaRua periquito real, adivínale la suerte al que está en el portal. El perico en medio de sus graznidos tomó un papelito que Jacinto guardó para leerlo en la intimidad. Recuerdo que el papelito decia lo siguiente: Si vieres una tuerta y suegra buena, tomadlo por milagro, hecedle la cruz a una infiel y cuidate de toda mujer calva, rompe la tinaja y busca agua pura en cántaro nuevo, Jacinto se fue de la casa y la suegra comenzó a tener pesadillas por culpa del periquito de la suerte, ojalá volviesen aquellas fiestas patronales donde eran infaltables estos aleccionadores periquitos de la suerte.

FIN






Videocuento "Los tres cerditos", con dibujos originales de Pedro Vidal




 

 

 

 

 

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